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Tres años de avanzar y retroceder en Centroamérica

“La democracia no es sólo un procedimiento. La democracia es también un asunto de resultados, instituciones, convivencia. La gente espera resultados”.
"Lo que se auguró como una crisis que haría crujir nuestras sociedades, más bien generó una condición de alivio".
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Tres años de avanzar y retroceder en Centroamérica

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Miguel Gutiérrez Saxe desgrana y explica en esta entrevista algunos de los principales hallazgos del informe Estado de la Región que está presentando desde la semana pasada por toda Centroamérica.

El informe Estado de la Región 2008-2011 encierra varias paradojas.

Por un lado, que cuando la economía global vivía tiempos boyantes, el centroamericano promedio salió perdiendo, y ahora que el mundo y la economía regional han transitado durante un trienio por una crisis devastadora que ha incrementado la pobreza, su capacidad adquisitiva, según el director del informe, ha tenido alivios.

Por otro, que la región va camino de convertirse en una región de estados excluyentes y degradados, incapaces de responder a sus funciones más básicas y de integrar a la población por la vía del mercado o de las políticas públicas. Y que, dadas las circunstancias políticas, económicas y sociales, las esperanzas de la región para salir de ese hoy dependan de gravísimas amenazas e imposiciones externas, se presentan  como  a un acuerdo que la saque de ese hoyo.

Es posible que sólo el crimen organizado, los riesgos del cambio climático, la galopante degradación ambiental, y una cooperación internacional condicionada puedan intimidar a los actores locales tanto como para que  se decidan a hacer lo único que, según el informe, puede revertir la situación, cambiar el rumbo, lo que llevan décadas ensayando en broma: un acuerdo político de verdad, serio, duradero.

¿Por qué buscar razones de optimismo en las amenazas?, medita Miguel Gutiérrez Saxe, el director del informe, nuestro entrevistado. Porque cuando se plantea la necesidad de un acuerdo político es obvio que no se dan las cuatro condiciones básicas: una ciudadanía que lo pida, unos políticos que lo quieran, un Estado que pueda impulsarlo, y unos poderes fácticos que no lo veten.

“Ahí están las entrevistas que hicimos”, dice Gutiérrez Saxe. “La tónica general en estos países fue: es muy importante la salud, la educación, los elementos más básicos, sí, pero no estamos dispuestos a dar un centavo más. Desconfiamos del Estado”.

Y por último, una paradoja más: que pese a todo ello hubiera ciertos avances sociales importantes en todos los países.

Porque esta década, aseguran los investigadores del informe, no ha sido una década perdida. La esperanza de vida superó en todos los países el umbral de los 70 años, se incrementó la cobertura educativa en preescolar, primaria y secundaria, y se fortaleció el mercado interno, que funcionó como un pequeño salvavidas durante la crisis.

 

Pero también ha habido, según el informe, retrocesos.

En los últimos tres años la región se ha convertido en el territorio más violento del continente y en una de las zonas más peligrosas del planeta: la tasa de homicidios de la región llegó a 40 por cada cien mil habitantes. Los ejércitos patrullan en las calles regularmente y pretenden cumplir unas funciones de seguridad interna que tras la caída de los regímenes dictatoriales había quedado reservada para las policías civiles.

En economía, exceptuando a Guatemala y Panamá, todos los países se contrajeron en 2009. La economía regional menguó un 0.5 por ciento entre 2008 y 2010, en lo que quedará registrado, según el informe, como la primera vez que paró de crecer en veinte años.

Se incrementaron la pobreza y el desempleo, y  también el número de personas que ni estudian ni trabajan: “el tema de los ni-ni”, dice el director del informe, “esto es un caldo de cultivo. El escaso acceso a oportunidades tiende a generar comportamientos violentos o acceso a las maras.”

Y creció, también, la vulnerabilidad ambiental: pasamos de superávit a tener una deuda ecológica del diez por ciento en promedio en cada país, señala Gutiérrez.

Pero sobre todo, hubo retrocesos políticos. Graves. “La democracia no es sólo un procedimiento. La democracia es también un asunto de resultados, instituciones, convivencia. La gente espera resultados”, subraya Gutiérrez Saxe.

Durante este periodo se terminó por perder una ilusión añeja, una fe que data de las transiciones democráticas o incluso de antes: que la democracia electoral conllevaría la democratización del Estado y del poder. Esa aspiración quedó hecha añicos, y el último trienio vio, dice el informe, involuciones democráticas en Honduras y Nicaragua, y crisis políticas pasajeras pero profundas en Guatemala y en El Salvador.

 “Lo más grave es la erosión del régimen político”, dice, punzante.

–¿A qué se refiere con “erosión”? Me imagino que es una cosa en cada país.

El tema de la penetración del narcotráfico, la corrupción… pero también el retroceso que significó el derrocamiento de Zelaya en Honduras. El golpe de Estado. También la injerencia del gobierno en otros poderes…

–Nicaragua especialmente…

Nicaragua. Aunque también se pudo detectar en El Salvador alguna tensión con la Sala Constitucional. Pero lo más grave, evidentemente, es lo de Honduras y Nicaragua. La injerencia de gobierno en otros poderes incluye el electoral, lo que se ve como la erosión más fuerte en términos políticos. El otro asunto que vimos también con el informe de documento…

–Perdón, le interrumpo. ¿En Guatemala no han visto indicios de esto, o indicios tan graves como en otros países? Es un tema muy candente aquí.

El tema de corrupción y el tema de influencia del narcotráfico, sí.

Guatemala, dirá en otro momento de la entrevista, ha mejorado sus incautaciones. Pero no es tampoco la pesadilla de los narcos: pese a que se trata de la mayor zona de paso, asegura Gutiérrez Saxe, sólo captura una décima parte de lo que aprehende Nicaragua.

–Entonces, ¿cuál es el estado de la región entre 2008 y 2011? En perspectiva.

Cuando se planteó la crisis mundial asociada al tema financiero, en octubre de 2008, se especuló y se dijo que después de los años 30 no había antecedentes similares. Incluso los 80 en nuestros países parecían ser un evento menor. En ese sentido, nuestra primera valoración es que aunque el que va de 2008 a 2011 fue un periodo muy turbulento para la región, no tuvo las consecuencias tan desastrosas que se habían anunciado: no fue extremo, más bien nos encontramos con una situación que en Centroamérica pudo significar algunos alivios.

–¿Algunos alivios?

El anterior informe se hizo en un tiempo asociado a una época de auge mundial, pero para Centroamérica tuvo un componente de crisis. Para nuestros países, esos años (2003-2008) significaron un deterioro de los términos de intercambio: crecieron los precios de los alimentos, creció el precio del petróleo y sus derivados, y todo ello sin que crecieran los precios de nuestra producción agropecuaria o lo que fuera. En ese sentido, la región perdió capacidad adquisitiva. Y además se le coló la inflación propia del incremento de los precios de los alimentos y del petróleo.

Con la crisis financiera del 2008 este fenómeno se revirtió, bajaron los precios de los alimentos, bajaron los precios de los hidrocarburos. Y en ese sentido, las previsiones que se habían tomado para incrementar los salarios resultaron excedidas en materia de inflación. Tuvimos una inflación más baja de la prevista y esto repercutió en un incremento de los ingresos reales de las personas.

Lo que se auguró como una crisis que haría crujir nuestras sociedades, más bien generó una condición de alivio. Como no fue tan elevado el nivel de inflación y las previsiones de incremento de los ingresos se dieron, eso repercutió en el incremento de la capacidad adquisitiva.

–¿Y por qué se dio esa paradoja?

Por la baja de los precios de los alimentos internacionales.

–¿Pero qué estructura económica peculiar de la región explica…? Ustedes hablan de tres factores: el comercio intra-regional, el mercado interno, y las remesas.

Ese es otro factor. Se previó que las remesas iban a caer estrepitosamente, pero los migrantes sostuvieron bastante los niveles de envío o bajaron en algunos países pero no de una forma extraordinaria.  Eso, junto con alguna capacidad económica que habían acumulado ciertos estados en Centroamérica y que se orientó a infraestructura y también a mejorar los ingresos de los funcionarios de todo nivel.

Podemos identificar entonces tres fenómenos: bajan los precios internacionales, y ahí hay un alivio en materia inflacionaria; además, el Estado interviene; y por último las remesas no caen de una forma tan grande. Eso hace que el ingreso nacional disponible, no mengüe

Aquí hay una especie de paradoja porque se anunció una crisis mayor después de una época de auge mundial. Pero en realidad, aunque para la región significó ciertamente mantener niveles de crisis (tener impactos en las importaciones, en la producción, etc.), no se tradujeron en un impacto de igual magnitud, igualmente negativo, en el ingreso de las personas y ni en las condiciones de vida de las personas.

–Pero cuando me dice que los precios de alimentos caen en teoría debería haber implicado que los precios de las exportaciones caerían también, y por lo tanto, el salario de quienes trabajan en la exportación caería, y en consecuencia se encadenarían una serie de caídas. Según su estudio eso no sucedió del todo.

Porque la caída de los precios de los bienes, de alimentos, hidrocarburos, no son caídas que afecten directamente a nuestros países. ¿Por qué? Porque no exportamos ese tipo de alimentos, no tenemos commodities (materias primas) y tampoco hidrocarburos en Centroamérica. Por lo menos no en una forma significativa y relevante. Tiene algo Guatemala, es el único, pero tampoco es una gran cosa.

El tema, entonces, es que los alimentos que nosotros exportamos no tuvieron caídas a diferencia de los que importamos: hubo una cierta mejora en los términos de intercambio en ese sentido.

–En el informe subrayan el hecho de que se esperaba un tiempo turbulento y al final no resultó tan crítico. Pero no eluden hablar de retrocesos políticos, económicos y sociales.

Tal vez le complemento con algunos avances. En todos los países mejoró la cobertura educativa, se incrementó la esperanza de vida, y se redujo la mortalidad infantil.

–Quedémonos de momento en esto. ¿A qué se deben estos avances? ¿Acción estatal, acción de mercado? ¿Qué es lo que sucede y por qué?

Se trata más bien de una acción compensatoria de los estados que influye en las condiciones de vida de las personas. En el informe quedan documentadas una serie de políticas sociales de ayudas condicionadas, con diversos grados de transparencia pero con impactos importantes en la población. Que niños y niñas, muchachos y muchachas, se mantuvieran en la escuela tiene que ver mucho con ayudas financieras condicionadas. También en términos de esperanza de vida es producto de acciones estatales. Tiene que ver con avances por ejemplo en vacunación, que es de nuevo política social, y el acceso a medicamentos. No se modificaron radicalmente las condiciones de vida de la población pero sí hubo ciertas mejoras con impacto en indicadores generales.

–Habla por ejemplo de que toda la región superó ya el umbral de los 70  años en la esperanza de vida. ¿Cómo cambió con relación al informe anterior?

Son cosas en las que se va avanzando, pero estamos ya en la parte más dura. Llegados a una esperanza de 70 años, subir uno, dos o tres años más es un tanto más difícil. ¿Por qué? La fecha más peligrosa para una persona en los años 30 en cualquier lugar de Centroamérica era el día de su nacimiento. Era ese el día mortal. En ese sentido, ahí inicialmente son las tareas más sencillas, se lleva agua potable y se reduce mucho los problemas al nacer y pues, las causas de muerte asociadas a enfermedades transmisibles. Estamos en la época más dura. Se tienen que combatir enfermedades crónicas, cáncer. Esto nos pone en alerta de que no debemos desperdiciar el bono demográfico.

–¿A qué se refiere con el bono demográfico?

El bono demográfico es una condición que se da una vez en las sociedades: es una situación favorable entre lo que es población activa e inactiva. Bajan las tasas de fecundidad y aunque también bajan las de mortalidad, le queda una sociedad en la que la relación entre la población activa y la inactiva es más favorable. Comienza a haber una incorporación masiva a la vida activa. La relación de dependencia va disminuyendo. En una transición demográfica, puede tener una relación de dependencia de 6 dependientes frente a un activo. Pero llegan épocas en que la relación se transforma y se puede tener de dos a uno. O incluso de uno a uno.

–¿Ahora en qué fase nos encontramos?

Es diferenciada por país. Costa Rica en una muy avanzada, Panamá un poco menos y otros países todavía tienen tres generaciones por delante de esa base muy amplia. Ahora ¿por qué el bono demográfico es estratégicamente tan importante? Porque tiene que aprovechar una situación en la que hay muchos activos para pocos inactivos. Pero conforme va pasando el tiempo, pasamos de una mayor dependencia entre los jóvenes, a una mayor dependencia entre adultos, porque aumenta también la esperanza de vida. Atender un adulto mayor es muchísimo más caro que atender a un niño o niña o un joven. Hay que aprovechar ese tiempo de gran actividad entre una y otra forma de dependencia para generar capacidades en los jóvenes, de tal forma que cuando tengan que hacerse cargo de una población adulta mayor, muy grande, puedan hacerlo.

–Esa transición… ¿De cuántos años estamos hablando?

Lo que le queda a Costa Rica es una generación, 15 o 20 años y ya se nos acaba el bono demográfico. Para el resto de los países centroamericanos, me refiero al triángulo del norte, pueden quedar dos o tres generaciones. Pero es muy importante comenzar a prever.

–Pero volvamos. Me decía que los avances se derivan de la acción compensatoria de los Estados. ¿Se puede decir que la política de incremento del gasto público tuvo resultados positivos?

Así es.

–¿No hay dudas sobre eso?

No, no hay. De lo que hay duda es de si fueron políticas típicamente anti cíclicas o si más bien hubo una expansión del gasto sin ser políticas típicamente anti cíclicas. Típicamente, lo que haces como política anti cíclica es orientar los fondos hacia la inversión. En este caso se incrementó el gasto en remuneraciones dentro del sector público, y se amplió el empleo público, especialmente en salud y educación. Por lo demás, bastante justificadamente, pero eso más que una política anti cíclica es una política de expansión estable del Estado.

–En esa línea en el informe hubo un dato que me llamó mucho la atención: en Guatemala, en el año 2009, el sector público creció un 12.8 por ciento, que es el mayor crecimiento que se dio en los países de la región, y menguó el sector de la construcción un 11.8 por ciento. ¿Engordó uno a expensas del otro?

No, muy probablemente ahí haya acciones de inversión en infraestructura. Sin eso, el decrecimiento de la construcción hubiera sido mayor.

–¿Pero lo anti cíclico hubiera sido invertir más en construcción, en la empresa privada?

Digamos, del sector publico contratando al privado para acciones de construcción. Eso es típicamente una política anti cíclica. Acá fueron expansiones más bien estables que originaron una rigidez en los déficits.

 

–Pasando a otro tema pero sin movernos de la idea de reducir la exclusión social, ¿cómo ha afectado la retirada parcial de la cooperación, o el comienzo de su retirada, y cómo prevén que va a afectar a Centroamérica en los próximos años?

Esa es una tendencia de largo alcance en el resto de Centroamérica. Guatemala es la excepción que mantenía un nivel de cooperación relativamente alto. Fue el último país al que llegó la retirada. Ahora ya da la impresión de que lo que va a prevalecer es que el comercio y los negocios deben sustituir cualquier flujo de cooperación. Ahora, la situación de crisis mundial, también está sometiendo a la cooperación a una nueva distribución. Además de África y Asia, que concentran mucha, la atención de problemas como el griego, el portugués  y demás, distraen los recursos de la cooperación europea.

–Lo curioso es que la cooperación ha centrado su ayuda a Guatemala primordialmente e, en los tres rasgos o tres elementos que ustedes determinan como riesgos estratégicos. Las instituciones, el cambio climático y la exclusión social. ¿Hay alguna posibilidad de que mejoremos en este contexto?

Nosotros creemos que la cooperación  debe incrementar sus flujos, pero de una forma condicionada. Para incidir en que la cooperación se dé hacia estados más transparentes y que garanticen la cobertura de necesidades. Sea esto protección y conservación ambiental, sea esto cambio de matrices energéticas…

–¿Eso no contravendría un poco el espíritu de la cooperación, que en los últimos años –las declaraciones de París y Accra- ha dicho que la ayuda debe alinearse con lo que manden los países receptores?

Las condicionalidades en el pasado eran macroeconómicas: que se mantuviera la estabilidad a toda costa. Lo que nosotros proponemos sería una orientación que de hecho Paris y Accra contemplan: el uso de esquemas de gestión por resultados. En ese sentido no es ajeno a aquellas declaraciones. Aunque el tema de condiciones la verdad que el informe es  muy franco: para que la posibilidad de avanzar sea creíble, ese tipo de cosas tendrían que reaparecer.

–Han estudiado el tema en tres países de las transferencias condicionadas y su conclusión, es que no hay indicios de una corrupción importante, de clientelismo, ni nada por el estilo. ¿Han podido comprobar que no se utilizan tampoco para favorecer campañas políticas?

Los estudios se hicieron fuera de épocas electorales. Lo que podemos decir es que no hay evidencia de corrupción, y sí de que le llega a la gente que lo necesita. Por otro lado, es evidente que hay clientes: la gente es usuaria, cliente; y en ese sentido hay clientela. Cuánto cultiva eso comportamientos políticos estables va depender mucho de la cultura de los países. En Costa Rica no logras nada dándole cosas a la gente. Nada. Ningún comportamiento político estable. En otros países puede que sí.

–Aquí  la UNE consiguió un número inesperado de diputados tomando en cuenta que no tenía candidata.

Exacto, pero en todo caso, si ves el resultado electoral, no es tan cierta la eficacia de la relación. Pero, te digo, fue medido en otro tiempo. Lo que sí es claro que lo que espera la gente resultados de sus gobiernos. Y los estados deben proporcionarlos. Sería un purismo inexplicado el pretender que no fuera así.

–Y es natural que un partido de gobierno pretenda aprovecharse de esos resultados…

De hecho, se supone que es así como se construyen las simpatías partidarias. El esquema electoral tiene esas fórmulas.

 

El autor de esta entrevista fue uno de los miembros del equipo de investigación del informe.

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