Los sectores mencionados están constantemente luchando porque se respeten sus derechos y su dignidad como seres humanos, ya que en muchos lugares son tratados como ciudadanos de segunda clase.
Los abusos nacen de un odio y miedo a lo diferente y a lo desconocido, ya que esto nos obliga a salir de nuestro estado de confort. En vez de celebrar la diversidad como sociedad, la hemos castigado y hemos tratado de eliminar todo aquello que no llene los estándares de lo que consideramos ser “n...
Los sectores mencionados están constantemente luchando porque se respeten sus derechos y su dignidad como seres humanos, ya que en muchos lugares son tratados como ciudadanos de segunda clase.
Los abusos nacen de un odio y miedo a lo diferente y a lo desconocido, ya que esto nos obliga a salir de nuestro estado de confort. En vez de celebrar la diversidad como sociedad, la hemos castigado y hemos tratado de eliminar todo aquello que no llene los estándares de lo que consideramos ser “normal”. Este odio ha llegado a niveles tan altos que como sociedades hemos aceptado abusos como el acoso, los crímenes de odio y la violación y a la vez hemos justificado a los que practican esta violencia brutal. Sin embargo, el peligro de esta antipatía se intensifica cuando logra permear las instituciones que deben proteger a las personas, lo cual resulta en un estado de vulnerabilidad para dichas. Tal es la actual situación que viven las mujeres lesbianas en Sudáfrica, las cuales son víctimas de violaciones correctivas.
África es uno de los lugares con los índices más altos de crímenes de violación sexual. Según grupos activistas en Cape Town, 50% de todas las mujeres de Sudáfrica van a ser víctimas de una violación sexual por lo menos una vez en su vida. Esta estadística es realmente preocupante, sin embargo la nueva tendencia es atacar a las mujeres de orientación homosexual. Los atacantes creen que al violar a estas mujeres ellos podrán corregir su orientación sexual; en su mayoría, las víctimas provienen de los barrios más pobres.
Las violaciones correctivas sea han convertido en una preocupación para las grupos de derechos humanos, quienes han denunciado estos abusos a las autoridades. Sin embargo, las autoridades no tienen una estadística del problema ya que, según ellos, las mujeres no reportan ni denuncian a sus atacantes. La razón, según las víctimas, es que durante el proceso de denuncia son tratadas como criminales por los mismos policías y las prácticas que realizan las hacen sentir como si fueran otra vez violadas.
Esta fue la experiencia que vivió Zukiswa Gacca cuando fue a poner una denuncia a la policía. Zukiswa se encontraba en un bar cuando un hombre se le acercó y trató de invitarla a tomar algo. Ella lo rechazó, explicándole que no le interesaban los hombres. Al salir del bar, ese mismo hombre se le acercó y le dijo que él odiaba a las lesbianas e iba corregir su condición. Fue entonces cuando la violación sexual ocurrió. Cuando Zukiswa acudió a las autoridades, éstas no respondieron a su denuncia, y en vez de protegerla la trataron como una criminal. Durante la investigación, los oficiales se negaron a entrevistar a testigos que pudieron haber sido claves, usando la excusa de que estos no eran imparciales. Cuando capturaron al atacante, el oficial encargado no tomó una muestra de ADN, la cual era clave para determinar su culpabilidad, y después de un rato lo dejaron ir. Sin embargo, la valentía de Zukiswa Gacca persiste, ya que ella sigue peleando por la justicia, pues que si su caso es resuelto ella está segura que más mujeres saldrán a contar su testimonio.
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