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Adelante, aunque Guatemala no llegue todavía

“Guatemala está adelante”, de nuevo. “En desnutrición”, “en empleo”, “en seguridad”. Y Otto Pérez Molina, por decir “adelante” quiere explicar que está a punto de llegar, que todavía falta, que en realidad “estamos, como país”, un poquito atrás, pero ya casi.
Hay muchas variables exógenas que se salen del control del Estado y sus políticas públicas. Los políticos reclamarán siempre un crédito sobre ello aunque no sepan explicar cómo”.
Los gobernantes, Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti, realizaron la rendición del informe del tercer año de gestión, frente al cuerpo diplomático e invitados especiales.
Otto Pérez Molina dijo que con satisfacción y optimismo "puedo decirles que Guatemala está adelante". [Sandra Sebastián]
El mandatario aseguró que en el tercer año de gobierno han logrado importantes avances en su tercer informe de gobierno. [Sandra Sebastián]
Pérez Molina destacó avances en seguridad, nutrición y empleos, entre otros, en su tercer informe.
Al evento asistieron los presidentes del Organismo Legislativo y Judicial, además del representante de la Corte de Constitucionalidad. [Sandra Sebastián]
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Adelante, aunque Guatemala no llegue todavía

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El presidente Otto Pérez Molina presentó el 14 de enero el informe del tercer año de su gobierno. Un año que resumió bajo el lema “Guatemala está adelante”, sin precisar delante de qué o de quién. Los datos y las cifras esconden demasiados obstáculos para que la administración del Partido Patriota cumpla con todas sus promesas.

Una plaza vacía. Un parque central cercado, rodeado por completo de vallas metálicas de color azul. Un Palacio Nacional de la Cultura custodiado en su totalidad por agentes de seguridad. Nadie pasa. Nadie entra. Nadie puede protestar o mostrar descontento. La gente que se topa con los obstáculos no se entera de nada hasta que ve las mantas, blancas, gigantescas, donde se anuncia la presentación del “Informe tercer año de gobierno”, del gobierno de Otto Pérez Molina. Así todos saben por qué nadie puede pasar.

—¿Tres años ya? —pregunta un hombre que pasa de largo. En su tono de voz se percibe cierto alivio.

Esta vez no hubo mitin ni celebración ni multitudes forzadas (y pagadas) para fingir que todo es felicidad. Nada de eventos previos. Nada de pancartas y banderas con el color del partido oficial. Aunque la Secretaría de Comunicación de la Presidencia anuncia que visitarán, pronto, el departamento de Huehuetenango para presentar, sí, de nuevo, la evaluación del tercer año de gobierno. Y sí, en un mitin. 

Sandra Sebastián

Adentro —detrás del perímetro de vallas metálicas que rodean el parque— todo es paz y seguridad. Todo lo bueno concentrado de repente en un solo lugar. Dentro del Palacio Nacional el saldo de tres años es positivo: Índices de cambio, mayores oportunidades de empleo, economía en alza, desnutrición a la baja, homicidios cada vez menos, y una lucha constante contra la pobreza y la inequidad.

“Guatemala está adelante”, repite una decena de veces Otto Pérez Molina durante su discurso. Y cada vez que la frase se menciona, el público —ministros, embajadores, magistrados y altos funcionarios— no tiene, no puede ubicar, ningún punto de referencia para saber exactamente delante de qué. No les queda otra opción que aplaudir. Moverse al ritmo del discurso del mismo modo en que alguien baila una canción sin saber o entender muy bien de qué va toda la letra.

“Guatemala está adelante”, de nuevo. “En desnutrición”, “en empleo”, “en seguridad”. Y Otto Pérez Molina, por decir “adelante” quiere explicar que está a punto de llegar, que todavía falta, que en realidad “estamos, como país”, un poquito atrás, pero ya casi.

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Hace un año, en 2013, el lema fue La Guatemala que queremos. Hace dos, Ahora sí. La cuestión es complicada. Algo como “nunca llegamos”, pero casi.

“Falta que la percepción de la población alcance la realidad”, indicó el Presidente. Ha mencionado decenas de números, de estadísticas, apenas tasas —para situar en perspectiva— a lo largo de una hora. Y un poco antes del final —y quizá aquí está el detalle para comprenderlo todo—, Pérez resumió, enfático, a qué percepción se refería: “La Guatemala de los días de angustia, de la crítica, la que nada se puede. La que ya tocó fondo”, la que en realidad está adelante, delante de todas las cosas.

Los planes de hace años quedaron en adelanto

Delante de cualquier tema, no obstante, siempre estarán aquellos que fueron planes de gobierno, planes de campaña, el ofrecimiento de un futuro mejor, siempre mejor pero siempre para después y más adelante. Todos esos planes que fueron forzados a ser los grandes y oníricos caballitos de batalla. Y así, durante cada informe de gobierno, algunos todavía aparecen, otros también en tanto deban ser matizados y adornados, y más breves quedan los que apenas se cumplieron, como los programas sociales, la bolsa segura, las remesas condicionadas. Y obligados —porque no hay escapatoria— quedan el Pacto Fiscal, Pacto Hambre Cero, y el Pacto por la Seguridad y la Paz. 

Sin dejar de mencionar la gestión e intermediación de la vicepresidenta Roxana Baldetti —toda sonrisas ella, frente al público, detrás de una mesa, a la diestra del Presidente—, Pérez Molina empezó por recordar aquellos planes de campaña, aquellos que a lo mejor generaron algunos miles de votos: “El Pacto de Hambre Cero constituye uno de los pilares principales que mi gobierno ha establecido para atender el problema de la desnutrición crónica y aguda en los niños menores de cinco años”, dijo. “Implementamos una estrategia de evaluación de impacto para la intervención. En la primera encuesta de monitoreo, se observó una disminución de 1.7% de la prevalencia de la desnutrición crónica. Lo que en gobiernos anteriores se habían tardado 15 años, se hizo en tan sólo un año de intenso trabajo”.

En el discurso olvida enmendar algunos errores que ya habían sido señalados; en junio de 2014 —el mismo que se evalúa en el Tercer Informe de Gobierno— Plaza Pública presentó que este gobierno había realizado una modificación en los protocolos de medición que alteró las estadísticas. Un intento de hallar una explicación a los bajos porcentajes de desnutrición del Pacto Hambre Cero: “Según el Gobierno, las cifras son positivas: 116 niños menores de cinco años murieron por desnutrición aguda en 2013; un 20% menos que en 2012 y la mitad que en 2011. El Ejecutivo no escatima en publicitar sus supuestos avances, pero no informa que instauró un nuevo protocolo de medición. Al comparar los datos con los de otras instituciones, el panorama no es tan optimista. Un informe del Ministerio de Salud indica que fallecieron al menos 51 niños más y en base a las actas de defunción ofrecidas por RENAP, el número se incrementaría hasta 404 niños muertos de hambre”.

El Presidente dice una vez más que está adelante pero reconoce, como paradoja, que está detrás (de lo esperado), en desnutrición: “En la lucha contra la desnutrición hemos avanzado muy lentamente…”. Y durante su ponencia, una canícula prolongada justifica las contradicciones.

El año de la no violencia

Entre pantallas gigantes, el Presidente y la Vicepresidenta recordaron los momentos en que besaron niños, abrazaron a la señora de la tienda y sonrieron junto al campesino de sombrero, como evidencia fehaciente de que descendieron un poco de sus puestos para acercarse al pueblo. Y eso acontece, cada año, con cifras y rostros, aunque los gobernantes no puedan explicar cuando en algo han tenido relativo éxito.

Por ejemplo ahora, cuando Pérez Molina continúa: “El año 2015 será declarado como el año de la no violencia”. Y son siempre los diputados del partido oficial, sentados en el ala derecha del patio interior del Palacio Nacional, los que encienden los aplausos, las palmaditas que todos siguen en modo piloto automático, incluso si el público no está prestando atención. Aplauden y aunque nadie pueda preguntarle cómo, el Presidente explica por qué el 2015 será el año de la no violencia: “Hemos bajado la tasa de violencia homicida de 39, observada en 2011, de 46, observada en 2010, a 31 por cada 100 mil habitantes en 2014. Estos son hechos. Esto no hubiera sido posible sin acciones concretas”. Y la causa, justifica, se debe a la política de prevención del delito. Luego al fortalecimiento tecnológico de la Policía Nacional Civil. También al incremento de 34 mil agentes activos en materia de seguridad. A la investigación… 

Gerardo Del Valle

¿A qué se debe realmente la tendencia a la baja en la tasa homicida? Según el socio-fundador de Central American Business Intelligence (CABI), Carlos Mendoza, nadie los sabe con exactitud. “No hay data suficiente para medir incidencias. ¿Cómo medimos la incidencia? Hay muchas variables exógenas que se salen del control del Estado y sus políticas públicas. Los políticos reclamarán siempre un crédito sobre ello aunque no sepan explicar cómo”.

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De cualquier modo, agrega Mendoza, el plan de gobierno del Partido Patriota estimaba que para el tercer año de gobierno, al menos en las proyecciones, la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes alcanzaría un 25. “Según la tendencia a la baja, este gobierno necesitaría un año más para alcanzar su meta de campaña”, indicó el analista.

Y de nuevo, como si Pérez Molina fuera consciente de ello, en materia de seguridad, reconoció: “Guatemala está adelante pero falta un camino por recorrer”.

Crecer pero con privilegios fiscales

La economía suele ser un laberinto de datos e indicadores que, según la perspectiva, representan lo bueno o lo malo, los fracasos y las oportunidades. “Este año en economía ha sido importante y bueno”, señaló el Presidente. Y hubo más aplausos cuando indicó que el apoyo de los empresarios había sido fundamental para el logro alcanzado en economía. Sobre todo en empleo: la creación de 166 mil nuevos puestos de trabajo.

Pero según el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi) la política de estímulo al crecimiento económico fue limitada. No fue para tanto, como lo intentó dibujar el informe de tercer año de gobierno. La razón, según el Icefi, debido a propuestas equivocadas de legislación, basada en un modelo obsoleto e inefectivo de promover inversiones y generar empleos fundamentado únicamente en la concesión de privilegios fiscales.

El ejemplo está en una medida que tiene fundamento en la política de creación de empleo de este gobierno. Inercia de las decisiones de años anteriores para crear nuevas fuentes de trabajo: el salario mínimo diferido. Un trabajador ganará Q50 diarios; para un total de Q1,500 cada mes, cifra inferior al salario mínimo recién aprobado que fija el salario diario en Q78.72 para actividades agrícolas y no agrícolas y en Q72.36 para actividades de exportación y maquila.

Para 2014, el Presidente indicó que el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS) nunca antes había recibido tantos nuevos afiliados. El Presidente no menciona cuántos afiliados se dieron de baja en el seguro social, para tener un reporte más balanceado. En ocasiones anteriores, el Presidente ya había inflado los datos de creación de empleo, como demostró Plaza Pública.

En enero de 2012, el Pacto Fiscal estaba integrado por cinco componentes: transparencia y calidad del gasto; crecimiento económico; combate al contrabando y la evasión tributaria; actualización tributaria; y, asignación prioritaria de los recursos.

Según el informe de gobierno, en 2014 el crecimiento económico fue de 4% por arriba del 3.3% del promedio internacional. Hubo un aumento del 7.8% y la inversión extranjera, también creció en 5.4%.

La evaluación del Icefi resalta que algunos datos dados por el Presidente son verdaderos, como la inflación del 2.9%, aunque no fundamentalmente a causa de las políticas públicas del gobierno. De los cinco componentes del Pacto Fiscal para el Cambio, según el Icefi cuatro están totalmente incumplidos, y sólo uno, la reforma tributaria, parcialmente cumplido y con riesgos de perder lo avanzado.

Los vacíos como omisión

Educación, transparencia, cambio climático, política exterior, el plan Katún 2032, fueron temas poco desarrollados en el discurso. De salud, el presidente Pérez Molina no dijo nada. Obvió los detalles de todo aquello en lo que las metas no se pudieron cumplir. La cobertura educativa nunca, en cinco años, ha sido tan baja. Y tampoco habló de las consecuencias de la profesionalización de los maestros a partir de la reforma educativa impuesta por su gobierno. “3,456 bachilleres nuevos en educación”, dijo, sin explicar a detalle convenios y requisitos para continuar la carrera profesional de cada uno de estos futuros docentes.

“Adelante… adelante”, y más aplausos. Y de nuevo más: “Adelante”.

Y aún más adelante, para 2032, dijo, hay un plan nacional para la construcción de la paz en todo el país. El katún 2032 como la gran planificación del Estado, como el gran consenso nacional, el instrumento del diálogo, de la reducción de la conflictividad social. Y, curioso, luego de esbozar el plan que incluye una matriz energética, con nuevas hidroeléctricas y más minería en todo el territorio nacional, Pérez Molina se refirió al resarcimiento de las 33 comunidades afectadas por la construcción de la hidroeléctrica Chixoy, la más grande de Guatemala, en 1980. Un resarcimiento al que en un inicio se opusieron Baldetti y el Presidente.

El tercer informe de gobierno terminó con una invitación a no olvidar. A recordar. No el pasado, sino el presente para ir hacia adelante, sí, en el futuro. Todo a partir de ahora. Nada para atrás. Para un presidente que estuvo involucrado, como militar, en el conflicto armado interno de los años 80, esto es lo que cuenta. “Esta Guatemala es la que importa. La Guatemala que concluye en el enfrentamiento armado interno. La que transita por la democracia: Servir Guatemala es comprender nuestro ayer. El futuro será el reflejo de la capacidad”. 

Pero Guatemala aún no ha llegado a ese lugar. 

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