Boda sin luna de miel

Como si se tratara de un sentenciado a cadena perpetua, el presidente Colom se va dando declaraciones absurdas e irrespetuosas como si ya no tuviera nada que perder porque en efecto lo ha perdido casi todo: popularidad, respeto, esposa y la tan añorada “guayaba”. Espero que haya ahorrado buena parte de su salario (de los mejores pagados en América Latina) por un trabajo mal hecho.

Pero así como se va Colom se han ido muchos de sus antecesores: alabándose a sí mismos y ocultando o desligándose de la responsabilidad de los grandes clavos ocurridos durante su administración. Es como si existiera un mismo libreto para cada gobierno, lo preocupante es si en cuatro años estaremos en las mismas.

En otros países existe la llamada luna de miel con los nuevos gobiernos. Esta prácticamente consiste en un período de gracia que los medios le otorgan al gobierno antes de iniciar las críticas sean justificadas o simplemente diferencia ideológica. Aquí en Guatemala no existe tal cosa. El gobierno de la “mano dura” aun no ha asumido el poder y ya está sufriendo los primeros embates. Que las remodelaciones de oficinas, que los cambios de casa y el cambio de Teatro Nacional al Domo para la toma de posesión.

La oferta y demanda políticas justifican estas acciones. Para ganar las elecciones hay que prometer el oro y el moro y cuatro años después hacer una serie malabares y mímicas para hacernos creer que la porquería brilla y que todo lo que brilla es oro. Las nuevas autoridades deben tomar nota de esto porque van a ser tanto o más exigidas que el gobierno que sale.

La trillada formula del borrón y cuenta nueva es la primera piedra del pozo al abismo político. Es necesario asumir los puestos ejecutivos de gobierno con profesionalismo, responsabilidad y transparencia, para reconocer lo que se hizo bien y lo que se hizo mal y por qué. No se trata solamente de que siga lo bueno y que pare lo malo, no es así de simple. Hay que fortalecer y mejorar las políticas públicas del gobierno pasado que resultaron acertadas. De aquello que salió mal hay que averiguar por qué, para no repetirlo en el futuro.

La campaña política ya terminó y no es necesario continuarla después del 14 a las 14. Justificar la falta de implementación de programas prometidos durante la campaña es la segunda piedra del pozo. El “no podemos porque heredamos trapos de cucaracha” es la justificación perfecta para después decir que “cuatro años no son suficientes”. Desde la campaña presidencial se tiene una idea de lo que se va a heredar y las promesas se enfrentarán a esta realidad.

La toma de posesión será como una gran boda, un brindis “con mano dura” por la toma de “la guayaba”. Que se celebre el sábado y se descanse el domingo. No habrá luna de miel, porque el lunes a trabajar, sin excusas, sin peros, a echar punta. Espero, en serio, no escribir lo mismo dentro de cuatro años… o antes.