A los ejemplos me remito.
Primer evento. Los guatemaltecos fuimos “bienvenidos” de los días de supuesto descanso de Semana Santa con sendas noticias: aprovechando la distracción del asueto, el gobierno aprovechó para hacer la flamante concesión de Puerto Quetzal, dar “golpe de estado” al Instituto Guatemalteco de Seguridad Social y otorgar dos millonarias licencias mineras en dos de los focos de conflicto social más grandes del país actualmente.
Ni bien había terminado de digeri...
A los ejemplos me remito.
Primer evento. Los guatemaltecos fuimos “bienvenidos” de los días de supuesto descanso de Semana Santa con sendas noticias: aprovechando la distracción del asueto, el gobierno aprovechó para hacer la flamante concesión de Puerto Quetzal, dar “golpe de estado” al Instituto Guatemalteco de Seguridad Social y otorgar dos millonarias licencias mineras en dos de los focos de conflicto social más grandes del país actualmente.
Ni bien había terminado de digerir el amargo trago, cuando en esa misma emisora de radio sale en el entremés comercial una cancioncita nueva de burda propaganda política al estilo Goebbels patrocinada por el gobierno –y lo que es peor, pagada por mis impuestos—diciendo con voz dulce “Guatemala, vamos para adelante”. ¿Adelante? ¿Vamos? ¿Quiénes? Los corruptos y aprovechados de las noticias que acababa de escuchar, tal vez. Porque el resto de ciudadanos nos sentimos cada vez más atrás y más abajo con lo que hacen los funcionarios de este país. Mi reacción fue inmediata. Entre enojo, bloqueo y frustración. Parecía chiste de mal gusto. ¡Me acaban de decir que están desmantelando mi país y encima, con mi dinero —de mis impuestos— le pagan a unos dizque estrategas de comunicación para que me laven el cerebro con cancioncitas y mensajes baratos!
Segundo evento. Hace dos semanas, uno de los testigos del juicio a Ríos Montt por genocidio en poblaciones del pueblo ixil incrimina nada más y nada menos que al presidente de la República, Otto Pérez Molina. Acto seguido, ocho días después, sale el Presidente en tremenda campaña mediática reafirmando sus políticas de desarrollo social y distribuyendo bolsas de alimentos nada más y nada menos que en el área ixil, la que le da una “apoteósica bienvenida.” Mensaje entrelíneas: “por ahí andan diciendo que yo los torturé y los quise exterminar, pero no lo crean, aquí les traje unos regalitos para que vean que es mentira”. ¿Qué tipo de estrategia barata es esta? Y encima, para hacerlo más folclórico, lo disfrazan con un traje de la población originaria. Estrategia barata y ofensiva.
Por favor si alguien conoce al asesor de comunicación del Presidente avísenle que por mi parte, está despedido.
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