Para mí, lo más reciente que pude ver de Galeano fue cuando lo visitaron Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina durante su gira de conciertos La orquesta del Titanic, que está recogida en el documental El símbolo y el cuate. Ya no van quedando en el mundo muchas personas que puedan llevar una conversación con esos niveles. Tanto sus escritos y opiniones sobre el futbol y la FIFA como la gran titiritera también son recomendables.
Ya establecido por este personaje que la h...
Para mí, lo más reciente que pude ver de Galeano fue cuando lo visitaron Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina durante su gira de conciertos La orquesta del Titanic, que está recogida en el documental El símbolo y el cuate. Ya no van quedando en el mundo muchas personas que puedan llevar una conversación con esos niveles. Tanto sus escritos y opiniones sobre el futbol y la FIFA como la gran titiritera también son recomendables.
Ya establecido por este personaje que la historia del continente se relaciona con la historia del despojo de sus recursos naturales y que el tinglado del futbol mundial nos mira la cara de babosos, es bueno tener en cuenta el hecho de que cada vez hay que buscar con más ahínco escritos, figuras y conversaciones con sentido en los medios de comunicación. Un buen ejemplo de pérdidas de este tipo sucedió hace dos años con la muerte del economista español José Luis Sampedro.
Siempre que Sampedro hablaba o escribía se le presentía, más allá del bien y el mal, sostenido en una vida que fue coherente entre pensamiento y obra. Abogando siempre por la primacía del ser humano en un sistema económico y social deshumanizante, cuando en una entrevista del programa Salvados de la televisión española le preguntaron cuál de los gobiernos de su país cargaba con la mayor culpa de la crisis y del deterioro del bienestar de los españoles, respondió que para él eran «todos desde 1968». Luego razonó cómo no es que el capitalismo esté acercándose a su final, sino que ya desde aquellas fechas había concluido y que lo que vivíamos ahora poco o nada tenía que ver con ese modo de producción como originalmente se concebía.
Sin duda, la libertad puede ser acuñada en forma de dinero y de medios que permitan expresar lo profundo. O también puede ser alcanzada de tal forma que se necesite tan poco que muy pocas cosas puedan dan lugar a tentación. No siempre en un medio como este se consigue entrar en la tertulia docta de la situación económica y social nacional con tantos buenos tertulianos. Por eso, en días como hoy, dan ganas de imaginarse conversando con tipos como los hoy recordados, o quizá con un José Saramago. Por cierto, en la promoción semanal de difuntos también se incorporó Günter Grass. Este escritor alemán, en su libro El tambor de hojalata, cuenta la historia de un niño que se negó a crecer y que no creció. Esa podría ser otra solución.
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