El contexto de las anteriores letras aparece en relación a la reflexión que Dussel realiza contrastando el proceso de desarrollo europeo-occidental frente al particular proceso latinoamericano. Para responder a ello, Dussel desentraña primero los supuestos relacionados con la cosmovisión del mundo semita.
La obra de Dussel es extensa y el espacio en esta columna no sería justo para el tamaño de su producción intelectual. Por ello, selecciono directamente aquellos fragmentos de la obra de Dussel que inicialmente están dirigidas a explicar el anclaje semita-hebreo sobre la existencia física.
En su lectura del libro de los Salmos, Dussel hace la siguiente explicación en referencia al Salmo 16 y al Salmo 35: Mi corazón exulta, mis entrañas se alegran, mi carne (basár) descansa con seguridad... (Salmo 16, 9). Mi néfesh exulta en Yahveh...todos mis huesos dirán: Yahveh, ¿quién es semejante a Ti? (Salmo 35,9-10).
El juego de términos hebreos que Dussel mantiene aquí es muy interesante. La construcción de la antropología bíblica para Dussel está mostrando un juego conceptual que parte del concepto basár como aquello corpóreo, la substancia del hombre, aquello que es mortal y contrario a dios pero está ligado al néfesh, aquello que podría referir a la conciencia o al yo (términos contemporáneos que en definitiva, eran desconocidos para el mundo semita-hebreo). Sumado a esto, el mundo hebreo introducirá el concepto de ruaj, ´el soplo de vida original´ que al ser retirado del hombre produce la muerte.
Dussel ve la confirmación de este concepto en su lectura de otras dos citas bíblicas, Mi espíritu (rúaj) no permanecerá siempre en el hombre, pues el hombre no es sino carne (basár-néfesh) (Génesis 6, 3). Mientras que el néfesh reconoce Dussel, permanece unido al cadáver, es el rúaj el que una vez “retirado” produce la muerte. En la lectura del Salmo 104, Dussel encuentra esta corrobación: Tú ocultas tu rostro, ellos se espantan, tú retiras su rúaj, ellos mueren, al polvo retornan (Salmo 104, 29-30).
El punto medular en la antropología semita-hebrea más tradicional es reconocer que el hombre no es el alma, sino la totalidad viviente. Eso es precisamente lo que comienza a modificarse en la medida que el pensamiento semita –afirma Dussel− tolera la introducción de conceptos griegos. El hombre no es el néfesh, (en griego traducido a psykhé y en latín por ánima). Y aunque puede hablarse de una oposición básar-ruaj, una oposición carnal-mortal-identidad vrs lo no carnal-no mortal es una oposición distinta a la presentada por los judíos helenizados. Dussel reproduce un verso escrito en Alejandría que corresponde al Libro de la Sabiduría para mostrar dicho punto: El cuerpo (sôma) corruptible, pesa sobre el alma (psykhén), y su mansión terrestre aturde el espíritu (noûn) con mil pensamientos (Sabiduría 9, 15).
En la doctrina de la resurrección en cuanto comenzó a ser helenizada (y luego el cristianismo tragará su propia helenización) la relación se dirige hacia el rúaj y no al néfesh. Es esta la lectura helenizada que Dussel rescata del texto de Ezequiel (cap. 37): He aquí que Yo abriré vuestras tumbas y os haré salir fuera de vuestras tumbas, oh mi pueblo ... Ya infundiré mi espíritu (ruaj) en vosotros y viviréis ´….
Pero en el pensamiento semita-hebreo original, no sólo no hay conceptualización de cuerpo al estilo griego (cadáver), sino que, como lo explica Dussel ´ La sangre, los oídos, los huesos, cada órgano es una facultad de la unidad viviente que es el hombre. No hay, entonces, estrictamente hablando una “corporalidad”, sino más bien una “carnalidad” de la existencia espiritual del hombre en su radical unidad viviente´.
Ese reconocimiento a la ´carnalidad´ construirá un anclaje en el contexto de lo biológico y tendrá repercusiones importantes y trascendentales. Dicho ´biologicismo´. Dará pie para la construcción del realismo-materialista en el pensamiento de Marx (quien como judío asimilado seguirá fiel a esta tradición semita de énfasis en lo biológico); en el pensamiento de Hanna Arendt será la piedra angular para justificar que esta existencia corpórea es la mejor de todas y por ello, los horrores del totalitarismo no pueden tolerarse por la destrucción de ´esta vida´. Será también elemento vital en la utopía sionista con la obra de Hess y de Herzl para secularizar o desprender de la inspiración divina, (ruaj) los textos que refieren al avivamiento de la Casa de David: Por ello el mensaje del Mesías se hizo utopía socialista en la construcción del Estado de Israel.
Y estará presente también este elemento de la aceptación de la carnalidad-realidad material en la interpretación que sugiere que el Reino sí es de este mundo.
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