Cuando un haz de luz incide sobre una superficie pulida, sufre una reflexión parcial la cual es responsable de la formación de imágenes en espejos. Se crean entonces imágenes distorsionadas de realidades aparentemente simétricas, por lo que la condición de la presencia de la luz dinámica y constante es imprescindible e irrepetible. Este concepto es aplicable a cualquier tipo de onda.
Las ciudades actuales hablan por sí mismas de varias formas, una de estas es a través de los reflejos e...
Cuando un haz de luz incide sobre una superficie pulida, sufre una reflexión parcial la cual es responsable de la formación de imágenes en espejos. Se crean entonces imágenes distorsionadas de realidades aparentemente simétricas, por lo que la condición de la presencia de la luz dinámica y constante es imprescindible e irrepetible. Este concepto es aplicable a cualquier tipo de onda.
Las ciudades actuales hablan por sí mismas de varias formas, una de estas es a través de los reflejos en los espejos de sus edificios, superficies que por un momento dejan de ser simples vidrios agrupados por estructuras rígidas de metal y concreto, para convertirse en cronistas y narradores visuales que nos revelan ese momento evolutivo, de las nuevas sociedades y sus cambios, en forma poética y abstracta. Muestran el instante emergente y vibrante, de una sociedad que avanza a grandes pasos en el descubrimiento de muchos adelantos, las descargas de nuevas ideas, aperturas sensoriales y expresiones culturales, hacen de esta tradicional sociedad de mamíferos automáticos, una masa dinámica, violenta, moldeable, creativa y estilizada, a pesar de la ignorancia forzada, las limitaciones conceptuales, y las barreras estructurales impuestas.
Mi interpretación de los reflejos lumínicos de esta ciudad, representan percepciones visuales de su propia imagen retorcida. Al observarlos y relacionarlos con la constante adaptación de esta urbe y su masa, en las tradiciones, principios y expresiones culturales, me invitan a razonar alrededor del hecho, de que si este reflejo de nuestra ciudad convenientemente deshumanizado… ¿Podría en efecto ser la constante espontánea de la realidad alterna que nos representa como sociedad? A pesar de los cambios dialecticos en los códigos socio/urbanos, esta exegesis de la relación luz-superficie, defiende visualmente el hecho de que las ciudades y sociedades modernas, a pesar de las formas abstractas con que nos mimetizamos, no debemos olvidar que la inclusión de la metamorfosis integral del Ser Humano, es una condición Sine Qua Non (condición sin la cual no) para que podamos coexistir y desarrollarnos plenamente, en nuestra evolución social y la expansión urbana.