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Se derrumba Gadafi, el benefactor de Ortega

Una relación de clientelismo económico hasta que apareció Chávez.
“Lo que se estableció fue una relación personal entre Ortega y Gadafi. Ortega ha aceptado todos estos años que él ha sido financiado por Gadafi para su mantenimiento personal".
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Se derrumba Gadafi, el benefactor de Ortega

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Fue la tabla de salvación de Ortega en los noventa.

Foto: Daniel Ortega y Muamar el Gadafi, su benefactor antes de Hugo Chávez.
El coronel sí tiene quien lo apoye. No debe ser fácil para Daniel Ortega asistir a la agonía del régimen que por 42 años lideró su camarada libio, el coronel Muamar el Gadafi, con quien Ortega ha mantenido durante décadas una relación de compadrazgo que desembocó en el clientelismo económico.

Irónicamente, fue Gadafi quien a finales de la déca del setenta ofreció ayuda militar a los insurgentes sandinistas que intentaban derrocar a la dinastía de los Somoza que había gobernado a su antojo a Nicaragua por más de cuatro décadas, asegura el analista político Óscar René Vargas. Gadafi también fue la tabla de salvación económica de un desmoralizado Ortega en los noventa, tras la derrota electoral y el éxodo que sufrió a mediados de esa década el Frente Sandinista, cuando Sergio Ramírez fundó el Movimiento de Renovación Sandinista (MRS).

Por tanto, a Ortega no le quedó más remedio que dar su respaldo político al coronel, ahora en fuga, calificando de terrorista la operación militar aliada aprobada por la OTAN en marzo pasado, bautizada con el poético nombre de “Amanecer de la Odisea”, que marcó el principio del fin de la Yamahiriya —una suerte de modelo socialista autoritario a lo árabe— fundada por Gadafi en 1969, cuando tomó el poder a través de un golpe de Estado.

El apoyo del coronel

Fue el mismo Daniel Ortega quien admitió a finales de la década del noventa que Gadafi era un “soporte muy importante” para él. La ayuda de Gadafi, dijo Ortega, era en “carácter personal”, y para el analista Oscar René Vargas no sólo representó una forma de subsistencia para el exguerrillero, sino que le permitió a Ortega el control del FSLN, “porque era el que tenía el dinero”.

La relación entre Ortega y Gadafi se afianzó en la década del ochenta, cuando Ortega se convirtió poco a poco en la cara más visible del nuevo gobierno nacido de la revolución. Víctor Hugo Tinoco, quien se desempeñaba en aquella época como vicecanciller, explica que en la historia de la cooperación de Libia con Nicaragua, hay dos etapas: la “época de oro” de los ochenta, cuando hubo una relación de Estado a Estado  con una cooperación que según Tinoco ascendía a 100 millones de dólares, y la etapa iniciada a partir del noventa, tras la derrota electoral del FSLN, cuando “se acabaron las relaciones”.

“Lo que se estableció fue una relación personal entre Ortega y Gadafi. Ortega ha aceptado todos estos años que él ha sido financiado por Gadafi para su mantenimiento personal, no era para el partido y menos para el país”, asegura Tinoco. “Los recursos eran básicamente para mantener toda la actividad política personal de Ortega”, cuenta. “En todo los noventa, mientras estuvimos en la oposición, el FSLN se mantenía con la cotización de sus diputados, del 10% del salario; eso mantenía la vida del partido. Recuerdo no haber visto o sabido de un centavo de Gadafi para el partido en los noventa o en el 2000; sí supe que había ayuda para ortega”, agrega el también diputado.

Tinoco asegura que la caída de Gadafi golpea directamente al presidente Ortega “por dos razones”. Así lo explica: “primero porque obviamente era una ayuda personal la que recibía, además de la posibilidad de ayuda en el futuro; y segundo porque esa relación estaba basada con la identificación de Ortega con el proyecto político de Gadafi”. Para el diputado, “Nicaragua como Estado no pierde nada”.

Una opinión similar mantiene el analista Óscar René Vargas, aunque él explica que la inminente caída de Gadafi no traerá mayores repercusiones para Ortega. “Hubiese sido más importante si hubiera pasado en los noventa”, cuando la ayuda del coronel libio “permitía sostener la estructura del partido”, dice Vargas.

Ahora, el lugar de Gadafi lo ocupa otro camarada petrolero de Ortega, el comandante Hugo Chávez, cuya convalecencia también debe mantener en vilo al Presidente, dado que su proyecto político prácticamente depende de los petrodólares que llegan desde Caracas y  que Ortega recibe casi en “carácter personal”.

Sin embargo, con su regreso al poder en enero de 2007, el presidente Ortega parecía esperar de su aliado árabe la ayuda suficiente para impulsar su proyecto político, por lo que en diciembre de 2008 programó un viaje hasta la lejana Libia para visitar, junto a toda su familia, asesores y empleados, al hombre que acostumbra a vivir con su harén en una tienda beduina, la misma que trasladaba allá donde viajara.

 

 

 

 

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