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Seguridad en Centroamérica, a merced de la voluntad política

En la cumbre no se perseguía pasar el sombrero y pedir limosna. Eso ya estaba pactado—desde hace meses, y hasta hace años, en el caso de Europa—aunque algunos donantes aprovecharon para anunciar nuevas ayudas. La idea era presentar un plan estratégico regional.
La discusión de la reforma fiscal, que Clinton colocó sobre la mesa al recalcar que requería del apoyo del sector privado, refleja los desafíos que cada país enfrenta a nivel nacional. También revela la falta de consensos que hace muy improbable una estrategia regional.
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Seguridad en Centroamérica, a merced de la voluntad política

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Los escépticos creen que hubo mucho ruido y pocas nueces. No esperan resultados concretos a largo plazo de la Conferencia Internacional de Apoyo a la Estrategia de Seguridad de Centroamérica, del pasado 23 y 24 junio. Otros, más mesurados, creen que los resultados dependerán de los consensos políticos alcanzados en cada país, y de quiénes lo dirijan. Saber si habrá apoyo o sabotaje a las estrategias regionales será cuestión de tiempo. No de mucho, en el caso de Guatemala, donde en pocos meses se estrenará una nueva administración presidencial.

Centroamérica está en un punto sin retorno. No puede recuperar los 278 muertos por cada 100 mil habitantes que la violencia le ha arrebatado entre 2010 y 2011 (si contamos a Belice y Panamá). Es la región más violenta del mundo, un 33 por ciento arriba del promedio mundial. Cuando una perspectiva peor es impensable, pareciera que sólo queda sentarse a la mesa y llegar a acuerdos: un déjà vu de Esquipulas I y II, hace 23 años, para acabar con los conflictos armados centroamericanos. Pero ahora la meta es acabar con otra guerra, una mucho más compleja en distintas dimensiones.

En los años 80, un bando era estatal (los ejércitos) y el otro, no-estatal (la guerrilla), ambos con algún apoyo de población civil no uniformada. Al menos la mitad del tiempo, al enemigo se le conocía por el uniforme. Ahora,  la identificación de bandos es menos clara. Están el policía, el militar, y el criminal de tiempo completo. Pero también están el policía y el militar que, aún uniformados, hacen gestiones freelance delictivas, y los criminales multidisciplinarios que lo mismo sirven al crimen que son profesionales, o dueños de un negocio legal establecido, una finca, o una fábrica. ¿Cómo reconocerlos? También están quienes no quieren parte en el negocio, pero resultan atrapados en el fuego cruzado -una de las pocas similitudes con el conflicto armado interno-.

Antes se necesitó que los gobiernos y las guerrillas decidieran un cese al fuego, que la guerra ya no permitiría alcanzar los objetivos de cada uno, pero que la paz en cada país, sí.  Ahora, el problema es que no hay una solución común para ambos bandos. La solución de uno es el problema del otro, y viceversa.

Ahora los Estados—más allá que los gobiernos administradores—deben asumir el combate regional contra el crimen organizado como única alternativa, sin excepciones de ningún país. En la contraparte, los criminales defenderán los espacios ganados con dinero sucio, en las avenidas de la impunidad, trepando entre corruptos, o asistidos indirectamente por políticas de seguridad de prueba y error.

Algunas señales concretas

Las cartas ya estaban echadas cuando los mandatarios centroamericanos se sentaron a la mesa con los principales donantes de la región, el pasado 23 y 24 junio, en la Conferencia Internacional de Apoyo a la Estrategia de Seguridad de Centroamérica, en la capital guatemalteca. En la cumbre no se perseguía pasar el sombrero y pedir limosna. Eso ya estaba pactado—desde hace meses, y hasta hace años, en el caso de Europa—aunque algunos donantes aprovecharon para anunciar nuevas ayudas. La idea era presentar un plan estratégico regional, discutido desde hace por lo menos un año, a nivel técnico y de seguridad (no sólo diplomático), sobre cómo controlar la ola de crimen organizado. Tamaña meta.

“Estamos llegando al punto en que el tema es cuestión de sobrevivencia”, según Carmen Rosa De León, integrante del Consejo Asesor de Seguridad (CAS). En las afueras de la Conferencia, Manfredo Marroquín, de Acción Ciudadana, observaba que “la convocatoria y la asistencia fueron muy reveladoras en cuanto al interés que hay de los países amigos de apoyar esa estrategia”. Se refería a la asistencia de los representantes de 40 países, incluidos los del istmo.

¿Pero qué señales concretas hay de que el plan se cumpla a largo plazo? La primera es que la estrategia regional ocurre en el contexto del Sistema de Integración de Centro América (SICA), y que existe un compromiso de que no se modificará cuando tome posesión un nuevo gobierno en cada país, de acuerdo con el general José Luis Muñoz Licona, director de la Policía de Honduras. Coincide con él Aminta Granera, jefa de la Policía de Nicaragua. Según Granera, el SICA facilitó un diálogo a alto nivel y permitió demostrar que los mandatarios tienen la decisión política de cristalizar la estrategia.

La jefa policial de Nicaragua destacó que el trabajo policial regional no es nuevo, ni surgió con el SICA, sino tiene el respaldo de la Comisión de la Policía Centroamericana, con 20 años de integración. De hecho, reveló que mientras se desarrollaba la Conferencia en Guatemala, había siete operativos regionales en curso contra el robo de vehículos, trata de personas, migración, y detección de documentos falsos.

El general Muñoz coincidió en que hay coordinación entre países, como cuando en Honduras se capturó al guatemalteco Mario Ponce en enero de 2011, después que se detectó un vuelo ilegal de un helicóptero en el cual se transportaba, y de consultar a Guatemala sobre sus antecedentes (de narcotráfico).

El jefe de la policía hondureña, con 33 años de servicio militar y uno y medio en el cargo actual, afirmó que la seguridad regional, incluso la hondureña, “por momentos ha tenido despegues positivos”, salvo cuando interviene la política. “Entonces sí se dificulta”, señaló con candidez. Muñoz se refería a los sucesos políticos de junio de 2009 en Honduras, cuando Manuel Zelaya fue separado de la presidencia y sustituido por Roberto Micheletti, hasta entonces, presidente del Congreso. “Estábamos ocupados con otras cosas”, dijo Muñoz de esta etapa, admitiendo que el espacio fue aprovechado por la delincuencia, particularmente por el narcotráfico.

Metas, mea culpas, y acusaciones

Otro peldaño hacia la meta: la organización de los donantes, y de los beneficiarios, para evitar la duplicación de ayuda y hacer que “cada dólar cuente”, como dijo durante la Conferencia Hillary Clinton, Secretaria de Estado de EE.UU. Para el Departamento de Estado estadounidense, la meta es cohesionar los programas bilaterales que este país mantiene con cada país centroamericano. Para que esto suceda, sin embargo, se requieren consensos políticos.

Ya lo decía en 2009, Carlos Castresana, primer jefe de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG). “Se han desperdiciado miles de millones de dólares de cooperación internacional, no necesariamente por corrupción, sino por la mala administración de recursos”, declaró el jurista español. Se refería al cortoplacismo de las medidas de seguridad en Guatemala, consecuencias del cambio de autoridades—y su tendencia de comenzar con mesa limpia—después de cada elección presidencial, pero también dentro de una misma administración.

La admisión de culpa por parte de EE.UU., por la demanda y consumo de drogas, ya se daba por sentada, aunque se carecía de cifras recientes (un día después de la conferencia, la ONU reveló que EE.UU. alberga el 36 por ciento del consumo mundial, el mayor del planeta por país). Para recordarlo, Clinton habló de los US$10 mil millones que su país invierte en la prevención y el tratamiento de las adicciones, así como en la persecución de las redes locales.

Los países centroamericanos esperaban más, un compromiso mayor que los US$240 millones—de los cuales US$40 fluirán el próximo año. De León calificó el aporte como una “contribución simbólica” considerando que la violencia ya alcanzó las gradas de EE.UU., y que ese país ha gastado miles de millones en guerras en otros continentes (Asia: Afganistán, Irak, Pakistán) y en países que considera aliados clave como Israel y Egipto.

Las expectativas no sólo estaban puestas sobre el dinero, sino también sobre la posibilidad de cambios legislativos que resultarían clave -por ejemplo- para reducir el flujo de armas a la región. Por ahora, en EE.UU. parecen tener más poder de cabildeo quienes abogan por el derecho de estar armado (aún si es con fusiles de asalto), que quienes buscan castigos más fuertes para quienes compran armas para terceras personas (legalmente prohibido) para luego enviarlas de contrabando a México, Guatemala y otros países. Estos castigos difícilmente superan los cinco años de cárcel y los US$10 mil de multa. Legislar castigos más severos para la compra de armas para terceros—o bloquearla con leyes más sólidas—no es la única solución, pero es una parte de ella.

Una receta compleja

La violencia en Centroamérica no admite soluciones únicas. Sólo limitar el tráfico de armas desde EE.UU. hacia México y Guatemala, o legalizar las drogas, no permitiría controlar al crimen organizado ni la violencia que éste genera. Ni EE.UU. es el único origen de las armas, como se ha comprobado en Guatemala, ni el tráfico de drogas es el único generador de violencia.

Sin embargo, algunos en el Departamento de Estado y la prensa estadounidenses parecen tener una perspectiva parcial de la realidad centroamericana. Durante una conferencia de prensa el pasado 20 de junio en Washington, un periodista preguntó sobre la incidencia de México en el nivel de violencia en Guatemala, como si por México entrara todo el crimen y la violencia del istmo. El Secretario Adjunto de Asuntos Antinarcóticos, William R. Brownfield, del Departamento de Estado de EE.UU., respondió que era necesario esperar unos meses después de la conferencia del SICA para establecer qué porcentaje del crimen salía de México hacia Centroamérica, y qué porcentaje se origina en el istmo.

La pregunta y la respuesta obligan a asumir cierta ignorancia sobre el caldo de cultivo criminal en Centroamérica, aprovechado por los narcos colombianos en los años 80, y ahora por los mexicanos. El uso anti-democrático de las fuerzas de seguridad y la misión de control social que se les adjudicó; las instituciones débiles plagadas de corrupción y un servicio civil poco calificado, contratado como pago de facturas políticas, son sólo algunos de los detonantes.

El contrabando, la trata de personas, emigración de indocumentados, robo de vehículos, y otras actividades ilícitas transnacionales, nunca dejaron de aprovechar el istmo en mayor o menor grado; primero, a la sombra de los conflictos armados, y después, explotando las debilidades institucionales desnudadas por la posguerra.

El consenso regional es que el istmo necesita una solución integral, y que tan preciso es identificar los problemas y las soluciones, como la fuente de financiamiento, y las garantías de que los fondos se usarán con transparencia. Brownfield dijo que “mucho de lo que pasa en México tiene impacto en Centroamérica, donde Guatemala comparte la mayor parte de la frontera”, y que Guatemala, siendo parte del problema, debía ser parte de la solución, aunque los obstáculos no faltan.

Desafíos a nivel nacional

La discusión de la reforma fiscal, que Clinton colocó sobre la mesa al recalcar que requería del apoyo del sector privado, refleja los desafíos que cada país enfrenta a nivel nacional. También revela la falta de consensos que hace muy improbable una estrategia regional.

En Guatemala, el sector privado aboga por la transparencia antes del aumento de la carga tributaria, y devuelve la discusión a qué es primero: el huevo o la gallina. Para Francisco Dall’Anese, actual comisionado de la CICIG, corresponde conseguir los recursos primero y después exigir transparencia, sin restarle recursos a un rubro clave para trasladarlo a otro. “No se trata de destapar un santo para tapar a otro”, dijo a su salida de la Conferencia. Según Manfredo Marroquín, un consenso en este sentido es todavía el gran reto pendiente.

“Cómo esta estrategia regional se traducirá en un plan de acción real [individual]; en cada país es donde todavía hace falta mucho camino por recorrer”, advierte el presidente de Acción Ciudadana. “Cada país deberá construir sus propios consensos sobre esta estrategia”. Marroquín es uno de los escépticos en cuanto a Guatemala, que en plena época electoral muestra un alto grado de polarización política y escasos puntos de encuentro.

Un principal punto de desencuentro, la reforma fiscal, impedirá atacar la desnutrición infantil que afecta al 50 por ciento de los niños guatemaltecos, y financiar plan alguno de seguridad regional. “Si no hay consenso nacional en los planes nacionales, la estrategia regional jamás va a tocar tierra”, sentenció Marroquín. “Es como si tuviéramos el techo, pero no hay columnas ni piso”.

El comisario de comercio de la Unión Europea (UE), Karel De Gutch, insistió en inclinar la balanza hacia el otro extremo. “Existe una fuerte voluntad para que funcione este esfuerzo de integración [de seguridad]”, dijo De Gutch. “Este tipo de decisiones ocurre cuando las personas se percatan de que si no trabajan juntas no podrán controlar la violencia; no hay necesidad de ser escépticos”. Era difícil saber si estaba convencido, o si intentaba persuadirse a sí mismo tanto como a los periodistas que lo escuchaban.

Comercio, desarrollo y seguridad

Durante la conferencia del SICA, se confirmó la firma del Acuerdo de Asociación entre la UE y Centroamérica, un acuerdo que elimina aranceles y reduce o elimina cuotas de importación y exportación para ambas regiones, y que a Europa le ahorra el pago de €87 millones de euros anuales al istmo. El ministro de Economía de Guatemala, Luis Velásquez, asegura que los beneficios que recibirá la región excederán este monto.

El comisario europeo explicó que no era casualidad que el anuncio de la firma, prevista para noviembre próximo, ocurriera en medio de la conferencia de seguridad de Centroamérica. La UE, que reúne el 28 por ciento de consumidores de cocaína a nivel mundial, según la ONU, también es el principal donante del istmo con €850 millones (€150 millones para seguridad), cuyo desembolso se pactó entre 2007 y 2013.

Del Acuerdo de Asociación, De Gutch dijo que está sostenido en el vínculo de que “mejor comercio lleva a mejores vidas”. Además, reveló que el paquete multianual de ayuda incluye programas de desarrollo social para crear más oportunidades de trabajo y estudio, pero que no está atado a condiciones. “No me gusta hablar en términos de condicionamiento, pero sí en términos de metas de desarrollo humano”, dijo el funcionario. Fuera del campo comercial, algunos diplomáticos han sido menos sutiles. El embajador de EE.UU., Stephen McFarland, en 2010 sí condicionó otorgar US$1 millón para la policía a cambio de que se colocara personal calificado en la nueva comisaría modelo de Mixco. Su gestión dio resultado.

Desde una perspectiva policial, Muñoz y Granera también creen que elevar la calidad de vida es un medio y un fin simultáneamente, en la reducción de la violencia. La directora policial de Nicaragua tiene en su país un caso ejemplar, aunque sin una correlación comprobada entre ambos aspectos. Nicaragua se jacta de ostentar la menor tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes en Centroamérica en los últimos tres años: 12. Le sigue Costa Rica con 13, pero los casi los duplica Panamá con 21, y los triplican Guatemala, con 41, y Belice, con 44; mientras tanto, los quintuplican El Salvador, con 70, y Honduras, con 77.

Pese a los contrastes entre un país y otro, es toda la región la que está ante un parte-aguas, como dijo el presidente de Guatemala, Álvaro Colom. Pero no como en los ochentas, sino con un grado de complejidad donde no basta el compromiso regional, sino el conjunto de resultados individuales concretos. El éxito sólo de uno es el éxito de ninguno, pero la derrota de uno es la derrota de todos.

Dall’Anese lo resumió en una frase: “Tenemos que decidir si ‘queremos resolver el problema o nos queremos hundir’”.

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