Yo estaba muy contenta con el Transurbano y no porque lo usara, simplemente pensé que mejoraría la seguridad de la gente al viajar, pues sería más rápido, evitaría las transas de los pilotos a los dueños de buses, que se quejaban tanto de que ese negocio no era rentable… pero la alegría ya se me pasó. Lo bonito de los transurbanos creo que duró solo la primera semana. Hoy día los transurbanos se detienen donde no hay paradas, se pasan los semáforos, se estacionan sobre los pasos de cebra. ¿Pero qué les pasó?
¿Por qué mi vecino está pintando su carro en una calle al mediodía, cuando los niños salen de la escuela y pasan respirando todo el plomo que queda en el ambiente? ¿Y por qué nadie protesta ni le dice nada?
¿Por qué pensamos que podemos violentar todas las normas y encima que nos vamos a salir con la nuestra? ¿Tan enraizada tenemos ya la impunidad?
Cada vez que rompemos las reglas estamos restándole fortaleza a nuestra sociedad, a ese mejor país con el que soñamos algún día tener.
Una vez venía manejando en una calle y un carro me pidió la vía del lado izquierdo. Como ya no me quedaba espacio para dársela, avance y seguí mi camino. Durante dos cuadras el tipo que majeaba me sonó su bocina, hasta que llegamos a un semáforo. El patojo de unos 18 años se bajó de su carro, pateo el mío e insultándome y gritándome me decía que por qué no le había dado el paso. Me bajé de mi carro y le grité que era un abusivo. En menos de un segundo también se bajó del carro su papá, con pistola en mano. Cuando me apuntó lo reconocí: era un abogado. Cuando lo confronté diciéndole que me amenazaba de muerte, guardó su pistola, agarró a su hijo y se fue.
Me sentí tan impotente, ante tanta violencia, prepotencia e impunidad, sobre todo porque nadie intervino, a pesar de que eran las 8 de la mañana. Me sentí más impotente cuando una semana después me llegó una citación del Ministerio Público de una denuncia contra mí, por haberle sacado una pistola al abogado en mención.
¿Es en esta clase de sociedad en la que queremos seguir viviendo?
L@s guatemaltec@s todos los día nos quejamos sobre el Gobierno, la pobreza, la inseguridad, los políticos y muchas cosas más. No digo que sean lo mejor, porque sabemos que no lo son, pero estamos exigiendo más de lo que estamos acostumbrados a darle a nuestro país.
¿Y no será que en esos pequeños detalles que corren por nuestra cuenta resolver está el poder cambiar algo? ¿Por qué no dejamos ya de ver solo la punta de nuestra nariz y empezamos haciendo lo que mínimamente nos corresponde: respetar la ley, las normas, a lo mejor algo cambia? No esperemos que los demás lo hagan, empecemos por nosotros mismos.
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