Títeres guerreristas

Iniciado luego del asesinato de Ahmed Yabari, jefe militar de Hamas, por parte del ejército israelí dentro de la propia Franja, al menos 154 palestinos y 5 israelíes murieron, en un enfrentamiento desigual en el que casi la mitad de las víctimas fueron mujeres y niños. El genocidio al que desde décadas se ha sometido al pueblo palestino continúa, y la comunidad internacional, Guatemala incluída, apenas si voltea la cara para pedir un poco de calma. Periodistas y reporteros también fueron asesinados intencionalmente por el fuego israelí, sin que las grandes sociedades de empresarios de la prensa digan nada.

Próximo a las elecciones en Israel, es evidente que el ataque desproporcionado lanzado contra los palestinos es un acto propagandístico del actual Primer ministro para lograr ser reelecto, usando como pretexto los cohetes “ciegos” que casi solo para decir presente lanzan los palestinos sobre el territorio israelí, en general sobre zonas despobladas. Además, es obvio que con el ataque y el posterior acuerdo raquítico de cese al fuego, Netanyahu quiere llegar fortalecido a la próxima reunión de Naciones Unidas, donde el 29 de noviembre, la Autoridad Palestina va a tratar nuevamente de obtener su reconocimiento como Estado Observador.

En esta guerra absurda, donde los muertos y la destrucción siempre están de un solo lado, lo que es evidente es que la obcecada negativa a que Palestina exista como cualquier otro Estado solo beneficia a los señores de la guerra, pero perjudica al propio pueblo israelita que sufre del mismo pánico al terror que su gobierno ha impuesto a los palestinos.

Encontrar la paz en casos como estos es una de las razones del famoso e inoperante Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Guatemala, luego de su vergonzosa oposición a que Venezuela fuera miembro de ese organismo en 2007, tuvo su premio de consolación en 2010, luego de un fuerte trabajo de la anterior cancillería. Sin embargo, a diferencia de Argentina, Brasil y los países del Mercosur que de inmediato levantaron su voz para exigir el cese al fuego y que el Consejo de Seguridad se posicionara de inmediato, Guatemala, sindo miembro de ese organismo, simplemente guardó un silencio cómplice y nefasto, con lo que el actual gobierno vino a demostrar con meridiana claridad que está allí para ser títere de los intereses guerreristas y genocidas, y no para esforzarse efectivamente por construir un mundo en paz y más seguro.

Si bien nuestra delegación diplomática ante Naciones Unidas ha crecido en su número de funcionarios, en nada ha aportado para que un conflicto como este, por ejemplo, redujera las víctimas, ya no digamos asumir un liderazgo regional para que la paz sea una práctica generalizada.

El silencio e inoperancia de nuestra delegación resulta así mucho más evidente y vergonzosa porque su jefe es el mismo diplomático que en la época del bergeismo, siendo Canciller, se empecino en una candidatura llamada al fracaso, jugando entonces y ahora el papel de títere de los intereses más guerreristas y contrarios a la paz.

Es más que seguro que, siguiendo con la tradición de ser comparsa del baile de la guerra, el actual gobierno, contrario a la opinión de la mayoría de países latinoamericanos, votará en contra de que se le conceda al Estado palestino la posibilidad de ser, al menos, miembro observador de Naciones Unidas.