Sí, ríase o llore. Esos son los resultados que en materia de educación sexual entrega la Encuesta Nacional de la Juventud (ENJU) 2011. Eso es comprensible si recordamos que ese año el Estado de Guatemala invirtió diariamente en la educación de cada joven Q2.29. Ante un monto en educación tan paupérrimo, es obvio que se crea que el sida lo transmiten mosquitos o piojos.
Las creencias surgidas del desconocimiento empujan a que uno de cada cinco jóvenes de confesión evangélica crea que el sida se contagia por bañarse en piscinas. A su vez, uno de cada dos de ellos cree que una forma de prevenir esta enfermedad es teniendo relaciones sexuales con personas de apariencia sana. ¿Cree usted que son pocos jóvenes? La ENJU 2011 indicó que ese año había en Guatemala 2.0 millones de jóvenes católicos y 1.3 millones de evangélicos, es decir, hay al menos un millón de jóvenes que no sabe cómo prevenir el VIH-sida, cuya tasa de prevalencia podría reducirse de manera más efectiva con programas públicos de educación sexual. Si no, los costos para la sociedad serán mayores que invertir en estos. Yo prefiero que mis impuestos se usen en educación, y no en compra de antirretrovirales o en atender partos de adolescentes.
Pero, contrario a ello, mediante un nefasto comunicado de prensa, la Conferencia Episcopal de Guatemala (CEG) se opone a la educación sexual en las escuelas. No puedo decir otra cosa sino que la Iglesia permanece en la época medieval (en el mejor de los casos). ¿Habrá que recordarles el martirio de Galileo Galilei?
El mismo comunicado indica que el Estado debe encargarse de temas más apremiantes como la desnutrición. ¿Habrá que recordarles que somos una sociedad que premia el embarazo de adolescentes tal cual lo hiciera Prensa Libre en su famosa Maratón de la Cigüeña, dentro de la cual premió a una niña de 17 años por ser madre? La ENJU 2011 indica que el 58.9 % de las jovencitas de confesión católica que viven en el área rural tuvieron su primera relación sexual sin su consentimiento y sin uso de anticonceptivo alguno. ¡Esas son violaciones! ¿Sabrá eso la CEG?
Así podría seguir enumerando estadísticas en las cuales se evidencia lo urgente e importante de la educación sexual. Sin embargo, no debe ser el único aspecto en el cual deberían centrarse las inversiones en juventud. Esta iniciativa forma parte de un cúmulo de necesidades por atender en este grupo etario. Ya en 2012 el Icefi, en alianza con el Programa de la Unión Europea, produjo el estudio La inversión pública en juventud. Allí evidenciamos que el Estado guatemalteco invierte al día en cada joven Q4.68 (nominalmente), monto del cual el 55 % se destina a educación, sobre todo primaria, pues, debido al fracaso escolar en primer grado, se va acumulando una alta tasa en cuanto a edad que impide ampliar el nivel medio básico.
También encontramos que el 24 % de la inversión en juventud se destina a la salud, pero no preventiva, sino curativa, pues el 80 % de esta es para recuperación de la salud a causa de la violencia y de accidentes (de tránsito, sobre todo).
¿Dónde está un Estado que pueda proveer a nuestros adolescentes y jóvenes salud, conocimiento y oportunidades de emprendimiento? Su presencia es mínima y debe sortear opiniones encontradas sobre su financiamiento, así como dogmas que le temen al buen sexo y favorecen la ignorancia.
Si usted apoya la educación sexual en el sistema educativo, además de lo que las madres y los padres de familia podamos dar, por favor comparta esta columna. Gracias.
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