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Algo está pasando en Antigua

Estas medidas de “mano dura” perjudican a todos y no hay resultados de mejoría en seguridad, dice el dueño de un restaurante. “Es un reconocimiento de la incapacidad de las autoridades a poder proteger la ciudad”.
"Hemos recibido muchos emails de ciudadanos estadounidenses que nos reclaman que emitamos una nota de seguridad respecto a Antigua", anunció un enviado de la embajada de EE.UU.
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Algo está pasando en Antigua

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Unos estudiantes de español y turistas acuchillados afuera de un bar, una conferencia privada de seguridad en la ciudad con gente de la Presidencia y la embajada estadounidense, calles vacías en las noches y un debate entre si las cosas se ponen peor o siguen igual que siempre con asaltos aislados. Las luces de Antigua parecen estar titilando.

“Antigua es la imagen del país. Es donde vienen los turistas. Es el lugar de los recursos. Es la pecera donde los delincuentes pueden pescar”. Eso dijo hace unos días el alcalde de Antigua, Adolfo Vivar, visiblemente preocupado por algunos hechos de violencia que se han producido en la joya de la corona del turismo en Guatemala, a pesar de que hace cuatro años fue electo con la promesa de llevar seguridad a la ciudad colonial. Según algunas fuentes, estos actos han sido unos casos aislados. Según otras, son cada vez más comunes y pueden ir en aumento si no se toman medidas.

Lo que es innegable es que el miedo poco a poco ha empezado a invadir a ciudadanos antigüeños, a los turistas y a numerosos trabajadores extranjeros que han elegido vivir en esta ciudad colonial, a una hora de la capital, precisamente, por su seguridad.

Algunos extranjeros que viven en Antigua, aunque no quieren alarmar a su familia, ya están pensando en marcharse del país y buscar un destino un poco más tranquilo, donde se puedan divertir sin preocupaciones o caminar con calma por la noche, sin estar continuamente mirando a todos los lados esperando que alguien aparezca para robar. Antes, en el Parque Central, con acceso a Internet gratis, era común observar a varias personas con sus portátiles conectándose a la Red. Pero ahora es más difícil encontrar a gente trabajando con sus máquinas. “Antes venía, pero ahora, después de los últimos acontecimientos, ya no me atrevo”, explica un periodista español que vive desde hace un par de meses en Antigua.

Un día antes de las declaraciones del alcalde, el pasado miércoles 24 de agosto, se convocó otra reunión. Con pesos pesados. En ella las autoridades antigüeñas, municipales y policiacas recibieron fuertes llamadas de atención del enviado de la embajada de EE.UU, del representante de la Cámara de Comercio de Sacatepéquez y del auxiliar de la PDH en el departamento. Incluso asistió un enviado de la Secretaría de la Presidencia, Juan Mario Cervantes, quien intentó, por todos los medios, minimizar los hechos delictivos producidos recientemente.

Es por esta patente preocupación que las autoridades de la Policía Nacional Civil y la Municipalidad junto con el INGUAT decidieron presentar acciones inmediatas para que no volviera a pasar lo que ocurrió la noche del 18 de agosto.

¿Qué pasó?

Esa noche parecía una noche como cualquier otra, pero no estaban todavía solitarias las calles cuando comenzaron los incidentes. A partir de las 20.30 hasta casi la 1 de la madrugada se produjeron entre tres y cuatro ataques en la pequeña ciudad. Los datos son tan difusos como contradictorios, lo que ha alimentado numerosos rumores entre los habitantes. Ni siquiera se coincide en la cantidad de víctimas.

El único rastro en Internet es el de un estadounidense que escribió sobre ello para la CNN en la sección I report, y algunas fotos de las manchas de sangre en las banquetas que se tomaron en la mañana siguiente. De hecho, la Municipalidad reconoce que de uno de los sucesos se enteró a través de una radio local y de otro, llegó cuando ya no pasaba nada. En los medios de comunicación tradicionales se ha producido un inusual silencio.

A la Policía Nacional Civil no le consta que haya ninguna denuncia formal de las víctimas a pesar de tener conocimiento de tres hechos violentos. De uno de ellos, “aún se investiga si solo fue una simple riña entre turistas que salían del Café 2000”, explica el comisario Gustavo Oliva, de la comisión del Plan Cuadrante de la PNC. Según Oliva, solo saben a ciencia cierta el caso de un guatemalteco herido de arma blanca “tirado en la banqueta” en la “zona de la Alameda de Santa Lucía” que “había bebido tanto que no podía contar qué le pasó”, añade.

Este caso, sin embargo, nadie lo mencionó en la primera reunión. En ella, se leyeron dos denuncias presentadas por ciudadanos extranjeros que afectaba a seis víctimas y que probaba que dos grupos diferentes de asaltantes realizaron al menos tres ataques diferentes.

Una de las unidades de los atacantes se movilizó en moto con dos personas, quienes asaltaron con violencia a una pareja de turistas que caminaba cerca de la Iglesia de La Merced. La otra unidad, formada por tres personas, iba a bordo de un picop de color oscuro y agredió al resto de víctimas, cuyo número tampoco se sabe con exactitud.

Lo que sí se dio a conocer es que los asaltantes pertenecen a dos grupos delictivos de la capital unidos que usaban automóviles con placas falsas.

Un hecho cada vez más común, según denunció Byron Gudiel, de la PDH de Sacatepéquez. “Desde hace unos cinco años venimos advirtiendo a las autoridades antigüeñas de que los actos de violencia han ido aumentando de forma progresiva”. Según estadísticas de los informes circunstanciados de la PDH en Sacatepéquez, en 2008 hubo 227 muertes violentas y en 2010, 235 en todo el departamento.

Sus datos contrastan con los que aporta la PNC. Para la PNC el mayor problema, y casi el único, es el robo de vehículos, alrededor de quince al mes. Antes de la instauración del plan cuadrante, explican, por lo menos se producían alrededor de 60 robos de vehículos al mes. Por lo que, aunque no se logrado la extinción de estos hechos delictivos, se han reducido las cifras. Sin embargo, los robos y los hurtos son también un delito que afecta mucho a los turistas, locales y extranjeros. En total, en lo que va de año, según la PNC, se han producido 150 robos y hurtos solo a turistas.

Este plan, aunque se adapta a la “realidad socioeconómica, cultural, educativa, urbana y delincuencial” del área donde se implanta, es un programa instituido por primera vez por los carabineros de Chile, el plan cuadrante consiste en dividirse la ciudad en sectores. Antigua, desde junio de 2008, está fraccionada en 10 zonas, cada una con un promedio de 9 manzanas. Esas cuadras están siempre vigiladas, las 24 horas del día, por una patrulla dotada de dos agentes con un teléfono y una radio. “Nuestra metodología es ser preventivos, en vez de reactivos”, explica el comisario Oliva. “En todos los sitios donde se lleva a cabo este plan se ha reducido el crimen un 50 por ciento”, añade.

Mientras que la Comisaría 74 de Sacatepéquez remite unas estadísticas con solo tres muertes violentas desde el 2008, en las zonas donde se implantó el Plan Cuadrante en Antigua, el comisario Gustavo Oliva se acuerda de al menos trece homicidios en la misma zona. La disparidad de las cifras no sirve para generar certidumbre y confianza en la población.

Que estas cifras, las más optimistas, fueran ciertas supondría que la Antigua sería un lugar con una tasa anual de asesinatos cerca de 80 veces más baja que el promedio del país.

Byron Gudiel, de la PDH, pone en entredicho la efectividad de esta vigilancia, asegura que las cifras son imposibles y anuncia que es posible que se estén introduciendo maras en el territorio de esta ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad. Eso explicaría, lo que comentan algunos ciudadanos de la Antigua que prefieren mantener su anonimato: que algunos negocios empiezan a ser extorsionados.

Debido a estos hechos aliñados con rumores de todo tipo, la sensación de los habitantes es que cada vez Antigua se está convirtiendo en un lugar más inseguro. Así lo expresó también el representante de la embajada de EEUU: “Hemos recibido muchos emails de ciudadanos estadounidenses que nos reclaman que emitamos una nota de seguridad respecto a Antigua”. Y añadió, en relación a lo ocurrido el pasado 18 de agosto: “queremos saber cómo pasó esto en un lugar con salidas tan limitadas donde es tan fácil controlar los movimientos”.

Ya a principios de año, la embajada tuvo que hacer un boletín informativo en el que se avisaba del peligro de la clonación de tarjetas en Antigua: “Los clientes que han utilizado (los cajeros) han perdido miles de dólares, a veces sus cuentas de banco completas. (…) La embajada recomienda no usar los ATMs en Antigua, de ser posible”.

Otro de los testimonios más duros fue el del representante de la Cámara de Comercio de Sacatepéquez, Juan Carlos Martínez –propietario de una academia de español en pleno centro- que aseguró que en apenas tres meses han asaltado con arma a siete alumnos suyos. “¿Ustedes no van a hacer nada hasta que maten a un turista?”, apeló, muy enfado, a las autoridades presentes. “¡Tienen que actuar ya!”.

Eduardo Mata, dueño del restaurante La Esquina, también comenta que cada vez habla con más turistas que llegan a la ciudad con miedo. “Antes los familiares de los visitantes no sabían qué pasaba en Guatemala, su imagen como mucho era la de sus bellos paisajes, pero cada vez tienen mayor conocimiento del peligro de acá y se preocupan más”.

Quizás, por esta razón es que el turismo haya bajado tanto en el último año, aventura Mata.

Según estadísticas del Consejo Centroamericano de Turismo del Sistema de Integración de Centroamérica, SICA, “todos los países de Centroamérica aumentaron las llegadas de turistas en el 2010 con respecto al año anterior, generándose un incremento promedio del 3.7%. El único país que presentó disminución fue Guatemala a razón de 12.4% con respecto al 2009”.

Esta percepción de inseguridad también es patente en los extranjeros que viven en Antigua. Se sabe que en la colonia El Manchén han sufrido al menos tres allanamientos de delincuentes, aunque ninguno ha sido denunciado. Siempre con el mismo procedimiento, como el que utilizaron contra una trabajadora extranjera, que prefiere ocultar su nombre.

Era un domingo por la mañana del mes pasado cuando ella estaba en su casa, sola, tranquila... Cuando de repente, se encontró dentro de su vivienda con dos personas que la ataron de manos y pies, y le taparon la boca. Aunque ya no vive en la colonia, el susto aún le dura, y ha decidido marcharse del país en breve.

En ocasiones, las autoridades prefieren echarle la culpa a las víctimas con la idea de que los turistas son demasiados despreocupados, beben mucho, incluso se drogan, y por eso, surgen peleas y muchos problemas entre ellos. Según el comisario Gustavo Oliva, “gracias a la mano dura de la Municipalidad, los vecinos se quejan menos. Antes muchos nos preguntaban: ‘¿qué hacemos con tanto borracho en las calles?’”. Por eso, recomendamos a los turistas no salir muy tarde en la noche”, dice Oliva.

La administración municipal de Adolfo Vivar decidió desde 2010 aplicar rigurosamente un reglamento que prohíbe que existan bares cerca de escuelas en el país –que no se aplica en el resto del territorio nacional– y restringir la venta de cerveza y vino después de las 10 de la noche con el objetivo de “tranquilizar la ciudad”. Sin embargo, según varios habitantes, apoyados por la PDH, estas medidas de seguridad tomadas por la Municipalidad y la PNC no solo han hecho que la Antigua sea más segura, sino que están perjudicando al turismo. 

Por ejemplo, Mata se muestra muy contrario a la limitación de horario de los bares y restaurantes, que solo pueden estar abiertos hasta las 11 de la noche. “Los extranjeros vienen a divertirse, quieren vivir como en sus países y no se les puede decir que se vayan a las 11 a su hotel”. Estas medidas de “mano dura” perjudican a todos y no hay resultados de mejoría en seguridad. Además, añade, “es un reconocimiento de la incapacidad de las autoridades a poder proteger la ciudad”. A partir de esa temprana hora para los visitantes, las calles se empiezan a quedar desiertas y la sensación de inseguridad aumenta.

La municipalidad, a través del síndico segundo del Consejo Municipal y de la Comisión de Seguridad Ciudadana, Josué Joel García Resendiz, se exonera y culpa de forma directa a la PNC: “La Policía de la Municipalidad no tiene armas, es preventiva, solo tiene la radio y su condición física”, justifica; por lo que el problema es que “los de la PNC no tienen la mínima idea del trabajo que deben hacer. No funciona la supervisión de los jefes. Si la hubiera, se notaría en los resultados”, explica.

Gudiel, de la PDH, corrobora la misma visión restrictiva y policíaca de la seguridad ciudadana: “Yo vengo todos los días a las 4:30 horas de la madrugada y muchos días no veo presencia policial en las entradas de la ciudad. Las maras de las localidades limítrofes de Ciudad Vieja, San Juan del Obispo, Jocotenango y Villa Nueva han detectado que Antigua es caldo de cultivo para delinquir y como las entradas no están controladas entran”.

El comisario Manuel Salguero, de la PNC, no se muestra de acuerdo y argumenta que “el trabajo de la seguridad no es solo responsabilidad de la policía. Necesitamos terminar con las críticas destructivas a la policía. Se vale soñar con el crimen cero, pero eso en Guatemala hoy en día es imposible”.

Por su parte, el comisario Oliva también se molesta cuándo se critica la actuación de sus agentes. “Si alguien ve a algún oficial que no cumpla su trabajo debe avisarnos para que tomemos medidas. La sociedad debe ser quien nos fiscalice”, responde. Más tarde, en su humilde oficina, seguirá defendiendo el programa del plan cuadrante, pero se quejará de las condiciones de trabajo y de la actitud de la población. “En Chile funcionó mucho mejor porque allí respetan a sus carabineros. Aquí, no es así. No nos tienen confianza. La población tiene que cambiar el concepto antiguo de la policía. Cuando empezó el plan se quitaron a todos los agentes de antes y se pusieron a nuevos”. Asimismo, a pesar de la dedicación –Oliva asegura estar 24 horas disponible en su celular- hacen lo que pueden: “Tenemos averiadas varias patrullas –que se deterioran de forma muy fácil debido al empedrado de las calles- y en lo que va de año nos han quitado a 23 agentes”. En la actualidad, cuentan con 70 agentes, cuando se necesitarían como mínimo 190. En cuanto a las patrullas, tienen 8 en buenas condiciones, pero necesitarían como mínimo 14, según cálculos de Oliva. En definitiva, “nuestros medios son muy limitados”. Debido a estas carencias de personal es que la gente no conoce a los agentes, pues la idea del Plan Cuadrante es que se establezca una buena relación con los habitantes y los policías puedan enterarse mejor de los problemas que pueden desarrollarse antes de que ocurran. Por ello, dedican también mucho tiempo a labor humanitaria. “Por ejemplo, si alguien necesita ir al hospital, nosotros podemos acercarle”, lo que en ocasiones provoca críticas entre la población, porque piensan que no están realizando su trabajo, sino que se mantienen “paseando” o “enamorando” a las mujeres.

Acciones inmediatas

La teoría de la Municipalidad es que estos hechos de violencia del pasado 18 de agosto tienen un móvil político, debido a las próximas elecciones, en donde el alcalde Adolfo Vivar se presenta con el Partido Patriota bajo el mismo lema de seguridad. Las pasadas elecciones se presentó, y ganó, con la UNE; y anteriormente perteneció al Frente Republicano Guatemalteco (FRG).

La rueda de prensa la convocó precisamente para anunciar su preocupación y las medidas inmediatas que se iban a tomar, aunque siempre quedó la duda sobre si pretendía ganar votos.

En cuanto a las acciones, anunció que la Municipalidad quiere apoyar a la PNC con 18 agentes de la policía municipal; el Inguat, por su parte, aportará 15 motos, dos tuc tuc y un sistema de comunicación. Oliva espera que esta vez el Inguat cumpla con el apoyo anunciado: “Espero que sea cierto. Hace dos años nos ofrecieron lo mismo, pero al final no se llevó a cabo ninguna colaboración”, expresa.

Además, la Municipalidad se encargará de repartir calcomanías con los teléfonos de seguridad por todas las casas y comercios. Y una vez más, Vivar anunció uno de sus proyectos estrella: Poner cámaras de seguridad. Ya en 2009 lo comunicó a bombo y platillo, pero aún no se ha llegado a nada. En una entrevista de 2009 dijo que Antigua sería la “primera ciudad digital de Centroamérica” con la “colocación de 84 cámaras de seguridad”. Sin embargo, casi finalizando este mandato no ha podido llevar a cabo este ambicioso proyecto. En la rueda de prensa solo ofreció “colaboración con los empresarios” para poner el cableado. “Ya tenemos 7 kilómetros y medio de cableado y estamos en proceso de espera”.

Se espera que todas estas acciones ayuden a reducir los hechos delictivos; aunque parte de la población es bastante pesimista. Por ejemplo, Michael Sherer, un jubilado estadounidense que lleva viviendo aquí más de tres años, no confía en que el aumento de elementos de la policía vaya a mejorar la seguridad. Otros, piensan que se está exagerando, como Ricardo Recinos, del hotel Cirilo, quien asegura que en 17 meses de actividad a ninguno de sus huéspedes les ha pasado nada grave, excepto el problema de clonación de tarjetas de crédito.

El caso es que, aunque sea cierto lo que dicen las autoridades que son crímenes comunes que no deben alertar a los ciudadanos, en realidad, la sensación de inseguridad entre algunos habitantes de Antigua ha aumentado en los últimos meses. Solo el tiempo dirá si las medidas son efectivas, si la situación se calma, si se ha exagerado demasiado y no vuelven a ocurrir este tipo de hechos o se cumplen todos los malos augurios y Antigua se contagia de la violencia que invade Guatemala y deja de ser la joya del turismo de Guatemala.

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