A veces no nos damos cuenta de cómo la realidad deja de ser percibida como tal, y pasa al formato hollywoodense obligándonos a apreciarla como una película con sucesos ajenos a nuestra vida. Por eso es interesante tratar de analizar lo que significa que producciones colombianas como El Capo, Las muñecas de la mafia, Escobar, El patrón del mal y Los tres caínes, representen a la violencia, mentira, engaño, narcotráfico y paramilitarismo en lugares y tiempos que son próximos a los sucesos reales.
Algunos escritores, antes de publicar algún libro histórico o biográfico, deben esperar un tiempo muy largo, y en alguno de los casos esperar a que mueran los personajes incluidos en su texto, para que su trabajo sea leído. Esto sucede, entre otras razones, para que no se confunda la realidad con la actuación y que las opiniones subjetivas del autor no dañen procesos sociales o personales.
El rescate de Ingrid Betancourt, realizado el 2 de julio de 2008 en una acción armada llamada “Operación Jaque”, si bien su producción cinematográfica cuenta con la actuación de una actriz, fotógrafos, músicos y productoras que se pelearon los derechos, puede ser que en vez de ayudarnos a la toma de conciencia sobre lo terrible y trágico que implica el secuestro realizado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP), terminemos relativizando los hechos a tal punto que nos interese más esperar la película, verla en los cines y aplaudir, que incluirnos en procesos que ayuden para que guiones como éstos nunca se escriban.
El asesinato del “Mono Jojoy”, sucedió el 22 de septiembre de 2010, en una zona cercana a la Serranía de la Macarena, en un operativo denominado “Operación Sodoma”. ¿Es otra película? ¿Puede ser un éxito cinematográfico? ¿Aplaudiremos al verla? No nos confundamos. Los hechos relatados fueron un episodio desde todo punto de vista trágico y condenable, pues son escenas que no deben existir. Lo primero fue la acción realizada por las Fuerzas Militares de Colombia que tuvo como resultado que el jefe militar de las FARC, Víctor Julio Suárez Rojas (Mono Jojoy) fuera destrozado, y segundo, las circunstancias históricas que llevaron a Víctor Suárez a ser el objetivo más buscado. No fue una película, fue la realidad.
Esa misma confusión parece estar sucediendo con las negociaciones de paz incipientes que se están realizando en Cuba, país en el cual están sentados a la mesa representantes del gobierno y de las FARC-EP para iniciar procesos y concluir acuerdos que conduzcan a un cese al fuego y un fin incondicional al terror provocado por unos a otros. Y como la forma en que nos enteramos es por medio de las noticias y videos editados que nos muestran lo más relevante del día, puede ser que pensemos que se trata de una producción más, pues pareciera que estamos acostumbrados a no hacer relación entre lo que vemos en las películas y nuestra realidad. Pero ni Humberto de la Calle, jefe de la delegación del Gobierno, ni mucho menos Luciano Marín (Iván Márquez), vocero de las FARC-EP, son actores haciendo audiciones para ser contratados para la próxima producción de RCN o Caracol.
Colombia posee hombres y mujeres que brillan por su inteligencia y conducta respetuosa por la vida y valores humanos. Por eso es inaceptable que no reflexionemos ni tratemos de apoyar y entender que el proceso de paz, es una realidad trascendental e importante para la historia presente y futura de Colombia y Latinoamérica.
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