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“Postville es una mancha en la historia legal de EE.UU”

abUSAdos: la redada de Postville, que relata mediante docenas de entrevistas los acontecimientos de aquellos días desde el punto de vista de los migrantes, de jueces, de intérpretes, de habitantes de Postville: la redada, las audiencias, los maltratos a los trabajadores, las condenas, el deterioro del pueblo.
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“Postville es una mancha en la historia legal de EE.UU”

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El miércoles 11 se estrenará en Guatemala el último documental de Luis Argueta, abUSAdos: La redada de Postville. Aquí conversamos con él.

Hubo quien describió aquella jornada como la del Apocalipsis. En realidad, es probable que fuera algo mucho más triste. Porque, en ese momento, no había esperanza de poder salvarse en la tierra de las oportunidades. Porque no había lugar para la ilusión en el país del “American Dream”.

El despliegue fue amplio, se puede imaginar que intimidante, casi terrible. El número de agentes equivalía  prácticamente a la mitad de la población del lugar.

—It’s no rumor. The helicopters are here!

Cuando los nueve centenares de hombres armados del departamento de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos entraron en Postville anunciados por el aleteo de los helicópteros y el trueno de las avionetas a ejecutar una redada en Agriprocessors Inc., la fábrica destazadora y empacadora de carne kosher más grande del país, todo el lugar quedó impregnado de incertidumbre, desasosiego, conmoción y miedo.

— ¡Es la migra, es la migra! —trataban de huir, sin saber cómo hacerlo, los cerca de 389 trabajadores indocumentados que después serían detenidos. Entre ellos, 290 eran guatemaltecos. Alrededor, la belleza extensa, rumorosa y lineal de las planicies de Iowa.

La historia más grande jamás contada

Fue el 12 de mayo del 2008. Los agentes, en sus cárceles rodantes, transportaron a los trabajadores al National Cattle Congress en Waterloo, Iowa. En ese complejo empleado habitualmente para exhibiciones ganaderas, se encerró a los trabajadores y se les sometió a un proceso acelerado. En un Estados Unidos a las puertas de unas elecciones nacionales, los republicanos promocionaron la redada como un éxito, como el operativo de esta naturaleza  más grande jamás visto.

En realidad, todo tenía algo de escenificación, de rareza, de extravagancia, un componente propagandístico, algo similar al artificioso operativo de estos días en la Casa Blanca y en Abbottabat. Exagerado desde el despliegue hasta los procesos. Hasta ese día, en cualquier redada lo habitual era acusar a los inmigrantes de violar las leyes migratorias de los EEUU. En esta ocasión, sin embargo, el cargo había sido elevado a categoría criminal, usurpación de identidad agravada. No tardarían en emerger las voces críticas que aseguraban que se trataba de una argucia o una amenaza para que los acusados, sin comprensión de lo que sucedía, aceptaran una declaración de culpa algo menos severa y prisión de cinco meses. La críticas eran de voces autorizadas. Desde el New York Times hasta la insólita de uno de los intérpretes, Erick Camayd-Freixas, quien se referirá a los procesos como “casos migratorios disfrazados de casos criminales” en los que el juzgado parecía actuar “para el placer de la Fiscalía”, o la del juez que tuvo que sentenciar a los migrantes, el juez Bennet (“Para mí era muy incómodo tener que sentenciar a tanta gente a la vez. Cincuenta y siete personas que ni siquiera han cometido una falta va contra la ley federal… No creo que a estos 57 se les aplicara la justicia; y lo digo pese a que yo mismo fui quien dictó la sentencia, porque estaba atado de manos por el Departamento de Justicia.)

USA/ USAdos/abUSAdos

Luis Argueta no se interesó de inmediato por el asunto, pero no tardaría mucho en desplazarse hasta Postville con la intención de filmar unos capítulos –cuatro o cinco, pensaba- para su proyecto de mini reportajes. Viajó primero a Rochester, Minnesota, y pasando primero por Decorah, un pueblecito de Iowa, llegó a su destino, donde le entregaron las llaves de la casa parroquial que se convertiría durante un tiempo en su alojamiento. Estaba en Postville.

Su llegada no pudo ser más puntual. Aquel viernes 25 de julio de 2008 se llevaría a cabo una reunión en la que algunos congresistas escucharían testimonios como que en la planta de Agriprocessors el trato a los trabajadores era tan malo que algunas mujeres se orinaban en su lugar de trabajo por no poder ir al baño (“Y eso no es muy kosher”, comenta Argueta con sorna). Y un día más tarde una manifestación que congregó según Argueta a más de 20 mil personas de Chicago, Minneapolis, Des Moines, en apoyo de los migrantes desbordaría las calles del diminuto Postville, y al ex viceministro de Relaciones Exteriores Miguel Ángel Ibarra repartiendo algunas bolsas solidarias.

Argueta nunca había pensando en hacer un trabajo de esta naturaleza como parte de su proyecto filmográfico aunque hoy, echando la vista a todas las coincidencias del pasado entre su cine y los migrantes, en cierta manera dice darse cuenta de que ambos tenían que estar juntos. Pero en ese tiempo estaba extasiado. Vivía aquellos días con intensidad y no se quitaba de la cabeza las imágenes de lo visto y lo oído: “la belleza geográfica, el apoyo, la solidaridad, y la complejidad del material, de los sucesos, de los testimonios, me impresionaron mucho.”

Quien lo acompañaba en el viaje le dijo, con una sensación de premonición: “Luis, yo siento que debo estar aquí”.

A él no le costó comprender el calado de aquel sentimiento. Desde el principio había tenido el mismo pálpito, la misma impresión vaga que aun hoy no sabe explicar. Fue entonces cuando los cuatro días originales de la visita se convirtieron primero en once, y después en 30 viajes a Postville y 18 más a Guatemala. Los mini reportajes, en un documental y un proyecto gigante y calambúrico, abUSAdos: la redada de Postville, que relata mediante docenas de entrevistas los acontecimientos de aquellos días desde el punto de vista de los migrantes, de jueces, de intérpretes, de habitantes de Postville: la redada, las audiencias, los maltratos a los trabajadores, las condenas, el deterioro del pueblo.

El espejo de los Estados Unidos

Iowa tiene algo interesante. Cuando uno piensa en el corazón de los Estados Unidos, en el heartland de la América profunda, recóndita, agrícola, ahí está Iowa. Vean si no The straight story, la película de David Lynch sobre un granjero a quien le diagnosticaron cáncer y conduce seis semanas una podadora de césped para ver a su hermano que vive en otro estado.

Iowa tiene algo más. Este trozo de tierra plana como una mesa de billar, sembrada con maíz de punta a punta, es asimismo una imagen detallada de Estados Unidos en muchas maneras que no son evidentes de inmediato. Por ejemplo es tomada como termómetro perfecto o casi perfecto de lo que puede suceder en las elecciones estadounidenses. Cuando Iowa vota por los Demócratas los Demócratas acceden a la Casa Blanca. Cuando por los Republicanos, estos suelen alzarse con la victoria. Iowa, en definitiva, refleja muchas cosas.

—Hay un dicho aquí en los Estados Unidos —recuerda Argueta—: lo que hace Iowa lo hace América.

Postville, un clásico pueblo de Iowa fundado por alemanes y noruegos a quienes luego se unieron judíos europeos, estaba reflejando algo también: que cada vez hay más migrantes venidos de otros lugares, mexicanos, guatemaltecos, europeos del Este, que el país está experimentando una rápida transformación.

En la primera secuencia del documental, se oye la voz vernácula de un locutor de la radio comunitaria de Postville. Anuncia la canción típicamente americana que está empezando a sonar: son los acordes de una pieza muy política de Woody Guthrie, This land is your land, y un verso del estribillo: “This land was made for you and me” (“Esta tierra se creó para ti y para mí”).

Para Argueta, eso significa Postville. Le pregunto qué significa Postville y me dice, en distintos momentos de la entrevista: “Que el país está cambiando a un ritmo acelerado y no lo entienden.” “Querían sentar un precedente, meter miedo. Tenían un manual de 117 páginas con todo tipo de variantes. Querían acelerar el proceso a cuatro días.”

“Postville es también una mancha en la historia legal de los Estados Unidos. David Leopold (uno de los principales abogados especialistas en temas migratorios de EEUU) dice que es un capítulo muy oscuro. Por eso Postville también significa, en este momento en el que algunos piden redadas, un ejemplo de cómo no debe hacerse, de que estas prácticas devastan familias, sociedades, economías…”

“Gran ausencia de niños en los parques”

De un día para otro, había desaparecido no sólo la industria más importante para la economía de la región, sino, principalmente, una cuarta parte de los habitantes del pueblo.

Hijos sin padres, familiares extirpados del entorno (en el documental, el pastor afirma: “las imágenes de lo que vi me recordaron tanto a los desaparecidos de Guatemala desde el principio”). Personas con brazaletes electrónicos (“grilletes”, dice la sinopsis del documental)  que se tenían que enchufar durante dos horas diarias y no podían quitarse ni para la ducha ; mujeres que tenían que oír, cuando caminaban por la calle, cómo las llamaban “putas” y les ofrecían pagarles, ahora que se sabía que no podían trabajar. Hombres y mujeres traumatizados, todo un pueblo: latinos, gringos, europeos. Pero sobre todo, “gran ausencia de niños en los parques”.

“Gran ausencia de niños en los parques”. En el momento en que se la oí a Luis, esa frase me pareció, con su español burocratizado o mal traducido, la mejor metáfora de la desolación.

Le pregunto entonces qué pensamiento o qué relato o qué anécdota le conmovió más y qué dicen los migrantes al ver documental. Por orden del fotógrafo, que quería una imagen con la vista de la ciudad, él, a sus 64 años, está sentado en el murete del Cerrito del Carmen con cierto aire de funámbulo amateur y cara de susto: a un lado la Iglesia y al otro el abismo de varios metros.

Primero me insta a visitar el blog: “Tienes que verlo. María Laura dice que está muy  contenta porque vio que pudieron educar”.

¿Educar a quién?, pregunto ingenuamente.

—A los ciudadanos de Estados Unidos. Ella dice que ellos no sabían nada y que ahora ya saben. —Después, al resto de la pregunta contesta con sobriedad.

—Me conmovió cuando Rosa dice: “Merlín, mi hija, dice que ‘me han hecho muchos regalos, que me han dado juguetes, cosas, que tengo todo, pero no a mi papi’.” —Y luego añade, en una catarata: —También Samantha temblando, cuando dice que ya no pudo seguir hablando con su madre porque le quitaron el teléfono de la mano. O Samantha reviviendo el horror de ese día en el que su mamá desapareció. Por muchos meses.

Los ojos verdes casi líquidos de Luis se han detenido en la copa de un árbol o en el horizonte. Se le ve algo contrariado ahora e inmerso en sus propios sentimientos. Sobre nosotros pasa un avión en el rumbo contrario al de todos aquellos que fueron deportados. El director de cine sale de su abstracción momentánea, todavía en su frágil equilibrio sobre el murete. “Lo que dice la mesera. Eso, lo que dice la mesera. Que Postville era devastación y miedo. Devastation and fear”.

Mientras veía el documental, yo mismo me había sentido sobresaltado por lo que decía la mesera y había apuntado sus  palabras exactas. “Devastation and fear, that’s what you could call Postville”. En el momento en que Luis Argueta lo repite, pienso en un poema del Nobel TS Eliot, en un verso de La Tierra Baldía: “I will show you fear in a handful of dust” (“Te mostraré el miedo en un puñado de polvo”.) Y rememoro que Eliot mismo fue emigrante. De Estados Unidos a Inglaterra. Aunque Eliot no trabajaba en una empacadora de carne kosher sino en un banco. También aprendimos de él muchas cosas.

En breve

abUSAdos: La redada de Postville, es el nuevo documental del cineasta guatemalteco Luis Argueta (productor y director de El Silencio de Neto, Llamada por Cobrar y El Costo del Algodón, entre otras). Se estrenará en Guatemala, el próximo 11 de mayo a las 18:00 horas, en el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias – Gran Sala Efraín Recinos– con el apoyo de la Fundación Soros de Guatemala.

Entrada gratuita. Cupo limitado. Boletos disponibles en: Sophos (Plaza Fontabella, Segundo nivel. 12 calle y 4ª avenida, zona 10) y en La Casa de Cervantes (5ta. Calle 5-18 zona 1).

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