Tres primeros meses del gobierno

Es importante la reflexión porque el presidente Pérez Molina, como el resto de sus antecesores en la era democrática, van a un ritmo vertiginoso de trabajo, sin oportunidad de tomar pausas para pensar qué es lo que están haciendo bien y mal, y sin mucho acceso a la opinión imparcial en el mundo de espejos por excelencia que es la política.

Este es un gobierno de clase media como ningún otro, de clase media ascendente, mestiza, conservadora, urbana, de exmilitares, empresarios y profesionales, con financiamiento de ricos nuevos. Un gobierno que tiene su centro en el Presidente y sus dos satélites en los números uno y dos del partido, la vicepresidente Baldetti y el ministro Sinibaldi.

Y en estos primeros meses han sido, como el de todos los gobiernos, buenos y malos. Malos en las maneras autoritarias; en la chequera en blanco para el pago de deudas de la campaña electoral y favores a amigos, socios y colegas empresarios. Malo en la re-militarización de la inteligencia civil. Malo en las maneras machas para resolver problemas profundos del país como la violencia entre niños. Malo en la re-ladinización del imaginario de nación. Malo en la servida en bandeja de plata para los grandes empresarios con la idea de que eso dinamizará la economía y beneficiará a todos. Malo en las mañosadas en el Congreso para imponerse a los mañosos de Lider.

Y bueno en el respeto por el trabajo del Ministerio Público y la fiscal Claudia Paz y Paz, una de las 150 mujeres más valientes del mundo según Newsweek. Bueno porque no ha interferido en que sean los tribunales los que juzguen si deben condenarse las violaciones a los derechos humanos, aunque sea de excolegas militares del presidente. Bueno por hacer que los que estamos entre el 10 y el 2 por ciento que ganamos más paguemos más impuestos, aunque fue una nahuilonada dejar sin pagar más al 1 por ciento que se queda con más del 25 por ciento de los ingresos nacionales.

Bueno por juntar un buen equipo en materia de finanzas y economía. Bueno por reconocer algunos de los problemas estructurales del país. Y sorprendentemente bueno en oxigenar la política exterior al proponer la despenalización de las drogas. Y bueno por señalar sin ambages la hipocresía lambebotas de El Salvador, Honduras y Nicaraguas para prestarse al boicot estadounidense a la cumbre centroamericana. Así sin eufemismos es como se cambia el mundo, y con Costa Rica y Colombia, Guatemala bien podrá hacer un tridente en Cartagena y en la ONU en septiembre.

Como primer paso para somatar la mesa en el debate mundial, la excelente columna del presidente Pérez Molina en The Guardian el fin de semana pasado no podía haber sido mejor primer paso. 

www.MartinRodriguezPellecer.com

*Esta columna fue publicada el martes 3 de abril en elPeriódico; el último párrafo es añadido.