El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático ha llegado a la conclusión de que el calentamiento del sistema climático de la Tierra es “inequívoco”, y de que es “muy probable” que las actividades humanas sean su causa. Se calcula que, en el último siglo, la temperatura media de la superficie del planeta ha aumentado aproximadamente 0,74º C.
Pero las conclusiones de este mismo grupo, citadas en un documento sobre Comercio y Cambio Climático de la OMC y el PNUMA adelantan algunos probables escenarios geográficos, por ejemplo: África: hasta 2020, entre 75 y 250 millones de personas estarían expuestas a un mayor estrés hídrico por efecto del cambio climático. De aquí a 2020, la productividad de los cultivos pluviales podría reducirse en algunos países hasta en un 50%. Se prevé que la producción agrícola y el acceso a los alimentos en muchos países africanos quedarían en una situación gravemente comprometida, lo que tendría serias consecuencias para la seguridad alimentaria y exacerbaría la malnutrición. Hacia el final del siglo XXI, el aumento proyectado del nivel del mar afectará a las áreas costeras bajas muy pobladas. El costo de la adaptación podría representar del 5% al 10% del Producto Interno Bruto (PIB) o más.
En Asia: hacia el decenio de 2050, la disponibilidad de agua dulce en el centro, sur, este y sur oeste de Asia disminuiría, particularmente en las grandes cuencas fluviales. Las áreas costeras, y especialmente las regiones de los grandes deltas superpoblados del sur, este y sudeste de Asia serían las más amenazadas, debido al incremento de las inundaciones marinas y, en algunos grandes deltas, de las crecidas fluviales. El cambio climático potenciaría las presiones que sobre los recursos naturales y el medio ambiente ejercen la rápida urbanización, la industrialización y el desarrollo económico.
Para Europa: se espera que el cambio climático magnifique las diferencias regionales en cuanto a los recursos naturales y generales de Europa. Entre los efectos negativos cabe citar un mayor riesgo de crecidas repentinas en el interior, una mayor frecuencia de inundaciones costeras, y un aumento de la erosión (debido al aumento de tempestades y del nivel del mar).
Las áreas montañosas experimentarían retracción de los glaciares, disminución de la cubierta de nieve y del turismo de invierno, y abundante pérdida de especies. En el sur de Europa, las proyecciones indican un empeoramiento de las condiciones (altas temperaturas y sequías) en una región que es ya vulnerable a la variabilidad del clima, así como una menor disponibilidad de agua y una disminución del potencial hidroeléctrico, del turismo estival y en general, de la productividad de los cultivos.
América Latina: hasta mediados del siglo, los aumentos de temperatura y las correspondientes disminuciones de la humedad del suelo originarían una sustitución gradual de los bosques tropicales por las sabanas en el este de la Amazonia. La vegetación semiárida iría siendo sustituida por vegetación de tierras áridas. Podrían experimentarse pérdidas de diversidad biológica importantes con la extinción de especies en muchas áreas de la América Latina tropical. La productividad de algunos cultivos importantes disminuiría, y con ella la productividad pecuaria, con consecuencias adversas para la seguridad alimentaria.
En fin, con estos mínimos e incompletos escenarios; se ve que el planeta está caliente, hay que hacer algo por enfriarlo.
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