El Ministerio de Relaciones Exteriores de aquel país anunció el 5 de noviembre de 2015 que cerrará cinco embajadas alrededor del mundo en 2016, una de ellas la de Guatemala. El Gobierno explica que el cierre de estas embajadas se debe a recortes al presupuesto nacional de cooperación para el desarrollo con el fin de hacer frente a la crisis global de refugiados. Sin embargo, los lazos de amistad entre las organizaciones no gubernamentales noruegas y las guatemaltecas son fuertes y tienen una historia de casi 40 años. Es la misma sociedad civil noruega la que en este momento se moviliza y presiona al Gobierno para que reconsidere la decisión de cerrar la embajada. En Guatemala, columnistas como Humberto Preti, Susana Barrios y Antonio Sandoval han tergiversado las razones del cierre de la embajada y han mentido sobre ello. Aquí ofrecemos algunas aclaraciones.
Los temas que causan malestar a las élites
La ayuda noruega para el desarrollo enfatiza la participación política, los derechos humanos y los derechos de los pueblos indígenas. Desde 2009, el Programa Maya ha sido la iniciativa principal de la embajada noruega en Guatemala. Este programa se ejecuta por medio de organismos multilaterales en varios temas: justicia, a través de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos; educación, a través del Unicef; y participación política, a través del PNUD. Varias organizaciones no gubernamentales noruegas también han tenido presencia en Guatemala desde 1976 y han venido desarrollando programas específicos acordes a dichos ejes temáticos.
El enfoque de la cooperación noruega para el desarrollo, tanto la oficial, ejecutada a través de organismos multilaterales, como la de las organizaciones de la sociedad civil noruega, les ha causado malestar a las élites guatemaltecas —empresariales y militares—. Pero la manifestación de dicho malestar, que no ocurre abiertamente sino hasta en 2010, se debe entender dentro de un contexto. Noruega se volvió blanco de una campaña amplia de desprestigio que se ha lanzado desde una red que se articula por afinidades ideológicas e intereses políticos y económicos y que no persigue denunciar ilegalidades concretas, sino debilitar y asfixiar a las organizaciones sociales guatemaltecas que estorban al proyecto de la élite, es decir, un proyecto de imposición y expansión de empresas mineras, hidroeléctricas, palmeras y petroleras, la lucha por la memoria histórica y la negación del genocidio. A pesar de todas las acusaciones y difamaciones, hasta el momento nadie ha presentado pruebas de que lo que se afirma sobre la cooperación noruega sea cierto. No ha habido procesos legales ni auditorías que develen anormalidades.
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Noruega non grata
La red que promueve esta campaña de desprestigio vincula a empleados de entidades como la Universidad Francisco Marroquín, la Fundación contra el Terrorismo, la Asociación para la Promoción de la Libertad y el Desarrollo Sostenible (APLDS), la Cámara de Industria, la Asociación de Veteranos Militares de Guatemala (Avemilgua), la gremial de empresas extractivas y varios comentaristas públicos que se han expresado ampliamente, pero sin pruebas, en medios controlados por las élites o por sus aliados.
Representantes de la APLDS, entre ellos Jorge Lemcke, insinuaron durante una reunión con el Ministerio de Comercio en Noruega en 2011 que dicho país cancelará su apoyo a organizaciones indígenas y campesinas. La respuesta que recibieron es que en Noruega es común que la sociedad civil no esté siempre de acuerdo ni con el Gobierno ni con la élite y que el Gobierno no censura a las ONG. En 2014, Eduardo Aguirre, gerente de Cementos Progreso, se reunió con el ministro noruego de Relaciones Exteriores. Cementos Progreso preparó y difundió en círculos diplomáticos un documento en el cual —sin investigación policial, sin juicio y sin más evidencia que la preparada por ellos mismos— se acusaba a Daniel Pascual y a Amílcar Pop no solo de la oposición a la planta de cemento en San Juan Sacatepéquez, sino de la masacre en Los Pajoques.
Nuestro ministro de Relaciones Exteriores deja mucho que desear en todos los aspectos, pero el poder de Cementos Progreso y de la red a la que pertenece no es tan fuerte como para que puedan ejercer presión sobre él. Los intereses económicos de Noruega en Guatemala son totalmente insignificantes. Y aunque fueran muy grandes, ningún ministro noruego cedería ante las presiones, la manipulación y el chantaje de la élite guatemalteca.
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En abril de 2015, Cementos Progreso llevó en su helicóptero a una periodista freelancer noruega, Anne Håskoll-Haugen, a visitar la planta de cemento en San Juan Sacatepéquez y a hablar con una viuda en Los Pajoques. La periodista estaba preparando un reportaje que finalmente fue titulado «Noruega non grata» y publicado en una revista de circulación muy reducida, Bistandsaktuelt, que edita la Agencia Noruega de Cooperación para el Desarrollo (Norad, por su acrónimo en inglés). Aunque el reportaje puede ser considerado conveniente para la élite guatemalteca, su intención parece haber sido otra. El actual gobierno de Noruega, de derecha, había dado señales de que haría recortes, los cuales incluían la cancelación de la revista, por lo que esta probablemente consideró que un reportaje como el que escribió Håskoll-Haugen provocaría al menos debate y que con ello sería evidente la importancia de la revista para el Gobierno. Pero no fue así. Dicho reportaje no causó en Noruega el menor revuelo. Solo llamó mucho la atención de un grupo muy reducido de académicos y activistas que conocen muy bien Guatemala, que entienden la estrategia propagandística de la élite y que señalaron la pobre calidad del reportaje y sus carencias en términos de contexto e historia.
La crisis global de refugiados, el gobierno derechista de Noruega y la transformación de la cooperación en América Latina
A inicios de noviembre, la coalición de derecha que gobierna Noruega presentó su propuesta de presupuesto, la cual será finalmente aprobada con modificaciones por el Parlamento. El presupuesto es congruente con las decisiones que el Gobierno ha tomado para afrontar la crisis de los refugiados sirios, que le costarán a este varios miles de millones de coronas. En lo que respecta a la asistencia para el desarrollo, los sectores que más recortes sufrieron fueron las organizaciones no gubernamentales noruegas, los organismos de las Naciones Unidas y el sector académico que trabaja en asuntos de desarrollo en todo el mundo.
Aunque los recortes en estos sectores son dramáticos a nivel global, la asistencia para el desarrollo en América Latina fue eliminada casi en su totalidad. En el presupuesto de 2016 se observa una reducción del 79 % de lo que se asignó a la región en 2015, que ya había sufrido una reducción del 36 % en comparación con el presupuesto de 2014. El nivel de la cooperación noruega para toda Latinoamérica se ha reducido a solamente 3.4 millones de dólares, lo que indica que la región en su totalidad es irrelevante para Noruega. Y no es sorprendente. La política exterior de Noruega en América Latina nunca ha sido muy clara. Noruega no tiene intereses económicos fuertes en la región, y la crisis de los refugiados está teniendo efectos inesperados en la sociedad noruega. Dentro de esta lógica se enmarca el cierre de la embajada en Guatemala y de otras cuatro alrededor del mundo. El papel de Noruega como actor global está en transformación. También el papel de las organizaciones no gubernamentales noruegas cambiará. Sin embargo, la última palabra todavía no ha sido dicha. El presupuesto no se ha aprobado aún, y la sociedad civil noruega se está moviendo para impedir que el Gobierno imponga sus políticas sin un debate abierto e informado.
* Marianne Gulli tiene una maestría en Ciencias Sociales de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) con sede en Guatemala.
** Ingrid Fadnes tiene una maestría en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Oslo.
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