Mercedes fue un símbolo de libertad y su excelsitud artística la alcanzó al cantar la Misa criolla argentina. Hizo del folclore latinoamericano patrimonio de la humanidad. Ello le valió el exilio en Europa, donde sí pudo cantar aquellas canciones que de ella, prohibieron las dictaduras militares en su país. Sin embargo, poco fue conocida su connotación artística religiosa. Por ello, en el segundo aniversario de su muerte analizo en esta columna la Misa criolla argentina, entorno casi desconocido de su ser artístico donde mezcla la teología con la protesta.
Las interactuaciones que permite la Misa Criolla interpretada por Mercedes Sosa son muy diferentes a las otras misas latinoamericanas. Con una versión culta de coros y un apego total a la doctrina católica, establece nexos directos con el Canto Popular por medio de competencias musicales que incumben a la música folclórica. Tiene tres peculiaridades que denotan en su creación una empresa soberbia: Los coros, la música y la índole cultual.
Los coros, —principalmente en la última canción—, La huida, presentan vocalizaciones armonizadas de ritmo lento y solemne que rememoran la Misa de Pío X pero interactuando con identidades estilísticas de vidala tucumana. La vidala tiene un ritmo lento y triste que cala la conciencia de quien la escucha como presagiando hechos trágicos. Provoca también, evocaciones del Coro de esclavos en la ópera Nabuco (1842), de Giuseppe Verdi. Y es que Verdi, con todo y su dominio de la escena lírica europea del siglo XIX, fue un compositor eminentemente dramático, como dramática es la letra de La huida cantada por Mercedes Sosa.
También recuerdan de Guatemala los grupos poblacionales que por azares geográficos quedaron entre dos fuegos: del ejército por un lado y de la guerrilla por otro. Peregrinaban escondiéndose entre bosques y selvas, hasta que Myrna Mack, antropóloga guatemalteca, dio a conocer al mundo su existencia. Este descubrimiento y divulgación provocó el asesinato de Myrna en 1990.
La segunda peculiaridad, —musical—, es que Mercedes Sosa utilizó estilos pampeanos: vidala catamarqueña, carnaval cochabambino y chacarera trunca para el Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus, Agnus dei y todos los momentos litúrgicos. Es una misa folclórica por excelencia. Logró sincronizar la solemnidad católica y la espiritualidad criolla argentina.
La tercera, —de índole cultual—, es que la Misa criolla interpretada por Mercedes Sosa, es la única que tiene cantos que no corresponden a una misa, pero que sí se cantan antes y después de dicha ceremonia. Desde la canción número 6 a la 11, encontramos ritmos y estilos de chamamé, chava riojana y taquirari, que tienen el formidable poder recordatorio del requinto para afrontar mentalmente la adversidad de ciertos pasajes de la vida de Jesús de Nazaret que son considerados misterios. De suyo, la Anunciación, la Peregrinación y el Nacimiento, nombres de las canciones 6, 7 y 8, están considerados en los misterios del rosario.
¿Qué es lo interesante de esta fusión? A los ojos de personas versadas en asuntos eclesiales: el uso de cantos tradicionales que por su estilo y letra, sin salirse de los dogmas anunciados, se acercan a la Teología de la Liberación. Es el caso de La peregrinación (canción No. 7) y La huida (canción No. 11).
Descanse en paz La Voz de América Latina. Vivió y murió como toda una latinoamericana, hasta con la cruz de su enfermedad: el Mal de Chagas. Un proceso patológico inherente a la pobreza y ruralidad de nuestro subcontinente latino.
Más de este autor