Guatemala, entre varias ciudades latinoamericanas, es parte de esta iniciativa.
Este momento es una buena excusa para reflexionar sobre los distintos rostros de la desigualdad en el mundo. Un pretexto para reflexionar también sobre las diferentes expresiones del capitalismo y sus diferentes maneras de impactar en cada contexto histórico, cuando se tumba en crisis. Si bien la consigna ciudadana en Europa o en los Estados Unidos es la defensa de históricas luchas sociales que les han dotado de derechos y un bienestar que no están dispuestos a negociar, en pos de los privilegios de las élites financieras, en América Latina y en otras latitudes la cosa tiene también otros matices.
No nos olvidemos que hay enormes diferencias en las estructuras económico-sociales sobre las que el capitalismo se construyó y el neoliberalismo se desarrolló. No perdamos de vista la esencia del subdesarrollo, que se encuentra en el momento de acumulación originaria a escala mundial que tiene lugar con la colonización de América, un proceso que, como dijo Agustín Cueva, implicó que a la par de la acumulación sin precedentes en uno de los polos del sistema, se diera necesariamente la desacumulación, también sin precedentes, en el otro extremo. No olvidemos tampoco el carácter neocolonial del capitalismo en la actualidad, que ha desplazado formas diferentes de reproducir la vida e impuesto la “modernidad” y el “desarrollo” como el horizonte obligatorio para todos los pueblos del mundo.
Por eso, mientras en los países del bienestar se habla de “no recortar”, para nosotros, que tenemos sistemas que ni siquiera lograron incorporar, y que más bien expulsaron desde sus orígenes a enormes conglomerados, principalmente indígenas, de los circuitos de beneficio de la producción y el consumo (incorporándolos solo en una lógica de explotación y trabajo servil de la que no se beneficiarían), las consignas son distintas. Habrá mucho qué decir para abonar a esta causa global.
Somos testigos que, desde México hasta la Patagonia, las formas originarias y tradicionales de acumulación del capital, reflejadas en la pervivencia de oligarquías locales, se nutren hoy de nuevas formas de acumulación (y nuevos socios transnacionales) basadas en un modelo neoextractivista de los recursos naturales, que, además de desarrollarse sobre procesos carentes de legitimidad y lesivos de los intereses nacionales, está poniendo nuestro futuro en verdadero jaque. Este modelo está impactando, no solo en las condiciones materiales de vida de la gente, sino en las bases de legitimidad del sistema político: desde Chile, donde la denuncia estudiantil de privatización de la educación en contra del gobierno de Sebastián Piñera, se cruza con la denuncia de un lucro privado sobre la explotación minera nacional que bien podría destinarse a costear la educación; hasta Bolivia y Ecuador, donde los gobiernos de Evo Morales y Oscar Correa pasan por cuestionamientos de legitimidad derivados del choque entre sus potentes Constituciones plagadas de derechos, y las decisiones gubernamentales que han cedido a favor de intereses económicos y de este modelo de desarrollo que contradice su compromiso con el buen vivir.
La política sigue bailando al son de los intereses económicos y, en casos crónicos como nuestro país, en donde tenemos a la vista múltiples ejemplos de cómo nuestros gobernantes defienden con lujo de violencia la importancia del lucro por encima de la vida, el cinismo del sistema llegó al colmo en tiempos electorales: ese absurdo de terminar un proceso electoral entre una derecha militar (mano dura, mafiosa y corrupta) y una derecha populista/oportunista (mano dura, mafiosa y corrupta) es un motivo coyuntural más que suficiente para acudir a este llamado ciudadano.
Hay mucho qué decir. Ese movimiento de indignación que se rebela y se extiende por el mundo ante el cinismo de los políticos, nos recuerda que no estamos solos y que podemos aliarnos, aunque sea un proceso largo que requiera tiempo y paciencia.
Es hora de que la democracia se radicalice. De que nos unamos. De que nos escuchen. La cita es este sábado 15 de octubre en el Parque Central, a las 12:00 del mediodía. Esto puede ser el comienzo de algo. Ojalá. ¡A la calle, pues!
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