Y si hubiéramos tenido más tiempo, habríamos sido, sin duda, muchos más los firmantes. Sin embargo, aunque las actividades de la empresa israelí Tarcic han sido detenidas, la falta ya está hecha y debe ser penada. Espero que con lo ocurrido las autoridades se acerquen a los expertos nacionales y extranjeros y escuchen todas las buenas propuestas con las que cuentan.
Esta polémica es el mejor ejemplo de lo que la ciencia y los investigadores sufren desde hace décadas en este país. No se ha valorado aún el gran potencial de estos. No se perciben como personas destacadas en nuestra sociedad y aún no ocupan puestos importantes y clave para la toma de decisiones. Tomando en cuenta el presente, el futuro no es alentador. Y a pesar de esto, aún existen jóvenes que desean convertirse en científicos destacados y poner el nombre de Guatemala en alto.
Retomando lo que compartí con ustedes en un ensayo publicado en el segmento Mi habitación propia, de Plaza Pública, quisiera compartir reflexiones científicas sobre el lago de Amatitlán y la situación de la ciencia en el país desde mi percepción de guatemalteca que se encuentra en el extranjero desde hace una década para continuar su formación académica. Sé que desconozco muchos detalles debido a que llevo tanto tiempo fuera del país, pero generalmente somos los externos los que logramos ver la situación un poco más clara.
Considero que el debate sobre la restauración del lago de Amatitlán es un reflejo de los siguientes puntos:
1) Pocos científicos involucrados en la política
Participé varios años en Converciencia, un evento de impacto que reunía a los científicos guatemaltecos que trabajan en el extranjero y en el país. Desgraciadamente, a las buenas ideas como esta no se les da seguimiento. Me encantaba poder entusiasmar con mis charlas a los estudiantes de nivel básico y de bachillerato. También me gustaba verlos participar preguntando y luego acercarse a los investigadores para continuar discutiendo el tema. El mejor momento para mí fue cuando el vicepresidente de aquel período, el doctor José Rafael Espada, a quien desde ese día admiro personalmente, conversó con nuestra comunidad no como gobernante, sino como científico. Él nos hizo entender que la ciencia nunca tendría éxito en nuestro país si los científicos no nos involucrábamos en la política. Siempre tratamos esto como dos mundos diferentes, y muchos científicos únicamente deseamos realizar nuestra docencia e investigación con la mayor tranquilidad posible. Ese no es el camino si esperamos que ocurran cambios. Los jóvenes y futuros científicos deben tener el consejo del doctor Espada en consideración: también deben saber de leyes y ser interlocutores de los mandatarios. Necesitamos representantes de primera en todos los niveles. Ya existen algunos, pero siguen siendo muy pocos, y la lucha que emprenden casi no se percibe. Los buenos se han visto frenados debido a amenazas o chantajes. Sé que el panorama es poco alentador, pero, si todos tenemos un mismo objetivo, habrá convergencias en el futuro. Un grupo bien preparado de científicos que obtuviera puestos de importancia podría tomar decisiones acertadas para Guatemala.
2) La forma como se deciden o reparten los puestos clave
Hay que cambiar el sistema y la forma de otorgar puestos clave como en AMSA, los ministerios, etc. Estos no son un premio para familiares, amigos o allegados que han apoyado una campaña. Los puestos clave que requieren conocimientos en ciencias deberían estar ocupados por científicos con una larga trayectoria en la investigación. Deben crearse comisiones con representantes del Gobierno y de la academia. Al final, es más fácil que un biólogo se introduzca en la administración y no que un político se introduzca en la biología.
3) Poca vinculación de la academia a los sectores público, privado y social
Este es un eje prioritario en otros países desarrollados y en México, donde me encuentro laborando. Solo con una vinculación de este tipo se podrán abordar problemas nacionales integrales como los que ocurren en la cuenca del lago de Amatitlán. Se debe enfatizar en el trabajo multidisciplinario y multinstitucional para lograr el desarrollo nacional y el bienestar de la población. No comprendo cómo en un país tan pequeño como Guatemala aún no se logra una mejor comunicación entre estos sectores. Esta falta de comunicación se evidencia con la polémica del lago de Amatitlán. Existe en Guatemala la Asociación Guatemalteca de Limnología y Gestión de Lagos, pero en ningún momento las autoridades se acercaron a esta para discutir sobre la aplicación de la fórmula mágica. Lo mismo es válido para otras entidades muy reconocidas como la Facultad de Farmacia y Química de la USAC, la UVG, oenegés, etc.
Otro ejemplo: en el año 2012 participé como experta en un taller sobre las metodologías para la restauración del lago de Amatitlán, cuyas recomendaciones finales entregamos a los responsables de AMSA. Sin embargo, estas nos fueron tenidas en cuenta.
4) Guatemala posee muchos recursos acuáticos, pero aún no existe un instituto nacional de limnología
Es prioridad, ya que el impacto del ser humano sobre los recursos hídricos es cada día mayor. La disponibilidad de agua potable se reduce. Además, se dañan lagos y ríos, que son un importante atractivo turístico de Guatemala. Si bien no hay todavía un instituto nacional, deberían abrirse becas para formar limnólogos en el extranjero con boleto de regreso, no solo de ida, como hasta la fecha ha ocurrido. Esto, con el fin de que capaciten a nuevos limnólogos dentro de Guatemala. En el futuro se podría consolidar un equipo multidisciplinario que formara dicho instituto.
5) Poca continuidad debido a los cambios de gobierno y de presupuestos
AMSA es uno de los tantos ejemplos de este problema. Cuando organizamos en conjunto con AMSA un taller para la evaluación de las metodologías para la restauración del lago, existía, a mi criterio, un grupo de trabajadores muy entusiasta, capacitado y con muy buenas ideas. Y se notaba el gran cariño que le tenían al lago. Lastimosamente, sus buenas ideas no podían ser llevadas del todo a la práctica por la falta de presupuesto. Y todo lo que logramos con ese equipo ya no es posible porque muchos han sido despedidos por alguna razón, lo cual parece haberse manifestado más con este debate del uso de la fórmula. Estábamos en buen camino, pero la gente y el expertise se han perdido. Todo el conocimiento y los fondos también. Esto para nada es eficiente, y es una triste realidad que hay que cambiar. Deben crearse soluciones para evitar que instituciones como AMSA y el Concyt (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología) sufran con cada cambio de gobierno.
Es por lo anterior que investigadores y ciudadanos nos unimos para ser escuchados y detener una medida que no es la solución para la restauración del lago. Aprovechando este momento en la historia donde se nos ha escuchado, quise dar a luz ciertos puntos que son prioritarios para mejorar el uso sostenible y la conservación de nuestros recursos naturales, especialmente los acuáticos. Asimismo, les pido a los científicos guatemaltecos que se encuentran en el país que continúen perseverando y que nunca se den por vencidos, que formen nuevas generaciones de científicos y que los alienten a ser políticos. Fortalezcan la ética, los valores, y rechacen la corrupción. Y a los que están fuera del país, busquen financiamiento extranjero para trabajar en Guatemala y realizar investigaciones, talleres, cursos, etcétera. Busquen también la forma de que estudiantes locales hagan estancias en sus laboratorios fuera de Guatemala y fomenten que nuevas generaciones se formen fuera del país. Todos juntos luchemos por que estos viajes tenga boleto de regreso. Finalmente, a todas las universidades y al Concyt, busquen fondos para repatriación de científicos y eviten así la tan temida fuga de cerebros, de la cual todos hablan, pero al respecto de la cual nadie hace nada. No hay nada malo en salir a prepararse al extranjero. El problema es que no existen las condiciones para un regreso digno. Aún no doy la lucha por perdida, porque sé que los guatemaltecos somos de buen fondo, tenemos mucha iniciativa y podemos trabajar en equipo. ¿Por qué entonces, si somos más los buenos que los malos, no podemos salir adelante?
Espero que todas las partes involucradas en la problemática del lago de Amatitlán logren dialogar con éxito y lleguen a un consenso coherente para su restauración, ya que en unas décadas o en cientos de años el agua será un recurso limitado en la capital, y será cuando el lago se convierta en la fuente de agua más importante. Quisiera manifestar mi eterno agradecimiento a la prensa, que nos ha apoyado en todo el proceso. En especial a Sebastián Escalón, de Plaza Pública, por los comentarios sobre la presente columna y por la publicación del reportaje acerca de la problemática del Lago de Amatitlán, que tuvo tanto impacto y que de principio a fin demuestra su dedicación y esfuerzo en demostrar todo con pruebas y base científica.
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