El rescate de la historia de los pueblos por medio de los géneros mencionados es muy importante. Por ello respondo públicamente a cuatro preguntas que, relacionadas con las fuentes de investigación histórica, se me hacen con alguna frecuencia.
Interactuemos a manera de amistoso coloquio.
Pregunta número 1. ¿Son confiables los artículos que se encuentran en las redes sociales?
Respuesta. No todos. Si usted va a escribir un ensayo y quiere citar un segmento de un artículo, debe verificar el nivel académico del autor, el propósito del artículo, la población para la cual fue escrito y la confiabilidad de la página donde fue publicado. Yo, personalmente, prefiero consultar artículos debidamente indexados.
Pregunta número 2. ¿Qué significa que un artículo esté indexado?
Respuesta. Significa que la revista donde aparece está indexada. Es decir, se trata de «una publicación periódica de investigación que denota alta calidad y ha sido listada en alguna base de datos de consulta mundial, lo que habitualmente trae aparejado que la revista tenga un elevado factor de impacto». Ha de recordarse que el factor de impacto «es la media del número de veces que se cita un artículo publicado en una revista determinada. Es un instrumento para comparar revistas y evaluar la importancia relativa de una revista concreta dentro de un mismo campo científico». En este caso tendrá que ser relativa al campo histórico o historiográfico.
Pregunta número 3. ¿Es válido buscar información en la oralidad de los pueblos para escribir una obra literaria?
Respuesta. Por supuesto que sí. Pero debe someter su recopilación a un sano cotejo. Me refiero a contrastar los hallazgos con otros similares, a establecer consonancias y disonancias y, preferentemente, a someter todo el corpus documental a la lectura de otros investigadores para obtener más y mejores opiniones.
Pregunta número 4 (y última). ¿Se vale utilizar como fuente opiniones expresadas en páginas personales?
Respuesta. No lo aconsejo. Usualmente son eso: opiniones personales. Utilizar como fuente de información un enfoque particular dándolo como válido le restaría seriedad al trabajo que se hace.
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Se habrá percatado el lector de que las preguntas no son complejas y, en consecuencia, de que las respuestas son sencillas. No se trata de sentar cátedra, sino de iniciar camino.
¿Por qué lo hago? Las razones se encuentran en los párrafos siguientes.
Es muy común encontrar en las redes sociales monsergas que remedan discursos académicos donde petulantes pontificadores, a la mejor manera de un magister dixit, dan por sentado que sus opiniones son válidas solo porque las leyeron en «no recuerdo dónde» o porque, según ellos, su experiencia es enorme. Y en el peor de los casos su fuente de consulta resulta ser un libelo disfrazado de libro. Ello puede convertir ese escrito (el del joven que se inicia como escritor) en un mamotreto no válido o en una especie de fake news.
Según la doctora Adela Cortina Orts, disertante en la lección inaugural del año 2019 en la Universidad Rafael Landívar: «La expresión fake news fue elegida en el 2017 por la editora de Diccionarios Collins por “su presencia omnipresente” durante los 12 meses, lo cual, a su juicio, describe de algún modo la realidad social de esa etapa, presente en la opinión pública. Con la expresión fake news nos referimos a noticias falsas capaces de propagarse velozmente a través del espacio digital».
Y de noticias falsas estamos hartos. Más aún cuando llevan un sesgo perverso.
Finalizo este texto compartiendo con los jóvenes escritores una cita de Mariano Picón Salas (que les puede ser muy útil): «La historia de la cultura hispanoamericana en su integridad y complejidad, en aquella como alta intuición poética que reclama toda historia para que sea algo más que un amasijo de datos ordenados cronológicamente, aún está por escribirse, y no es mucha vanidad reclamar en este campo de estudios un modesto sitio de rastreador».
Así pues, jóvenes, ¡a reclamar ese sitio! Nos queda pendiente el tema de las consultas en obras mayores.
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