En especial la salida al mercado del producto “New Coke” que permitió a Pepsi Cola montar una estrategia que dura hasta la fecha y en la cual se plantea cómo desbancar del liderazgo mundial de ventas a su competidora, una estrategia que siendo prevista en tiempo para 40 años va cercana a la mitad de su ejecución.
Pongo el contexto de esta megacompetencia, para agregar un punto de vista a la serie de columnas de opinión que en los últimos días critican o apoyan la campaña publicitaria “Guatemorfosis”, porque debe comentarse o criticarse la campaña, sus autores o su intérprete en función de lo que están haciendo, promocionando un refresco de cola.
Es interesante presenciar cómo han salido a flote argumentos de los más variados, henchidos los pechos de nacionalismo, ideales reivindicativos, claridad de estadistas al pedir que se planteen soluciones estructurales como sociedad ¡en una campaña publicitaria! ¡Por favor! ¿Por qué Pepsi Cola lanza una campaña con estas características?, supongo que el diseño parte de que Guatemala es uno de sus más grandes mercados en Latinoamérica, esto como consecuencia de que a principios de los noventa la estrategia mundial de publicidad de esta firma se enfoca en la “nueva generación” y sus resultados están a la vista, los países con poblaciones jóvenes como la nuestra es donde más se vende Pepsi.
O sea, que al igual que la famosa campaña lanzada en 1993, con los monos de laboratorio que eran sometidos a la prueba de consumir Coca Cola (este incrementaba sus habilidades numéricas y cognitivas) y Pepsi Cola (este segundo escapaba de la prueba y se le encontraba en una playa, acompañado de muchachas en bikini conduciendo un jeep similar al que usa Arjona en Guatemorfosis), esta estrategia de largo plazo pretende incorporar a la población joven y los futuros consumidores a las huestes de Pepsi. Ahora y en el caso guatemalteco, mostrando con bastante distancia de la realidad a un chapín aventurero, que recorre su país como un turista que filosofa sobre quién es, en un vehículo con mínima seguridad, usando anteojos y maleta de marca, y saltando espontáneamente a un lago que vaya usted a saber la calidad de agua que tiene en ese momento.
Antes que centrarse a discutir sobre Guatemorfosis a partir de nuestras diferencias de enfoque sobre la imagen país, desde los conflictos no resueltos, mostrando nuestra intolerancia y sensibilidad exagerada, quizás haríamos bien en conversar el tema como en la excelente columna “Anamorfosis” que publica Samuel Pérez en Prensa Libre del viernes 2 de marzo. Cuando surgió la Guerra de las Colas, el CEO de Coca Cola dijo que no le preocupaba la competencia de Pepsi Cola, sino esa costumbre cada vez más creciente de tomar agua pura y refrescos naturales.
No es correcto faltar el respeto en escritos a un paisano exitoso mundialmente como Arjona, menos a sus seguidores, y menos aún por un tema que se antoja trivial; es como si se hubiera criticado a Michael Jackson cuando encabezó la estrategia publicitaria de este mismo refresco. Hasta hoy no tomo Pepsi, ni asisto a los conciertos de Arjona; pero sí me alegra su éxito y me cuesta decidirme entre cuál es mi canción favorita de él: “Si el norte fuera el sur”, “Minutos”, o la que canta con Paquita la del Barrio, ¡esa es excelente!
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