El apoyo del coronel
Fue el mismo Daniel Ortega quien admitió a finales de la década del noventa que Gadafi era un “soporte muy importante” para él. La ayuda de Gadafi, dijo Ortega, era en “carácter personal”, y para el analista Oscar René Vargas no sólo representó una forma de subsistencia para el exguerrillero, sino que le permitió a Ortega el control del FSLN, “porque era el que tenía el dinero”.
La relación entre Ortega y Gadafi se afianzó en la década del ochenta, cuando Ortega se convirtió poco a poco en la cara más visible del nuevo gobierno nacido de la revolución. Víctor Hugo Tinoco, quien se desempeñaba en aquella época como vicecanciller, explica que en la historia de la cooperación de Libia con Nicaragua, hay dos etapas: la “época de oro” de los ochenta, cuando hubo una relación de Estado a Estado con una cooperación que según Tinoco ascendía a 100 millones de dólares, y la etapa iniciada a partir del noventa, tras la derrota electoral del FSLN, cuando “se acabaron las relaciones”.
“Lo que se estableció fue una relación personal entre Ortega y Gadafi. Ortega ha aceptado todos estos años que él ha sido financiado por Gadafi para su mantenimiento personal, no era para el partido y menos para el país”, asegura Tinoco. “Los recursos eran básicamente para mantener toda la actividad política personal de Ortega”, cuenta. “En todo los noventa, mientras estuvimos en la oposición, el FSLN se mantenía con la cotización de sus diputados, del 10% del salario; eso mantenía la vida del partido. Recuerdo no haber visto o sabido de un centavo de Gadafi para el partido en los noventa o en el 2000; sí supe que había ayuda para ortega”, agrega el también diputado.
Tinoco asegura que la caída de Gadafi golpea directamente al presidente Ortega “por dos razones”. Así lo explica: “primero porque obviamente era una ayuda personal la que recibía, además de la posibilidad de ayuda en el futuro; y segundo porque esa relación estaba basada con la identificación de Ortega con el proyecto político de Gadafi”. Para el diputado, “Nicaragua como Estado no pierde nada”.
Una opinión similar mantiene el analista Óscar René Vargas, aunque él explica que la inminente caída de Gadafi no traerá mayores repercusiones para Ortega. “Hubiese sido más importante si hubiera pasado en los noventa”, cuando la ayuda del coronel libio “permitía sostener la estructura del partido”, dice Vargas.
Ahora, el lugar de Gadafi lo ocupa otro camarada petrolero de Ortega, el comandante Hugo Chávez, cuya convalecencia también debe mantener en vilo al Presidente, dado que su proyecto político prácticamente depende de los petrodólares que llegan desde Caracas y que Ortega recibe casi en “carácter personal”.
Sin embargo, con su regreso al poder en enero de 2007, el presidente Ortega parecía esperar de su aliado árabe la ayuda suficiente para impulsar su proyecto político, por lo que en diciembre de 2008 programó un viaje hasta la lejana Libia para visitar, junto a toda su familia, asesores y empleados, al hombre que acostumbra a vivir con su harén en una tienda beduina, la misma que trasladaba allá donde viajara.
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