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“Lo que importa es que los niños migrantes sean protegidos, no deportados ni desechados”

"Sé que en Estados Unidos, con toda la problemática de niños, niñas y adolescentes, se está diciendo que muchos de ellos son posibles candidatos a protección internacional, incluso hay una bancada de políticos que lo manifiesta así. También una bancada de políticos estadounidenses manifiesta lo mismo. Sea la figura que sea para protección internacional, lo que importa es que sean protegidos y que no sean deportados y desechados como ha sido hasta ahora".
"El tema es que el Triángulo Norte de Centroamérica comparte condiciones muy similares de exclusión, violencia y corrupción, entonces pedir refugio en un país tan vecino puede ser como salir de las llamas para caer en las brasas. Aun así, algunos de ellos lo hacen porque consideran que Guatemala puede tener un lugar o un espacio que garantice su seguridad".
"ACNUR acaba de hacer un diagnóstico para ubicar los vacíos de protección, sobre todo a los deportados"
"Hay niños que van huyendo de esa situación y no quieren regresar. Pero no hay protocolos ni canales para identificar cuáles son sus necesidades"
"Lo que estos menores quieren es evitar que se los lleven a hacerles preguntas. Les interesa irse pronto".
"Los países de origen también muestran una resistencia para no aceptar su responsabilidad en la salida de estas personas".
Cabajar dirige la Casa del Migrante de la capital guatemalteca, un refugio orientado a la atención de personas que se encuentran de paso.
Los adolescentes no saben que son aptos para solicitar el asilo.
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“Lo que importa es que los niños migrantes sean protegidos, no deportados ni desechados”

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El asilo político para los niños migrantes sigue siendo un punto de desacuerdo entre Estados Unidos y las Naciones Unidas. Quienes están a favor de esta opción sostienen que las condiciones de violencia en que viven en sus países de origen podrían hacerlos aptos para convertirse en refugiados. Sin embargo, Washington, por no haber suscrito los convenios internacionales en materia de migración, no está obligado a ello. El sacerdote Juan Luis Carbajal, secretario ejecutivo de la Pastoral de Movilidad Humana, analiza el tema en esta entrevista.

El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, ratificó el pasado 25 de julio a sus homólogos de Guatemala, El Salvador y Honduras, la decisión de su Gobierno de deportar lo más pronto posible a sus países de origen a niños migrantes que han llegado a territorio estadounidense sin documentos. Lo mismo había anunciado el vicepresidente Joe Biden, durante la visita que hizo a Guatemala en junio pasado. La Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR), tiene una postura diferente: todos los migrantes menores de 18 años que huyen de la violencia en sus países, deben ser cobijados bajo la figura del asilo político.

El sacerdote católico Juan Luis Carbajal, secretario ejecutivo de la Pastoral de Movilidad Humana, coincide con esta visión, aunque reconoce que Estados Unidos no está obligado a implementar medidas de este tipo por no haber suscrito los convenios internacionales.

Carbajal es miembro de la orden de los scalabrinianos, cuya obra se centra en la atención a la población migrante y desplazada. Actualmente es el director de la Casa del Migrante de la capital guatemalteca, un refugio orientado a la atención de personas que se encuentran de paso para los países norteamericanos o que vienen expulsados de regreso, en algunos casos sin siquiera haber podido llegar a su destino.

Cada año recibe entre 2,500 y 3 mil personas. Las historias que conoce de muchos de ellos le confirman la necesidad de esta protección internacional que Guatemala podría darles no sólo a los menores, sino a una gran cantidad de personas que salen de su país a causa de la violencia.

¿Debería considerarse como refugiados a los niños migrantes centroamericanos?

La Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR) acaba de hacer un diagnóstico para ubicar los vacíos de protección, sobre todo a los deportados. Fue un mensaje muy directo que debe explicarse claramente (que se les asigne el estatus de refugiados a los niños migrantes debido a la situación de violencia generalizada en su país de origen).

Sé que en Estados Unidos, con toda la problemática de niños, niñas y adolescentes, se está diciendo que muchos de ellos son posibles candidatos a protección internacional, incluso hay una bancada de políticos que lo manifiesta así. También una bancada de políticos estadounidenses manifiesta lo mismo. Sea la figura que sea para protección internacional, lo que importa es que sean protegidos y que no sean deportados y desechados como ha sido hasta ahora.

¿Qué pasa con los menores cuando no consiguen el estatus de refugiados?

Hay niños que van huyendo de esa situación y no quieren regresar. Pero no hay protocolos ni canales para identificar cuáles son sus necesidades. Nadie le pregunta al menor qué está pasando. Puede que sea su mismo padre o padrastro quien lo está violentando y (al regresar) se lo entregan a él. En ese sentido el concepto de protección debería ser más amplio. Además, ni siquiera hay forma de saber exactamente cuántos menores están llegando (deportados). Vienen encadenados como adultos. Luego les preguntan quiénes tienen menos de 18 años. A muchos les da pena levantar la mano porque otros bromean: “que les den su pacha” o cosas así. Lo que estos menores quieren es evitar que se los lleven a hacerles preguntas. Les interesa irse pronto.

¿Protege en ese sentido a los migrantes la legislación local e internacional?

Guatemala ha ratificado convenios y protocolos sobre el tema de refugiados, pero el asunto es que estos no están incluidos en la Ley de Migración como debería ser. Es decir que el país es signatario de acuerdos que no están reflejados en una legislación obsoleta. El asunto es que Estados Unidos no es signatario de todos los convenios y en algún momento puede reclamar que no se le puede exigir si no ha firmado nada. Tristemente los países con más conflictividad con más necesidades con más expulsiones de migrantes son, al final de cuentas, los que han firmado todos los convenios.  Estados Unidos y Canadá no firmaron, por ejemplo, el de 1990 sobre trabajadores migrantes y sus familias. Sin esa herramienta se hace difícil que respete a este sector de la población.

¿Podría esto también beneficiar a los migrantes adultos?

Ahora hay un proceso internacional para refugiados: Cartagena+30. Con él se amplió el concepto de refugiado, pues establece que la violencia generalizada debería ser un factor para otorgar la protección internacional. El problema es que no todos los países quieren reconocer este componente como factor principal de desplazamiento, precisamente porque esto implica aceptarlos como refugiados. De alguna manera, los países de origen también muestran una resistencia para no aceptar su responsabilidad en la salida de estas personas. La Conferencia Episcopal de Guatemala, en su documento sobre el tema dice que esto es una radiografía de nuestras fallas. En eso deberíamos coincidir. Tenemos fallas, somos responsables y somos culpables. Que no vengan con sus discursos para no reconocer que se trata de responsabilidad compartida y culpabilidad compartida.

¿Por qué el tema de los niños migrantes estalló mediáticamente hasta ahora?

Primero, por el control fronterizo y el cierre de frontera a toda costa. Es una política de cerrazón y de represión. Kilómetros y kilómetros con tres bardas todavía con alambrado arriba. Curiosamente las partes desérticas son las que están abiertas. Con eso mueven los flujos migratorios, que siguen pasando, pero por otros lugares que siguen pasando hasta por las garitas, porque saben ellos que el desierto es el agente migratorio más violento que puede haber. Pero ahora pueden identificar a los menores muy fácilmente y durante varios meses los números de niños deportados bajaron mientras que en México se mantuvieron. Tengo la teoría de que pudieron haber retenido niños y luego deportarlos para decir que aquí hay una crisis.

¿Con qué objetivo?

Para parar las migraciones, para asustar. Para ellos fue un golazo encontrar el cuerpo de este niño (Gilberto Francisco Ramos Juárez, originario de Chiantla, Huehuetenango, y encontrado muerto en el desierto de Texas). “Lo ven, no vengan. No es nada más porque nosotros lo decimos, no lo matamos nosotros, lo mató el desierto”, y además la señora (Alejandra) Gordillo, (Secretaria) de Conamigua dice hay que meter a la cárcel a los papás que son responsables de que estos niños se vayan. Van a meter a la cárcel a esta señora epiléptica que vive en una casa de tablas que duerme en el suelo porque la van a hacer responsable de la muerte de su hijo, aparte de la enfermedad y las pocas posibilidades para satisfacer las necesidades médicas, de alimentación y de una vida digna. Es lo peor que pueden hacer y no podemos ser cómplices de esa política.

Si países como Guatemala y México son signatarios de estos acuerdos, también tendrían que otorgar asilo a otros migrantes.

Si alguien se desplaza, a veces es por cuestiones económicas, pero también por razones de seguridad, en busca de esa protección. Eso es porque el Estado no ha querido o no ha podido proteger a sus ciudadanos, que se movilizan a donde sientan que pueden gozar de sus derechos, así sea otra patria. Hay un gran desconocimiento por parte de estas personas para pedir o exigir la protección internacional. Muchos de ellos no saben que al ser víctimas de una persecución pueden pedir protección en otro país, aunque no traigan los documentos apropiados al momento de cruzar la frontera. Hay muchos vacíos con respecto al asilo. Los Estados no han promovido que esto se conozca. Tal vez no les conviene porque esto implica procesos, gastos y políticas de aceptación. ¿Dónde los van a recibir? ¿Qué les van a ofrecer? ¿Les van a dar trabajo? Son algunas de las implicaciones.

También los funcionarios desconocen de esto, aunque deberían estar capacitados para detectar cualquier perfil de persona migrante con necesidades de protección internacional y garantizarles el debido proceso de solicitud, aceptación e inserción a la sociedad local.

¿Qué requisitos tiene que cumplir una persona para pedir asilo?

Si se me violenta aquí, si me están extorsionando, si me aumentaron la “cuota de guerra” o si me persiguen, me vigilan o me amenazan, yo tengo que salir hoy de acá. Llego al otro país, inmediatamente solicito protección internacional y por ley tienen que iniciar mi proceso y garantizarme mi protección. Esto puede ser ante cualquier policía o en la misma agencia de migración en la frontera. Allí solicito y en ese momento ellos me deberían garantizar la protección, traiga o no mi documento. Aparte hay otro proceso para verificar la identidad de la persona mientras se da el sí definitivo.

¿Quién se encarga en Guatemala de estos procesos?

La Dirección General de Migración (DGM), por medio de la Oficina de Relaciones Migratorias (Ormi), que hace todo el procedimiento de entrevistas, acompañamiento y estudio de estos. Luego los presenta también a la Comisión Nacional de ayuda a los Refugiados (Conare), que se encarga de la aprobación o negación del estatus de refugiado o asilado.

¿Se ven muchos casos de personas en Guatemala que podrían solicitar asilo pero no lo saben?

Últimamente se da más esta situación. Dicen que vienen huyendo y que se van, pero no saben que pueden ser candidatos. El tema es que el Triángulo Norte de Centroamérica (Guatemala, El Salvador y Honduras) comparte condiciones muy similares de exclusión, violencia y corrupción, entonces pedir refugio en un país tan vecino puede ser como salir de las llamas para caer en las brasas. Aun así, algunos de ellos lo hacen porque consideran que Guatemala puede tener un lugar o un espacio que garantice su seguridad.

¿Qué ofrece el Estado a partir de ese momento?

Es importante aclarar que quienes ya fueron aceptados o tienen el estatus de refugiados no tienen garantizada una vida justa ni el goce de todos sus derechos. Las carencias siguen. Se le dijo que sí, pero ¿en dónde va a vivir y a trabajar? ¿Quién le va a ayudar si necesita ayuda psicológica por los traumas vividos? ¿Quién le garantiza el acompañamiento para insertarse a la comunidad, cuando todavía ni siquiera tiene un documento válido que lo proteja y lo identifique? Sin ese documento no pueden gozar de otros derechos como la educación o tener una cuenta bancaria. El sí no garantiza toda la protección al nuevo refugiado en Guatemala. En este momento estamos impulsando un proceso de documentación.

Le regalamos a la Ormi una máquina para hacer carnés con el fin de darles un documento digno estas personas. Hasta el momento no han hecho uno solo. Están todavía que en el diseño y los preparativos, pero ya transcurrió casi un año. Luego tiene que haber una capacitación para que oficiales de policía, bancos, funcionarios, hagan válido este documento, porque a algunos no les dan siquiera una carta policial y así no pueden conseguir trabajo ¿De qué me sirve ser refugiado en esos términos? El Estado me dice que sí y a la vez me dice que no.

Dice que los funcionarios muchas veces no saben cómo tratar a alguien con necesidad de asilo.         

Hemos tenido reuniones con ellos para informarles. Hemos ido a las fronteras a entregar manuales de la legislación guatemalteca que contempla la protección internacional. ¿Cómo es posible que la oficial encargada de la frontera pregunte qué hacer si el solicitante no trae un documento? Y me lo pregunta a mí. ¿Acaso no la capacitaron sobre la legislación que tiene Guatemala en el tema? O dice: “déjeme consultarlo con mis jefes, pero como es fin de semana, pues venga el lunes”. Que disculpe pero aquí atrás pueden venir los sicarios que quieren matar a la persona y el encargado pide que espere hasta el lunes porque ya está cerrado en la capital. Es necesario tener delegados de Migración o agentes adecuadamente capacitados y sensibles en el tema. A eso debemos apostarle.

¿Tendrían también que ser capaces de identificarlo aun si la persona con la necesidad de asilo no lo plantea así?

El personal de migración debería identificarlos y hacerles las entrevistas correspondientes, porque hay desinformación en ambas partes. Los adolescentes, por ejemplo. Muchos de ellos no saben que son aptos para solicitar el asilo, pero si no lo saben y yo veo el perfil, puedo decírselo. Muchos que no traen documentos prefieren pasar por un punto ciego de la frontera. Hubo un caso en el que venía la abuela, el padre y sus hijos, entre ellos un bebé. Escondieron la entrada del más pequeño porque pensaron que los iban a acusar de tráfico de menores, ya que no tenían sus documentos y la madre no venía con ellos; estaba presa porque tanto ella como el padre eran mareros y los de otra clica estaban buscando al bebé para matarlo.

¿Es posible que estos procedimientos se deban a cuestiones de seguridad?

¿Hasta qué punto el enfoque sólo de seguridad perjudica los procesos de posibles solicitantes de protección internacional? Abogamos por una legislación o por políticas públicas que tengan un enfoque de seguridad –porque tiene que haberlo en las fronteras–, pero no tiene que ser el único. Debe haber también un enfoque de respeto a los derechos humanos y a lo convenido internacionalmente.

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