El domingo pasado visité una de las “nuevas” tiendas. Quedé horrorizado al observar que en las afueras del almacén estaban desempacando mobiliario nuevo, para reemplazar todo el preexistente. Anaqueles cuya función y efectividad es exactamente la misma que la de los anteriores. Mesas con fajas para las cajas registradoras, para sustituir otras igualmente funcionales y efectivas.
Supongo que ante esta crítica saldrán al paso flamantes gerentes, que con aires de superioridad y omnipotencia, se acogerían a la parafernalia del “marketing”. Proveerían impacientes explicaciones sobre la importancia de una marca, y que rendirse a la aplanadora transnacional no solo justifica, sino además hace estrictamente necesario malgastar mobiliario útil y completamente funcional, reemplazándolo por otro estandarizado a la marca nueva.
Cuando pienso en ello, lo que veo es un enorme y descomunal monumento privado a la ineficiencia y el malgasto. Ante este desperdicio de mobiliario útil me pregunto: ¿Dónde están esos abanderados y apóstoles de la eficiencia económica que tan duramente condenan las ineficiencias del Gobierno? Que, por favor, no se me malentienda, hacen bien en denunciarlas. Pero callan al notar que no solo el Gobierno malgasta y derrocha recursos útiles. El ejemplo de Walmart ilustra enorme malgasto y desperdicio también en el sector privado.
Y es que me niego a ser parte de una suerte de rebaño o masa acrítica que se traga la publicidad y el discurso sesgado y a conveniencia. Me parece muy bien y me sumo a censurar el malgasto del Gobierno cuando lo hay. Pero esa misma vara debe aplicarse también para medir el malgasto en el sector privado. ¿Quién malgasta más?
Condenamos enérgicamente cuando en una escuela pública se toma la decisión de desechar pupitres viejos pero aún útiles y reparables, para reemplazarlos con nuevos, producto de una compara anómala o de la corrupción. Toca entonces exigir una explicación de por qué se están desechando los pupitres aún útiles, y qué destino tendrán.
Pero por qué se condena el desecho de todo el mobiliario que usaba Hiperpaiz, y no exigimos una explicación pública de a dónde irán a parar todos esos anaqueles y mesas de cobro, aún útiles. Que es un asunto privado, no tanto. Si la decisión es desecharlos, pues irán a parar, en el mejor de los casos, a uno de los “rellenos sanitarios”, causando más acumulación de basura y contaminación. Un costo social que nos toca a todos pagarlo. Así que quizá el derroche no sean tanto del ámbito privado como nos hacen creer, ya que nos afecta a todos en la medida que se mantenga como impunidad generalizada en las empresas privadas.
El uso eficiente de los recursos y la transparencia debe ser una responsabilidad de todos, incluyendo tanto al Gobierno como al sector privado. En sociedades más avanzadas, un “súper gerente” no goza de impunidad para imponer los estándares de su marca por encima del bien común. Debe sujetarse a regulaciones estrictas de manejo de desechos, y si decide desechar todo un mobiliario para reemplazarlo por uno nuevo, debe pagar los impuestos y las tasas municipales que apliquen (que generalmente no son bajos). El desperdicio y el derroche no se justifican por el “estándar de una marca”, y tiene un costo financiero y social muy alto.
Al final, ¿quién se beneficia de ese cambio de mobiliario? Los consumidores en realidad no, puesto que da lo mismo si un abarrote está en una estantería común o una “estilo Walmart”. Un manejo eficiente de los recursos debería garantizar que ese cambio de mobiliario, por poner solo un ejemplo, tendría que beneficiar a alguien y no solo satisfacer caprichos de forma de una corporación transnacional.
Reto públicamente a Walmart México y Centroamérica a ser eficientes. Si desean incorporar el mobiliario estandarizado de su marca, entonces que asuman los costos. Les reto a que públicamente indiquen quién se beneficiará de todo el mobiliario que están desechando.
Les reto a que demuestren que no siguen el estereotipo de la corporación transnacional, incapaz de respetar mínimamente el país y la sociedad a la que han llegado a operar.
ricardobarrientos2006@yahoo.com
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