A pesar que el 93% de los jóvenes en Guatemala pueden leer y escribir, en su mayoría su nivel de escolaridad es muy bajo. Muchos jóvenes guatemaltecos dejan los estudios a una temprana edad, este abandono resulta siendo forzoso ya que deben ir a trabajar para ayudar a su familia. El porcentaje de jóvenes que terminan la secundaria es bajo y este es aun menor cuando consideramos los jóvenes que participan en diversificado o en la educación superior.
Este informe revela también que nuestro sistema educativo está nutrido por el racismo, el clasismo y el machismo, ya que existen brechas significativas cuando se consideran las variables de etnia, posición socioeconómica y género de los participantes. En otras palabras, las mujeres, los indígenas y las personas que provienen de los estratos económicos más bajos son quienes peor acceso a la educación tienen y por lo tanto no cuentan con una escolaridad apropiada.
Todos los factores anteriormente mencionados tienen un gran impacto en el desarrollo del joven y su entorno, pues con una pobre escolaridad se le dificulta todavía más conseguir un trabajo digno. Está claro que la educación y el acceso a un trabajo digno están ligados, por lo tanto vemos en un mundo dominado por la globalización que muchos jóvenes no pueden optar a trabajos decentes. Un trabajo decente le permite al joven escapar de la pobreza y también le da la oportunidad de superar su nivel económico y vivir en mejores condiciones. Tristemente las tasas de desempleo más altas en Latinoamérica son las que se refieren a los jóvenes. Este sector poblacional es al que más se le dificulta acceder a un trabajo digno y remunerado. Los trabajos usualmente destinados para los jóvenes son aquellos con los peores salarios y las condiciones más estrenuas. En la mayoría de los casos, los jóvenes no disfrutan de beneficios sociales como seguro médico y son sujetos a las peores condiciones laborales. Es por esto que los jóvenes también somos más vulnerables a ser explotados en el mercado laboral.
En Guatemala, se les dificulta a los jóvenes poder acceder a un empleo, debido a varios factores como la escasez de oportunidades, por lo tanto en su mayoría los jóvenes recurrimos a la economía informal. Somos partícipes de ese 75% que radica en la economía informal accediendo a trabajos que no son bien remunerados y sin beneficios. Los jóvenes guatemaltecos por lo general en el área rural se dedican a la agricultura artesanal y dependen mucho de las remesas que reciben sus familias enviadas por familiares en el exterior. La encuesta mencionada anteriormente señala que en la actualidad, en Guatemala el “49.4% se encuentran inactivos laboralmente” de los cuales solo 10% han tenido alguna experiencia en el mercado laboral. Al igual que en el sistema educativo, en el mercado laboral también encontramos brechas significativas si consideramos tres factores: posición socioeconómica, género y etnia. Aparte de estos tres factores, la escolaridad juega un rol determinante: si el nivel de escolaridad del joven es bajo, sus chances a optar por un trabajo decente son bajos. Como es de esperarse debido a las condiciones de nuestro país, las mujeres y los indígenas son los que encuentran más dificultades al buscar un trabajo. En el caso de las mujeres, a pesar que el mercado laboral se ha ido abriendo, en su mayoría las mujeres son relegadas a los trabajos domésticos y a los trabajos de destrezas bajas. Mientras que las personas que se identifican como indígenas son relegados a los trabajos en el sector agrícola. Por lo mismo, las mujeres y los indígenas son quienes tienen por lo general los trabajos peor remunerados.
El entorno laboral para los jóvenes en Guatemala es complicado, debido a que los factores están en su contra. La búsqueda de trabajo es ardua y en muchas ocasiones tardan más de seis meses en encontrar un trabajo. Por lo general, la experiencia laboral de la juventud guatemalteca es inestable y por lo mismo, es difícil que los jóvenes logren superar su nivel socioeconómico. La falta de acceso a la educación les limita obtener un trabajo digno, lo que frena su desarrollo. Por lo tanto se crea un ciclo de pobreza que es muy difícil de romper, tristemente los jóvenes somos víctimas de dicho ciclo.
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