Entonces, el joven, prendado de aquella dama, la invitó a su casa. Estando ambos descansando en la alcoba nupcial, quiso saber Afrodita si al cambiarle el ser a la gata la había mudado también de carácter, por lo que soltó un ratón en el centro de la alcoba. Olvidándose la gata-doncella de su condición humana, se levantó del lecho y persiguió al ratón para comérselo. La diosa, indignada, la volvió a su original estado.
Moraleja: el cambio de estado de una persona no la hace cambiar sus instintos.
Sencillo, simpático, bonachón, con su rostro redondo y afable y con voz pausada pregonaba, cual gata convertida en doncella, que no era ni corrupto ni ladrón. No era un político tradicional, no había gastado millonadas en su campaña y ofrecía la promesa de cambiar el país y combatir la corrupción. La mayoría del pueblo le creyó y, al igual que el joven de la fábula, cayó rendido por sus encantos.
Sin embargo, ya en la alcoba presidencial, Jimmy Morales comienza a mostrar su naturaleza.
Cuando estaba en campaña y el mismo día que tomó posesión, Jimmy afirmó que el Frente de Convergencia Nacional (FNC-Nación) no aceptaría legisladores tránsfugas. La bancada del FCN llegó al poder con 11 diputados electos, pero al poco tiempo comenzó a nutrirse con tránsfugas del PP y de Líder. El presidente Morales pisó sus propias palabras y no tuvo empacho en aceptar a cualquiera en sus filas. Hoy muchos de estos (12, según mis cuentas) tienen procesos judiciales abiertos o están prófugos.
Militares de dudoso pasado entran en su círculo de confianza. Tal es el caso de Édgar Justino Ovalle Maldonado, miembro de la Avemilgua, que encabezó el listado nacional del FCN. Documentos desclasificados vinculan a Ovalle con comandos que participaron en masacres y desapariciones de personas en los años 80. El militar está prófugo y tiene una orden internacional de captura.
Afrodita, maliciosa y desconfiada, decide poner a prueba a nuestro presidente. Quiere saber de qué está hecho realmente, conocer su naturaleza. El 18 de enero de este año el Ministerio Público gira orden de captura contra su hijo y su hermano por los delitos de fraude y lavado de dinero. Al principio, el mandatario parece responder con mesura. Sin embargo, el golpe es muy fuerte y poco a poco vuelve a salir su instinto.
Nuestro presidente, tranquilo y bonachón, revela su naturaleza oscura y, al igual que aquella gata de la fábula, comienza a perseguir al ratón. Ahí estamos ahora, con un mandatario que a escondidas acecha a su presa, trama en secreto sus planes y está dispuesto a saltarse todas las trancas con tal de agarrar al ratón.
Finalmente Jimmy Morales se nos muestra en su entera naturaleza: traidor, embustero y dispuesto a aliarse con sospechosos personajes, muchos de los cuales tienen cuentas pendientes con la justicia.
Su maniobra de declarar no grato al comisionado Velázquez fue dichosamente detenida el martes pasado, cuando la Corte de Constitucionalidad otorgó amparo definitivo a favor de la permanencia del colombiano en Guatemala. Se ganó esta batalla.
Por sus maniobras, ahora los ciudadanos y la comunidad internacional saben que el presidente Jimmy Morales no es una bella doncella y que representa una amenaza para la lucha contra la corrupción. La guerra seguirá, pero ahora conocemos su naturaleza. Y eso le va a salir muy caro.
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