El ciclo hidrológico (evaporación, condensación y precipitación) es un proceso ecológico esencial para todas las formas de vida. Prodigio de la naturaleza, tan cotidiano que no lo valoramos.
Hay una intrínseca relación entre los árboles y el agua. Por eso la importancia de los bosques nubosos y las zonas de recarga hídrica. Éstas son estratégicas y deben ser consideradas un asunto de seguridad nacional.
La gestión del agua es un tema de gobernabilidad y, como tal, evidencia conf...
El ciclo hidrológico (evaporación, condensación y precipitación) es un proceso ecológico esencial para todas las formas de vida. Prodigio de la naturaleza, tan cotidiano que no lo valoramos.
Hay una intrínseca relación entre los árboles y el agua. Por eso la importancia de los bosques nubosos y las zonas de recarga hídrica. Éstas son estratégicas y deben ser consideradas un asunto de seguridad nacional.
La gestión del agua es un tema de gobernabilidad y, como tal, evidencia conflictividad sobre situaciones como la lucha por el acceso y la disponibilidad de los bienes hídricos para actividades humanas frente a las económicas.
El acceso universal al agua es un derecho humano. En Guatemala, el sector agua potable y saneamiento apenas cubre al 70% de la población, pese a lo regulado en los códigos de Salud y Municipal. Desde hace 10 años duerme en el Congreso el proyecto de ley que regula este sector. Es vergonzoso que en el país mueran anualmente 10 mil niños por “una pinche diarrea” (segunda causa de morbilidad infantil), prevenible con sólo clorar el agua.
Los usos económicos generan conflictos entre poblaciones, autoridades e inversionistas, por proyectos como las industrias extractivas (minería metálica y cementeras), las agroindustrias (palma africana y caña de azúcar) y de energía (hidroeléctricas).
Al mandato del artículo 127constitucional se debe promulgar la Ley General de Aguas. Como el asunto cruza intereses económicos, cualquier iniciativa carece de respaldo y voluntad política.
Mientras tanto, el patrimonio hídrico de la nación está deteriorado. Ejemplos: Amatitlán, Motagua, Izabal, Samalá, Atitlán, Madre Vieja, Ayarza, Paz, Petén Itzá y las 38 cuencas hidrográficas en total abandono. Lagos convertidos en pantanos, ríos en basureros y las zonas costero-marinas como resumideros. Nuestros cuerpos de agua son receptores de cualquier porquería generada por una sociedad irresponsable, consumista, insensible y totalmente ciega.
Finalmente, la problemática del calentamiento global y el cambio climático, con fenómenos de vulnerabilidad ambiental, hidrometereológicos extremos, El Niño, La Niña y sequías, nos complican la existencia. Un incierto futuro nos espera. “Justicia para la naturaleza”.
Más de este autor