Cuando don Hilario, campesino de toda la vida, oyó al funcionario llamarles "suelos improductivos" a las tierras de Baja Verapaz, no dudó en interrumpirlo para aclararle que las tierras no son las malas; lo es el desconocimiento para tratarlas.
“La agricultura es para hombres sabios”, dijo una vez San Agustín. La experiencia de vivir con la tierra y de la tierra ha permitido a los campesinos obtener un conocimiento singular. La relación entre campesino y tierra trasciende de lo material a lo espiritual. Por eso hay tristeza si se separan, y cuando están juntos se cuidan mutuamente.
Los fenómenos ocasionados por el cambio climático hacen necesario aprender nuevas técnicas para el cuidado de la tierra. Y sobre todo si se vive en el corredor seco, zona de escasas lluvias y suelos áridos. Son siete departamentos los que lo integran.
Baja Verapaz es uno de ellos, y ahí el conocimiento está contribuyendo a mejorar la producción de los agricultores. La FAO lideró una serie de capacitaciones. Si bien no llegan a todos, quienes han tenido acceso a talleres sobre agricultura sostenible están consiguiendo adaptar su parcela a las dificultades geográficas y climáticas de esa zona.
En el corredor seco del oriente del país se calcula que habitan 300 mil familias, un 18.7 por ciento de la población.
Un sector grande de la población guatemalteca tiene un limitado o inexistente acceso a una extensión adecuada de tierra. De ahí la importancia de que la poca tierra que se tiene, propia o arrendada, se conserve.
De lejos los cerros se ven con tonos almendras, apenas se observan los verdes. Los campesinos, en cambio, los ven desde dentro. Han aprendido que dejar las hojas secas de la milpa sobre la tierra la mantiene con vida. Y es que bajo las capas de rastrojo se conserva la humedad y la planta extrae su alimento del suelo. El sol, el aire, el agua y el humus complementan el acto.
En algunas parcelas están apareciendo nuevos cultivos pese al terreno rocoso y árido. Los verdes del macuy, del bledo y el chipilín, entre otros comestibles, están renaciendo. También el ayote, el frijol, la piña, el té y el rábano.
La vida también surge de las piedras rocosas, y hasta dentro de lo que antes fueron llantas de carros. “No comprendo por qué las queman cuando protestan”, dice don Manuel, quien sembró en cada una diferentes especies de hierbas. El aprendizaje incluye, además del manejo de rastrojo, la elaboración y uso de abonos orgánicos, siembra de árboles, la no quema, reciclaje, manejo de plásticos, entre otras cosas.
Si bien es cierto que antes del hombre fue la tierra, en este tiempo se complementan, siempre y cuando se tiene acceso a ella.