Diálogo. La estrategia del espejismo de diálogo ya se agotó. La etapa que la democracia abre espacios para “dar voz para los que no la han tenido” ya no es suficiente. Ahora hay voces pero, ¿quién escucha?
Hay que empezar con retomar la definición de diálogo, la cual en círculos del primer mundo es “comunicación orientada al entendimiento mutuo”. Potente conceptualización. Todo un reto. El colega y experto en gobernabilidad, Tom Jacobson, resume que para que el diálogo sea válido, su contenido debe ser comprensible, verdadero y sincero. Más importante aún, para ser legítimo debe reunir tres precondiciones: distribución simétrica de las oportunidades para contribuir; capacidad de formular propuestas; e igual tratamiento de las propuestas planteadas. Igualdad de condiciones, en otras palabras. Nuestro “cuco” permanente. Esa agenda de inequidad pendiente en términos socioeconómicos que mencionaba Tomás Rosada también se traslada a diferenciales de recursos de comunicación y se traducen en autismo, manipulación y conflicto.
Para muestra algunos botones. ¿Cómo es posible que el Presidente de la República lance en primeras declaraciones publicadas en los medios, acusaciones y descalificaciones a la comunidad que se levantó justamente por sentirse desoída: “[...] lo sucedido en Santa Cruz Barillas no se limita al descontento por la hidroeléctrica, 'que es pequeña', sino también existen intereses del crimen organizado y de personas o instituciones 'que se oponen al desarrollo del país'”.
Y luego, las declaraciones del fiscal que acepta, nueve días después del asesinato de Andrés Francisco Miguel, que aún no han siquiera tomado declaración de los dos sobrevivientes testigos del crimen.
Enorme error de comunicación el del representante de la Hidro Santa Cruz cuando a mitad del fogarón asevera a un medio impreso que "esta situación es momentánea, retomaremos el proyecto", desestimando la intensidad del problema y reivindicando que pese a todo, ellos de que siguen, siguen.
Mediación y negociación. No se puede seguir dando largas a los asuntos, armando mesas de diálogo que no llegan a nada, ni haciéndose los desentendidos hasta que la situación explota. En todo conflicto se necesita mediación que demuestre acciones concretas para bajar las tensiones. Y en cuestiones como la de Barillas (y los no pocos de la misma especie que se ven venir cual tormenta) el mediador es el gobierno. No pueden seguir evadiéndolo.
El gobierno actual prometió “el cambio”. Sin embargo, en todas las declaraciones periodísticas hay claras denuncias de parte de las comunidades, organismos internacionales e incluso del representante de la empresa hidroeléctrica que el gobierno anterior y el actual son iguales y que no cumplen su papel de mediación y resolución del conflicto.
El estado de sitio es una solución –por demás coyuntural y con daños colaterales– dirigida a la consecuencia, no al problema que ocasionó este y las docenas de conflictos similares que están a casi nada de llegar a la temperatura de ebullición. No se trata de inventar el agua azucarada, sino de una vez por todas tomarse el trago amargo y reajustar. De otra manera, habrá montón de monólogos, frustraciones y manipulaciones con sus respectivos Barillas de consecuencia.
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*Aquí un material de T. Jacobson sobre diálogo y gobernabilidad aplicado a un caso concreto medioambiental:
http://www.google.com/url?sa=t&rct=j&q=thomas%20jacobson%20dialogue%20an...
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