En 2012, Guatemala dio un gran salto adelante cuando modificó la forma en la que planifica y presupuesta introduciendo el enfoque de una gestión por resultados. Esta debería ser una herramienta ciudadana de uso cotidiano, ya que el presupuesto público no es cuestión solamente de dinero, sino también de saber y analizar qué resultados está obteniendo el Gobierno con el erario público. Pese a ese avance, aún hace falta mucho para popularizar la auditoría social al presupuesto evaluando resultados.
El Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi) hace un esfuerzo por llenar ese vacío de comunicación publicando análisis que contrastan los movimientos financieros con los resultados. En el caso del proyecto de presupuesto para 2020, el análisis presentado por el Icefi la semana pasada revela que, por un lado, se propone que el presupuesto del Mineduc se incremente en 1,010 millones de quetzales respecto al presupuesto vigente de 2019, lo cual a primera vista luce muy positivo y digno de aplauso. Sin embargo, cuando se analizan los indicadores de la gestión del presupuesto por resultados, se encuentra que la meta para 2020, es decir, el mejor desempeño posible que el Gobierno se proyecta para el próximo año, es dejar fuera del sistema educativo a 62,603 niñas, niños y adolescentes.
El análisis de los datos es escandaloso: en el nivel preprimario, la matrícula en el presupuesto vigente de 2019 es de 528,293 estudiantes, mientras que la meta para 2020 es 511,904, es decir, 16,389 estudiantes menos; en el nivel primario es de 2,066,645 estudiantes, mientras que la meta para 2020 es 2,041,059, es decir, 25,586 estudiantes menos; en el nivel básico es de 351,891 estudiantes, mientras que la meta para 2020 es 331,103, es decir, 20,788 estudiantes menos; en el nivel diversificado es de 106,526 estudiantes, mientras que la meta para 2020 es 106,686, es decir, solo 160 estudiantes más. Aquí solamente se incluyen datos sobre matrícula, sin entrar al debate complejo de la calidad educativa.
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Incrementar más de un millardo de quetzales al Mineduc con caídas en prácticamente todas las metas de matrícula educativa es inaceptable, además de vergonzoso. Con estas metas, pues, no es difícil entender cómo es que Guatemala pierde a sus niños y a sus jóvenes en las garras de la exclusión económica y social, la pobreza, el desempleo, las pandillas, los narcos y la migración. Y, bueno, cuando se habla de cómo Guatemala es menos competitiva, la cuestión es mucho más grave que los problemas de institucionalidad, infraestructura y tecnología. El asunto es que estamos menospreciando de manera cruel y criminal lo que debería ser lo más valioso: nuestra gente, en especial las niñas, los niños y los adolescentes.
Para empeorar severamente las cosas, para el gobierno de Jimmy Morales revertir estas metas vergonzosas, ofensivas e inaceptables está muy lejos de ser la prioridad. Para esa gente lo verdaderamente importante es la compra de armas, incluyendo los 200 millones de quetzales para aviones argentinos, defender corruptos y dilapidar los recursos en gastos espurios como los 75 millones en el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación para seis ONG y una cooperativa.
Más corrupción y despilfarro de recursos públicos en armas es hoy más importante que la educación o erradicar la desnutrición crónica. Si no lo cree, véalo usted mismo en el proyecto de presupuesto para 2020: una propuesta que llegó al Congreso de la República calzada con la firma de Jimmy Morales.
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