Al estilo ‘Gran Hermano’

Orson Welles tampoco desentonó, ahora por donde caminamos vamos siendo vigilados y al igual que los antiguos orejas artesanales que habitaban en las cercanías de paradas de buses disfrazados de chicleros o vendedores de hot dogs, cantinas y barberías entre otros lugares óptimos para capturar información. Nuestros correos electrónicos, llamadas telefónicas y cualquier otra comunicación pueden ser  y son vigiladas; luego procesadas, clasificadas, interpretadas y almacenadas. Pero lo más rumboso es cómo se graba nuestra figura, movimientos, acciones y gestos, las cámaras de vigilancia han dado su lugar en la historia de la humanidad  al estilo “Gran Hermano”.

Dicen las estadísticas que la ciudad más vigilada del mundo es Londres, a pesar que Shenzen en China ha colocado un mayor número de cámaras, en proporción de personas vigiladas cuando alguien está en Londres es grabado en promedio 300 veces al día, además de registrar las matrículas de los vehículos que entran en la ciudad. Es de esperarse que cuando menos el tráfico esté bien vigilado, ya que no parece ser que el impacto en la disminución del crimen haya sido tan efectivo, en proporción a la cantidad de recursos invertidos para montar estos mega sistemas de vigilancia.

Y es que obviamente, los videos obtenidos pueden ayudar a investigar y sancionar crímenes, con limitaciones; y estas limitaciones son mucho mayores al momento de suponer que nos ayudarían a prevenir la criminalidad, su eficiencia es extremadamente limitada y para eso habrá que esperar que la tecnología alcance la fantasía de “Minority Report” la película de Steven Spielberg filmada en el 2002, y en la cual la policía de un futuro próximo era capaz de visualizar los crímenes antes de que sucedieran.

Pero no solo en las calles se está expuesto a la vigilancia, para el caso de Londres a las cámaras de las calles se suman las de los autobuses, el metro, etcétera. En nuestras ciudades más allá de la vigilancia que desempeñan las cámaras funcionando, estas se encuentran en espacios privados tales como empresas, instituciones públicas y otras.

A la larga si vamos a estar vigilados, tal vez se extraña la época romántica de los Oidores que rendían informe al Visitador  como nos escribía Pepe Milla, o las comunicaciones cifradas de la Segunda Guerra Mundial, porque las grabaciones de audio y los videos no dejan mucho a la imaginación y casi nada oculto. Por eso, aquel que vaya a hacer propuestas indecentes o a manipular los eventos que preceden y legitiman una reunión, debe cuidarse bien de quitar las baterías a los celulares o apagar la señal de las cámaras, más si tienen canal propio de televisión.