Este residuo conceptual tendrá dos influencias determinantes: 1) La santificación de la vida humana cómo precepto ético y, 2) Un enfoque realista-materialista. Dicho sea de paso, leer el pasaje del Génesis donde Abraham es provisto de un carnero para salvar la vida de Isaac es la corroboración de una religión que rechazará todo tipo de sacrificio humano cómo precepto dogmático.
Pero con relación a eso que Dussel denomina ´el mundo semita´ hay otro aspecto importante por mencionar, caracterizado por lo que denominaremos aquí tribalismo. Por tribalismo entenderemos un contexto social donde las relaciones sociales no están orientadas hacia los ´marcos contractuales´. En dicho contexto, el elemento relacionado a la pertenencia de grupo y la solidaridad ante el hermano-miembro resultan vitales para determinar nuestros esquemas de rol y estatus. Dussel refiere al pasaje bíblico que recuenta la subida del Moisés (según la leyenda) al Monte Sinaí. En su encuentro con el temible dios del desierto, Moisés solicita ´ver el rostro´ aun sabiendo que aquel que lo contemple debe morir fulminado. ´Conocer al otro´ o re-conocer ´al otro´ es para Dussel uno de las contribuciones más importantes del humanismo semita. Y aunque el Antiguo Israel jamás quiso compartir (universalizar las promesas recibidas, lo cual sí hará la Roma Cristiana), habían prescripciones muy puntuales en relación al tratamiento que debían recibir: a) la viuda, b) el niño menor de 12 años, c) el pobre y d) el extranjero.
Nótese que estas cinco categorías hacen clara referencia a quien no puede ser tutelado o protegido dada su condición de ´extraño´, débil o inferior. Conforme el judaísmo inicia el abandono de los brutales y sanguinarios rituales sacrificiales, su énfasis estará dado en buscar ´obras de justicia y misericordia´. Es precisamente éste el mensaje de uno de los profetas menores, Oseas, quien afirmará que la deidad (ahora) ´no quiere sacrificios sino actos de misericordia.´ Es por ello que en la visión judaica, el ´Mesías´ además de no ser divino (pues sólo hay un dios) no requería ser vicario de nada.
¿Qué importancia tiene construir una cosmovisión que entiende la justicia cómo actos de misericordia?
Ve, tómate una mujer fornicaria, e hijos de fornicación; porque la tierra fornica apartándose de Jehová… así abre el libro de Oseas. Puesto en palabras modernas, resulta que ahora el iracundo dios hebreo le pide a Oseas ´ búscate una puta y hazla tu mujer´. De hecho, Oseas había sido abandonado por su esposa de nombre Gomer, una mujer un tanto ninfómana si creemos el relato del texto (a lo mejor eran puros celos). Pero en fin, el punto es que Oseas si bien sufrió la infidelidad y si bien sufrió el abandono, recuperó a Gomer incluso evitando que ella fuese vendida por esclava.
Es decir, lo que está a punto de fenecer, el que está a punto de morir en la ´raya´, pues de pronto se encuentra con el rostro de alguien que lo levanta, lo ayuda, le lava las heridas y le da de comer. ¿Por qué restaurar en alguien aquello que no se merece? ¿Por qué reparar lo que está roto y que no sirve? ¿Por qué dar al ´otro´ lo que no merece? ¿Por qué tener en cuenta la miseria del ´otro´? ¿Para qué reconocer a ´la otredad´? El primer Isaías afirma, en relación al carácter del dios ya no iracundo: ´La caña cascada no quebraré y el pábilo que humea no apagaré´.
¿Qué importancia tiene esto? Precisamente, nos permite reparar el mundo.
Me preocupa responder al cuestionamiento sobre qué lugar ocupa esta noción de justicia (social) en la sociedad de hoy. Además, me interesa ahondar en el mecanismo igualador implícito en la concepción semita. Ello será tema de la siguiente columna.
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