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Foto de archivo de Jimmy Morales y su familia / Simone Dalmasso

Análisis político-psicológico de la presidencia de Jimmy Morales

Los comentarios de Jimmy Morales son un claro ejemplo de la incapacidad de descentrarse de la propia perspectiva y considerar la de los demás
El presidente está en el centro de articulación del “pacto de corruptos” que lleva a cabo una política sostenida de restauración conservadora
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Análisis político-psicológico de la presidencia de Jimmy Morales

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Recientemente, la Liga de Higiene Mental solicitó un análisis psicológico-psiquiátrico del presidente Jimmy Morales. Este artículo aborda la idea y propone algunos rasgos psicológicos a tomar en cuenta, y se complementa con algunas reflexiones sobre las fuerzas políticas que le dan soporte, así como lo que su llegada a la presidencia dice del electorado que le apoyó.

En una entrevista hecha por The New York Times en 2016, ante la pregunta sobre qué le diría a Donald Trump por la construcción del muro en la frontera Estados Unidos-México, Jimmy Morales contestó que “tenemos mano de obra barata, tenemos muy buena mano de obra”.

En el XI Congreso Nacional de Turismo en 2018, a poco más de un mes de la tragedia del volcán de Fuego en la que murieron centenares de personas, entre chistes e incoherencias, Jimmy Morales invita al turismo diciendo: “Tenemos playas de arena negra y qué rico. ¿Usted se ha quemado los pies con arena volcánica? Lo invito, eso no sucede en otro país”.

La lista podría extenderse a múltiples ejemplos de chistes, analogías, falacias y afirmaciones que provocan estupor por ser inoportunas, ser enredadas o carecer de sentido… y ser tan insensibles como la del muro o de la arena volcánica. Aunque se haya creído que las frases “tipo Baldetti” (en referencia a las torpes declaraciones de Roxana Baldetti) eran el colmo del cinismo o la inoportunidad, Jimmy Morales hace esfuerzos encomiosos por superar a la exvicepresidenta en este campo.

Sin embargo, las afirmaciones de Morales son sólo una parte de su cuestionable paso por la Presidencia. Siendo inoportunas o indignantes, el presidente tiene otras actuaciones u omisiones que son más graves para el país como el intento de declarar non grato a Iván Velásquez o su participación en el llamado “pacto de corruptos”, por ejemplo. Así como una consistente y sistemática falta de visión de país.

Las acciones y declaraciones de Jimmy Morales provocan varias preguntas: ¿Cuáles son las características personales que hacen posible sus afirmaciones y actuaciones? ¿Qué fuerzas sociales y políticas influyen en su presidencia? ¿Qué dice su presidencia de nosotros mismos?

Perfil de Jimmy Morales

Hacer un perfil psicológico usualmente requiere una serie de entrevistas y pruebas que permitan conocer adecuadamente a la persona. Sin tener la posibilidad de entrevistar profundamente y aplicarle pruebas a Morales, a partir del discurso y sus actuaciones se proponen tres características y dos factores situacionales que permiten comprender algunas de las afirmaciones, actuaciones y el “estilo personal” del presidente como hipótesis que necesitarían una ulterior confirmación.[1]

Características de un nivel cognitivo previo a las operaciones formales. El desarrollo cognitivo pasa por distintas fases. De acuerdo con Jean Piaget[2], hay cuatro: etapa sensoriomotora, etapa preoperacional, etapa de operaciones concretas y etapa de operaciones formales.[3] Aunque implican desarrollo, éste no es lineal y puede no llegarse a la última etapa. Esta implica la capacidad de “descentrarse” y otras habilidades importantes de pensamiento abstracto.

Pues bien, la imposibilidad de entender que sus recursos lingüísticos son inoportunos, las incoherencias y enredos de Jimmy Morales pueden ser muestra de dificultades para prescindir del aspecto concreto de las situaciones a las que se enfrenta y de realizar operaciones hipotéticas. El situarse en el nivel de operaciones concretas permite conectar, además, con el próximo rasgo.[4]

Egocentrismo. El egocentrismo puede tener varios significados. En términos generales, todos vemos la realidad desde nuestra posición personal, desde nuestro “yo”. Sin embargo, en términos particulares, el egocentrismo se puede vincular a la incapacidad de descentrar nuestra perspectiva o de adoptar otras perspectivas. Afectivamente se relaciona con la posibilidad o imposibilidad de ser empático y comprender las necesidades, expectativas y deseos de las demás personas. Los comentarios de Jimmy Morales son un claro ejemplo de la incapacidad de descentrarse de la propia perspectiva y considerar la de los demás. El “chiste” del muro o la afirmación de la arena volcánica, evidencia que le es difícil comprender que las migraciones o la erupción del volcán son situaciones complicadas y trágicas para muchas otras personas.

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Histrionismo. El término histrionismo proviene del latín histrio que significa “mal comediante, que representa farsas bufonescas”.[5] Se utiliza como sinónimo de personalidad histérica, aunque puede ser un rasgo de personalidad particular que se caracteriza por la teatralidad, por la “búsqueda permanente de la atención de los demás: mímica, tono, leguaje, cuerpo, “haciéndose ver”.[6] Muchas personas han hecho señalamientos en este sentido respecto a Morales: parece que en todo discurso se encuentra actuando. Enojos, lágrimas, distintas reacciones emocionales tienen cierto dejo de falsedad. La actuación de cómico le dejaba desarrollar este rasgo de manera “natural”, lo cual no es funcional para el cargo de presidente del país.

Los dos factores situacionales son el estrés y la “narcisización” que provoca el poder. El primero es claro: la presidencia genera estrés y esto puede producir distintas reacciones. De acuerdo con cada persona, situaciones de mucho estrés pueden sacar a relucir distintas formas de afrontamiento debido a sus características personales, mediaciones familiares y sociales, recursos económicos o políticos. Se pueden generar muchos efectos que van desde gastritis a distintos grados de alcoholemia, pasando por la utilización de recursos como el deporte, la lectura, las relaciones familiares, entre otros.

En el caso de Morales, a la par de las múltiples obligaciones que conlleva el cargo, su presidencia ha estado marcada por escándalos desde el inicio, por ejemplo, la investigación de Nómada por el uso del Hotel Adriatika por él y su familia, previo a la toma de posesión. Pero parece que una de las acusaciones le afectó mucho más: la presentada en contra de su hermano y su hijo por el caso Botín Registro de la Propiedad. A partir de allí, parece haberse posicionado claramente en el lado del “pacto de corruptos” que se ha ido gestando en su presidencia y que convoca a los sectores políticos, económicos, militares y mafiosos que se han resentido por el trabajo de Cicig y el Ministerio Público.[7]

El segundo factor situacional es menos discutido pero puede servir mucho para la comprensión de las reacciones que se producen en el ejercicio del poder: la narcisización que se produce al ejercer cargos de mucho poder político o económico.[8] Sobre todo en situaciones de autoritarismo arraigado y de “achichinclismo”, las personas que ostentan autoridad y ejercen poder, pueden empezar a creer que la satisfacción de sus impulsos es una obligatoriedad, que su mandato se debe a sus características personales: por ser ellos mismos. El egocentrismo se acentúa y los halagos se vuelven lo mínimo esperable mientras las críticas son resultado de la mala fe de los que critican y se niega su validez o racionalidad, aspectos que pueden evidenciarse en Morales. [9]

Con una complicación adicional: la idea de “elección” religiosa que se encuentra en cierto pensamiento religioso y que supone que la investidura de poder tiene un origen divino. Políticamente grave porque en tanto fuerza social, resulta un soporte conservador poderoso en elque Morales se ha apoyado.

Significación de la presidencia de Jimmy Morales

Ahora bien, un esbozo de perfil psicológico de Morales no agota, ni mucho menos, el entendimiento de la actuación del presidente. Entre otros aspectos, se requiere entender el marco legal desde el que actúa, los procesos de formación del Estado guatemalteco que explican la institucionalidad desde la que existe la figura presidencial, el marco sociohistórico que genera tradiciones, valores, expectativas alrededor de la figura del presidente.

Sin embargo, también puede considerarse la perspectiva de las fuerzas político-sociales que le dan soporte a la Presidencia, desde su círculo cercano hasta quienes le apoyaron en las urnas.

El FCN-Nación, partido político que lo llevó al poder, es resultado de la convergencia de exmilitares de línea dura, agrupados en AVELMIGUA, como Edgar Ovalle (hoy día en fuga por acusaciones ligadas a crímenes durante el conflicto armado, caso Creompaz), quienes han sido asesores cercanos del presidente.

Desde el principio, tuvo distintos contactos con militares y medios de comunicación. Pero como posteriormente se conoció, su campaña recibió financiamiento ilícito de grandes empresarios del país como José Guillermo Castillo, Herbert González, Stefano Olivero, Salvador Paiz, José Miguel Torrebiarte, Fraterno Vila y Felipe Antonio Bosch Gutiérrez.

Como lo señaló el informe de la Cicig sobre financiamiento de los partidos políticos, este es uno de los pecados capitales de la política guatemalteca, pues condiciona el accionar político de quienes llegan al poder.[10] En otras palabras, se deben pagar favores si se recibe financiamiento. ¿Qué tipo de favores? Sobre todo, grandes negocios hechos con el Estado, exenciones de impuestos, impunidad política, entre otros.

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De hecho, más allá de la parafernalia de las elecciones, los procesos electorales se pueden entender como momentos de disputa del Estado como medio de acumulación de capital, en la que participan distintos grupos de poder económico y político.

De acuerdo con la clasificación de Héctor Rosada, el bloque de capital conservador, el bloque de capital corporativo transnacional, el bloque de capital emergente y el bloque de capital mafia (componentes del bloque de poder del país) funcionan como estructuras de poder criminal.[11] Estas estructuras participan en el financiamiento de las elecciones y llevan a los políticos que gobiernan y que son los responsables de la impunidad y la corrupción. El Estado se vuelve un objeto de disputa de estos distintos actores, lo que les garantiza un botín económico y político.

El gobierno de Pérez Molina fue un claro ejemplo de esta disputa. Representantes de distintos sectores, entre los que figuraba Mario López, pueden verse como actores de grupos de capital que buscaban el gobierno como instrumento de acumulación. Parte de la pugna existente en ese gobierno, se puede entender a partir de que los propios políticos del partido y funcionarios del gobierno empezaron hacerse miembros del grupo de capital emergente a raíz de los negocios que estaban realizando (o que realizan aún en espacios estatales nacionales o locales).

Pero, además, el continuo trabajo de la Cicg de Iván Velásquez y el Ministerio Público de Thelma Aldana por investigar estructuras criminales, así como el trabajo de algunos funcionarios y jueces, fue creando una fuerte oposición que se articuló en el llamado “pacto de corruptos”, un conjunto de políticos (diputados, operadores políticos, alcaldes y el propio presidente), militares y empresarios que se oponen a los cambios políticos e institucionales.

En este pacto de corruptos, Jimmy Morales ha sido una figura relevante, en tanto que la presidencia tiene un peso político importante en el que se incluye la colocación de ciertas personas en posiciones clave: Consuelo Porras en la Fiscalía General que, hasta el día de hoy, parece no darle seguimiento a la actuación de Thelma Aldana; y Enrique Degenhart en el ministerio de Gobernación, quien ha llevado a cabo una política francamente regresiva en esta institución.

El intento de declarar non grato a Iván Velásquez por parte del presidente y la actuación del fallecido alcalde Álvaro Arzú cuando Cicig y el Ministerio Público lo señalaron por el caso Caja de Pandora, son dos momentos en que dicho pacto de corruptos aparece públicamente a través de dos de sus figuras significativas.

Es decir, el presidente está en el centro de articulación del “pacto de corruptos” que lleva a cabo una política sostenida de restauración conservadora, para frenar el trabajo e impedir que los avances que llevaron a cabo Cicig y la Fiscalía se consoliden. Esto no se debe a su perfil psicológico, sino a participar en una situación de fuerzas políticas, económicas y sociales de signo conservador, autoritario y corrupto.

Elegir al presidente…lo que dice de nosotros

Jimmy Morales es el octavo presidente electo desde la llamada transición a la democracia, que inicia con la elección a Asamblea Nacional Constituyente en 1984 y su puesta en vigencia en 1986 (pues Gustavo Espina, Ramiro de León Carpio y Alejandro Maldonado Aguirre llegaron a ese puesto por las crisis derivadas del Serranazo en 1993 y por las acusaciones contra Pérez Molina y Roxana Baldetti de 2015).

Vinicio Cerezo Arévalo (DC), Jorge Serrano Elías (MAS), Álvaro Arzú (PAN), Alfonso Portillo (FRG), Óscar Berger (GANA), Álvaro Colom (UNE), Otto Pérez Molina (PP) y Jimmy Morales (FCN-Nación).

Varios de ellos con procesos legales pendientes por diversas acusaciones, encarcelados en algún momento o en fuga de la justicia del país. Esta simple enumeración de presidentes acusados de delitos o de distintos grados de incompetencia, ¿no nos dicen algo respecto a la forma en que nos organizamos y actuamos políticamente?

Ya se ha hecho parte del folklor político nacional votar por “el menos peor”. Es decir, se vota porque no hay opciones satisfactorias y no se toma en cuenta el proyecto político-ideológico del candidato (que usualmente no existe). La pregunta que se impone es ¿por qué seguimos votando los guatemaltecos y guatemaltecas en estas condiciones?

Por ejemplo, el discurso y la imagen que llevó a la presidencia a Otto Pérez Molina fue el de seguridad y la imagen de un hombre fuerte y capaz de combatir a la delincuencia que, en el momento electoral, fue uno de los temas más importantes.

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En el caso de Morales, en el transcurso de la crisis política de 2015 que llevó a la caída de Pérez Molina, Roxana Baldetti y buena parte de su gabinete, la corrupción se fue posicionando como el tema principal del momento político. Representando a la “vieja política”, Manuel Baldizón y Sandra Torres, fueron repudiados por su imagen de políticos corruptos.

En esa situación, un relativamente “nuevo político” como Jimmy Morales con su eslogan “ni corrupto ni ladrón”, logró captar la situación política y en el lapso de un año, pasó de estar fuera de las encuestas a ser electo como presidente de la nación.

Evidentemente existieron otros factores que le permitieron ganar, como las necesarias vinculaciones con políticos locales (como alcaldes).

Pero el tema es que la elección de Morales fue influida por la percepción que logró despertar en la población y el rechazo de los otros candidatos, especialmente Baldizón y Torres.

Aunque en minoría respecto a las exigencias de la crisis de 2015, la consigna “en estas condiciones no queremos elecciones” adquiere mucho sentido. En ese momento, las elecciones fueron realizadas dentro de las condiciones de corrupción política ligada al financiamiento electoral ilícito que señalaba la Cicig. Posteriormente, con el pacto de corruptos parece estarse posicionando una restauración conservadora que, de seguir el curso que llevamos, será la posición que triunfe en las elecciones de 2019.

En términos políticos, esto significa que no existían candidatos y proyectos políticos que representaran alternativas viables dentro del sistema político corrupto guatemalteco. Pero también significa que como ciudadanos no hemos podido organizar una propuesta política decente, con un proyecto que considere y represente los intereses nacional-populares, y que nuestra actuación política ha sido veleidosa, inconsistente y espuria.

La presidencia de Jimmy Morales dice mucho de nosotros como ciudadanos. No hemos podido organizar una fuerza política capaz de desafiar al status quo. Quizás esto es lo más grave de una presidencia como la de Morales: nuestra responsabilidad que esté allí.

 


[1] Los dos primeros me fueron precisados por la Dra. Dina Elías, comunicación personal.

[2] Jean Piaget fue un biólogo y epistemólogo que investigó sobre el “sujeto epistémico”. Para lograr su objetivo, investigó la génesis y el desarrollo del pensamiento de los niños, de allí que suela señalarse que Piaget es un psicólogo infantil.

[3] de Ajuriaguerra, J. Manual de psiquiatría infantil. (Masson, México, D.F., 1986), 24-29.

[4] Hay rumores de un consumo elevado de alcohol por parte del presidente, lo que podría contribuir a cierto deterioro cognitivo. No es posible comprobar estos rumores, aunque existen acusaciones de gastos suntuarios, en los que se incluye licores finos, así como la solicitud de evaluación psicológica-psiquiátrica planteada por la Liga de Higiene Mental

[5] Lermier, Catherine. “Histeria”. En Vassilis Kapsambelis, coord. Manual de psiquiatría clínica y psicopatología del adulto. (Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 2016), 275.

[6] Lermier, Histeria, 279.

[7] Evidentemente, el estrés no es una disculpa de las posiciones que ha adoptado Morales. El acento está en la identificación de rasgos y situaciones que permiten explicar su comportamiento, no disculparlo. Es claro que tiene margen de acción. Puede tratar de declarar “non grato” a Iván Velásquez, ponerse a disposición del poder judicial o renunciar, por ejemplo.

[8] El narcisismo es un estado de experiencia en el adquiere importancia afectiva sólo lo que es considerado propio del sujeto: cuerpo, ideas, personas, etc. La realidad de otros es afectivamente lejana. Es un correlato emocional del egocentrismo cognitivo.

[9] El psicólogo José Posadas señala que Jimmy Morales puede tener una personalidad “evitativa” que implica “que se ve forzada a salir de su zona de confort por aquellos que le manipulan, ya que de presentar rasgos de narcisismo su autoritarismo sería más evidente e impositivo en donde al dar una orden haría que se cumpliese y no el ordenar y posteriormente retirar su criterio por temor a la crítica”, comunicación personal. Esto sería una línea a explorar en la elaboración de un perfil con mayor información.

[10] CICIG. Financiamiento de la política en Guatemala (Guatemala, ServiPrensa, 2015).

[11] Rosada, Héctor. Sistema Nacional de Justicia en Guatemala. Crónica de un fracaso. En Olmedo España, comp. Universidad y Realidad. Enfoques sobre la sociedad y el Estado guatemalteco. (Guatemala, Editorial Universitaria, 2015).

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