Profundizando en el tema, deberíamos considerar su importante papel en la polinización vegetal, que hace posible que el polen floral se disemine, las plantas se embaracen y vengan los frutos. Las abejas polinizan una tercera parte de todas las especies que proveen alimento a los humanos. Sin abejas simplemente no hay alimento. Sin ellas se necesita contratar a seres humanos para realizar manualmente esa difícil tarea (y no es ciencia ficción: en varios países se ha hecho necesario).
Las abejas están en peligro de extinción o de un decrecimiento poblacional que pondría en peligro los sistemas alimentarios humanos. Mientras las poblaciones decrecen, las áreas bajo producción se expanden y el déficit de polinizadores aumenta. Tan solo en Estados Unidos los apicultores han visto un cambio importante en la estructura de sus ingresos. Aquellos por servicios de polinización (camiones cargados de colmenas que viajan de plantación en plantación para suplir la falta de poblaciones locales) pasaron de ser casi una décima parte hará unos diez años a acercarse a la mitad. El cambio brutal se produjo en 2006. Para 2016, había al menos una veintena de cultivos importantes que requerían la contratación de abejas itinerantes para asegurar la fecundación de flores.
Actualmente hay un caliente debate que dificulta que se tomen medidas urgentes para mitigar el impacto del problema. Un repaso a las causas principales del decrecimiento poblacional (sin orden de incidencia) explica el porqué.
Primero vienen la pérdida de hábitat por la deforestación y la expansión urbana, complementadas con el aumento de monocultivos extensivos (que reduce drásticamente la diversidad de la dieta apícola). En opinión de muchos, se trata de una falla de los sistemas alimentarios, pues desaparece la multifloralidad de los ambientes naturales y se reduce a platillo único. Imagine las posibles complicaciones metabólicas.
Le sigue el uso de agroquímicos (recientemente se encontraron al menos seis pesticidas detectables en cada muestra de un extensivo estudio realizado en los Estados Unidos). Cuando consuma miel, piense en que esos pesticidas podrían estar ingresando en su organismo.
En tercer lugar viene un parásito llamado Varroa (visualice garrapatas), que infesta colonias enteras y ataca desde larvas hasta adultos.
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Finalmente, se reporta una enfermedad denominada problema de colapso de colonias. En términos sencillos, las obreras salen a trabajar por la mañana y nunca retornan. Una teoría es que los agroquímicos les causan desorientación y no encuentran el camino a casa. También se especula con causas nutricionales que impiden un metabolismo normal.
Existe una campaña muy fuerte por parte de las empresas agroquímicas para evadir responsabilidades por el uso extensivo (y a veces intensivo) de sus productos. Básicamente, se dedican a desprestigiar estudios que buscan comprobar los efectos nocivos de los agroquímicos en las abejas. Aunque por múltiples razones no se tienen estadísticas concluyentes (o los estudios las manipulan), cae por su peso que, si los insecticidas se utilizan para eliminar insectos y la abeja es uno de tantos, esta tiene que ser afectada. Si eso no fuera cierto, bastaría con rociar una colmena y demostrar que no murió nadie. Fin del debate.
En general, los debates pseudocientíficos alimentados por conflictos de intereses o razones ideológicas no nos llevan a nada productivo. Las causas del calentamiento global son otro buen ejemplo.
El hecho es que la población mundial de abejas ha decrecido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y que la producción alimentaria que requiere abejas ha aumentado enormemente, mientras que las poblaciones de aquellas polinizadoras muestran tendencias que no corresponden a las inversiones humanas para multiplicación de colmenas.
Ya que no podemos reformar los sistemas alimentarios desde esta página, al menos contribuyamos a que las abejas se alimenten bien. No les tema. Plantemos flores en casa, en parques y donde sea posible. Consideremos la apicultura urbana.
Los zombis nunca llegarán a su puerta, tampoco los muertos andantes. Esas amenazas no son reales. Una grave alteración en la producción alimentaria humana y apícola sí lo es. Hagamos algo al respecto.
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* Artículo motivado por una charla TED de Marla Spivak de 2013.
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