Por eso prefiero explorar los aportes de las ciencias cognitivas y la primatología comparada. No obstante, es necesario hacer revisión de las hipótesis más comunes para descartarlas por completo o, al menos, dimensionar adecuadamente su poder explicativo. Para ello es indispensable el análisis comparativo.
Un simple análisis de correlación entre las tasas de homicidios en la región centroamericana, más México y Colombia, nos revela interesantes vínculos. La data disponible para cada uno de los nueve países abarca el período 2000-10. Los coeficientes de correlación estadísticamente significativos nos dan indicios de lo siguiente:
Belice pareciera estar aislado de la región en términos de violencia homicida, pues ninguno de sus coeficientes es significativo. Sabemos que el territorio beliceño es mayor que El Salvador, pero su población no llega a los 400 mil habitantes. Su tasa de homicidios, sin embargo, es casi igual a la guatemalteca.
Costa Rica, a pesar de contar con la tasa de homicidios más baja de la región, parece ser el país más vulnerable a lo que ocurre en el vecindario. Cuando la violencia aumenta en Panamá, por ejemplo, se incrementa casi en la misma proporción en Costa Rica. También es muy sensible a lo que pasa en Colombia, pero en sentido inverso. De hecho, los signos negativos que aparecen en prácticamente todos coeficientes de correlación de Colombia indican que cuando allá disminuye la violencia, esta se desplaza hacia la región centroamericana.
La violencia homicida en El Salvador está íntimamente correlacionada con lo que pasa en Guatemala y Nicaragua. No obstante, por extraño que parezca, en el famoso “Triángulo Norte” [de la Muerte] no hay tanta correlación, pues Honduras está más vinculado con lo que sucede en Panamá y México. Para ser más preciso: no hay correlación estadísticamente significativa entre variaciones en la violencia hondureña y los cambios que experimentan Guatemala y El Salvador.
Aunque este análisis no permite determinar con certeza quién influye a quién y cómo, es útil para generar hipótesis que luego deberían ser evaluadas cuidadosamente con datos adicionales, como rutas del narcotráfico y otras actividades ilícitas del crimen organizado trasnacional. Por otro lado, deben examinarse las variables institucionales y estructurales de cada país, para determinar si efectivamente hay causales de violencia que se puedan explicar por características particulares. Veamos un par de ejemplos de lo que trabajé para el Informe Estado de la Región (2011).
Al principio de la década recién pasada, Costa Rica contaba con un indicador de violencia homicida de un solo dígito. Sin embargo, a pesar de mejoras continuas en su sistema de justicia (mayor número de jueces por cada 100 mil habitantes y mayor inversión en el Organismo Judicial, suponiéndose que la capacidad del Estado para resolver conflictos explica en algo el grado de propensión hacia la violencia homicida), su tasa anual se deterioró alcanzando niveles epidémicos. Por otro lado, Belice, El Salvador y Honduras tienen mayor disponibilidad de jueces que Nicaragua y Panamá, pero estos últimos muestran menores indicadores de violencia.
Respecto a explicaciones estructuralistas sobre la violencia, como pobreza y educación, las mismas se ven cuestionadas por la data disponible. Una sostenida mejora en los componentes del Índice de Desarrollo Humano (IDH) para todos los países de la región durante la última década no se ha traducido en menos violencia. Incluso, da la impresión que, sin importar de qué nivel de desarrollo humano se parta, a medida que se mejora en el IDH también se empeora en la tasa de homicidios. Aunque esto no implica causalidad, también se sostiene la afirmación anterior a nivel sub-nacional, pues en Guatemala un 58 por ciento del total de homicidios del 2010 y 2011 ocurrieron en municipios con desarrollo humano alto, mientras que en los municipios con IDH bajo o muy bajo solo se registró el 23 por ciento de la violencia homicida. El restante 19 por ciento se dio en municipios con un nivel de desarrollo humano medio.
A los lectores interesados en más data y análisis sobre las cifras de violencia en Centro América les invito a visitar mi BLOG.
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