En educación y salud son bien claras, en cuanto a la participación del Estado y del mercado. También en asuntos como el matrimonio entre homosexuales y la aceptación de estos en las Fuerzas Armadas, así como en lo relacionado con el aborto y los anticonceptivos. En el tema de los inmigrantes, los dichos difieren más que los hechos, pero ciertamente los demócratas aparecen más pro-inmigrantes, aunque sea por motivaciones puramente electorales. Estas maratónicas jornadas de discursos incendiarios, sobre todo exagerando las cualidades de su candidato y los defectos del rival, también sirven para encontrar las similitudes entre ambos partidos.
Concuerdan en la glorificación de su Ejército y el papel de los soldados como “defensores de las libertades de todos…”. Este discurso militarista presente en los dos partidos concibe como indispensable el uso de la fuerza para defender sus intereses en cualquier lugar del planeta, y está íntimamente vinculado con otro elemento de coincidencia, el llamado “excepcionalismo americano”. Los dos partidos remiten a su audiencia a la idea de ser un pueblo elegido por Dios, con un destino manifiesto, para guiar al resto del planeta por una senda de progreso, democracia y libertad. Es una creencia cuasi-religiosa usada en el sentido misión, y para mantener dicho excepcionalismo se requiere de guardianes y guías, quienes sepan interpretarlo correctamente y, por lo tanto, protegerlo de la mejor manera. Parece, entonces, que de eso se tratan las elecciones.
De esta manera, la política en los EE.UU. es una mezcla de religiosidad judeo-cristiana y estatal. Aunque los Republicanos tienen en su agenda la reducción a la mínima expresión del Estado en asuntos económicos, sí quieren que este se meta en la vida de las mujeres para decidir sobre el aborto o los anticonceptivos. No tienen reparo en mostrarse a favor de un Estado religioso, cuasi teocrático para su ala más conservadora en la cual militan pastores neo-pentecostales. Son los mismo que critican a los Estados musulmanes, por considerarlos terroristas, pero quisieran establecer su equivalente cristiano para vetar incluso la enseñanza de la evolución biológica en las escuelas.
Los Demócratas, aunque se pintan como muy liberales e incluyentes, saben manejar a la perfección la liturgia de “In God we Trust” y el “God Bless America”. Esta reverencia a la mayoría de votantes creyentes (78 por ciento cristianos, 5 por ciento judíos, según encuesta del Pew Forum, 2008) estaría explicando, en parte, por qué el debate sobre la ciencia y la tecnología está prácticamente ausente en las campañas, a pesar de ser vital para el desarrollo económico del país.
En Centro América generalmente se reverencia a los EE.UU. por ser la potencia económica y militar que es, pero también en el sentido de dicho excepcionalismo, debido a la falta de conocimiento sobre la historia del país. Algunos, por ejemplo, piensan que la Constitución nunca ha sido reformada, lo cual no es cierto. La mayoría de modificaciones importantes ocurrieron después de dramáticos episodios, como la Guerra Civil, en la cual murieron cientos de miles de soldados y civiles. Muchos de sus objetivos, a pesar de la sangre derramada, no se lograron alcanzar hasta 100 años después con las reformas pro derechos civiles para los afroamericanos en el sur del país, gracias a la movilización social de los años 1960s. Por otro lado, aquello del país de las oportunidades ya no es tan válido pues, como Joseph Stiglitz explica, la brecha de la desigualdad se ha ampliado, especialmente en lo referente a las oportunidades.
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