La lista de procederes es interminable, pero el elemento común es la creciente dependencia de los ciudadanos a las jerarquías, a las supuestas reglas, muchas de ellas inexistentes en realidad, que aunque ficticias obligan a la subordinación permanente. Rasgos de cultura política que están consolidándose.
El concepto de autoridad se ha corrompido. Funciona a propósito cuando el objetivo es mediatizar, bloquear lo que suena cuestionable. Es irrelevante e invisible cuando se trata de defe...
La lista de procederes es interminable, pero el elemento común es la creciente dependencia de los ciudadanos a las jerarquías, a las supuestas reglas, muchas de ellas inexistentes en realidad, que aunque ficticias obligan a la subordinación permanente. Rasgos de cultura política que están consolidándose.
El concepto de autoridad se ha corrompido. Funciona a propósito cuando el objetivo es mediatizar, bloquear lo que suena cuestionable. Es irrelevante e invisible cuando se trata de defender derechos. Su carácter discrecional responde a la misma lógica de funcionalidad de las instituciones: las normas. El mismo sentido de la seguridad tiene esa doble cara y responde según el color del billete. Nos han llenado la cabeza con eso de que poner orden es el imperativo central de la actuación de los gobiernos. Sinónimo de autoridad pervertida que encarna el creciente militarismo, que actualmente experimenta un segundo aire. Por donde sea que uno se mueva, en cuanta dependencia gubernamental están presentes oficiales jugando a expertos en cualquier rama de la administración pública. Sea como asesores, directores o encargados de seguridad, personajes salidos de la oscuridad intentan legitimarse y volverse indispensables. ¿Será posible erradicar esta nueva plaga? Eso está por verse en la medida en que su presencia termine siendo molesta. De momento hacen todo lo posible por seguir vigentes a pesar del cambio de gobierno.
Esa es una muestra de la capacidad de adaptación que ciertos actores han desarrollado para seguir aprovechando los vientos favorables de contextos sociopolíticos frágiles. Allí donde privan los vacíos, las preguntas sin responder, las acciones arriesgadas, aparecen los operadores que todo lo hacen fácil, los eficientes y los estrategas, los facilitadores que dicen tener respuesta a todo, incluso a lo que parece impenetrable. Poco les importan los cambios de conductores. Ellos viajan cómodos y ven desfilar a autoridades que se hacen pasar por jefes cuando en realidad no se mandan ni a sí mismos.
De eso se trata el cambiante sistema político, compuesto de actores e instituciones que buscan adecuarse a las condiciones para jugar a contrapelo del momento: mientras el clima generalizado es de alta inestabilidad, este tipo de actores juega a lo permanente. Hacen de la posición contraria su fortaleza. Estos son rasgos de la cultura política que acoge nuevos valores que se consolidan y van adquiriendo un carácter que transciende lo temporal.
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