Otros mitos griegos la hacían enemiga acérrima de Afrodita, diosa de la pasión y la lujuria. ¿Son los moderados tolerantes? En efecto. La neoplatónica Hipatia (con quien justamente se asocia la sofrosina) tuvo la clásica tolerancia propia del pagano para aceptar la existencia de los cristianos. Grave error, dicho sea de paso, porque los discípulos de Cristo poco entienden a veces que nadie es dueño de la verdad.
Moderación es, entonces, controlar los impulsos, tolerar que hay otras formas legítimas de concebir la existencia y entender que, a pesar de eso, se puede vivir en paz. Esto fue, en esencia, el mensaje de Locke en su carta sobre la tolerancia.
¿Qué valor tienen en política los moderados? Muchísima. Cuando se atreven a dar un paso al frente, les cierran el paso a los fanáticos. Son los que pueden consensuar agendas compartidas y con quienes, además, se puede cogobernar. Vale la pena ver algunos ejemplos.
La lucha y resistencia ícono de Martin L. King vio su sueño cumplido al final porque el presidente Lyndon Johnson creyó en la agenda de los derechos civiles. Sí, creyó en ella porque se mostró más moderado que su propio Partido Demócrata (sobre todo, que las bases demócratas del sur).
Otro ejemplo con el cual América Latina quizá pueda identificarse un tanto más. ¿Por qué la transición política a la democracia española no la hizo efectiva ni un partido de izquierdas ni uno de derechas? Porque, en esencia, se necesitaba mucha tolerancia. Por eso la realizó un partido de centro. Hay que recordar que, cuando se debatió el dilema de legalizar el Partido Comunista (PC) para incluir todas las fuerzas políticas en la transición, el socialista de Felipe González dijo muy clarito que estaba muy bien, pero que no urgía. Adolfo Suárez, con el talante democrático de tolerancia que solo los moderados tienen, expresó lo siguiente: «Yo no solo no soy comunista, sino que rechazo firmemente su ideología como la rechazan los demás miembros del gabinete que presido. Pero sí soy demócrata, y sinceramente demócrata, y por ello pienso que nuestro pueblo es suficientemente maduro y que lo demuestra a diario como para asimilar su propio pluralismo». Así pues, le tocó aceptar que el PC fuera legalizado y compitiera en elecciones para comenzar a cerrar la brecha de la guerra civil. De hecho, unos años atrás, en 1976, durante el discurso para la aprobación de la Ley de Asociaciones Políticas, Suárez citó a un poeta del exilio español (Machado). ¿Qué implicación tenía esto? Bueno, Franco había muerto en 1975, la dictadura aún estaba allí, Machado había muerto en el exilio y Suárez se atrevió a citar a un poeta de los desterrados. Encabronó a los fachos, pero también a los de izquierda extrema, que no entendían que eran tiempos de democracia. «Hombres de España: ni el pasado ha muerto ni está el mañana —ni el ayer— escrito». Estas fueron las palabras que llamaron a los moderados a unirse para quitarles el poder a los extremos.
En esta historia de buscar la moderación no se puede dejar de mencionar, en efecto, estas izquierdas de cuartel que dejaron la montaña para competir en partidos políticos y sufrieron no solo la crítica de las derechas, sino también de sus propios duros. Lo anterior también se aplica a Mujica. Sí, claro. Todos hoy admiran al expresidente uruguayo por su estilo conciliador y sobrio, pero se nos olvida lo complicado que fue para el Frente Amplio (FA) su debate interno para entender que la vía no eran las armas, sino las urnas. Tras sucesivas elecciones desde 1971, eventualmente el FA accedió al poder.
¿Quiénes son los moderados? Es Andrés Manuel López Obrador dejando la resistencia en la calle, aglutinando una propuesta ciudadana nueva y, en apariencia, madurando para gobernar al incluir en su partido a cuadros empresariales. ¿Quiénes más son los moderados? Es Camila Vallejo pasando de la calle cual militante de las Juventudes Comunistas de Chile al Congreso de su país. Y en su primera legislatura, su voto y su bancada, junto con los votos del partido de Bachelet (otra moderada), fueron capaces de enterrar el nocivo sistema binominal instaurado en Chile en 1989 por la dictadura.
¿Qué valor tiene entonces que una presidente de la AEU y que un liderazgo indígena se puedan sentar frente a un empresario como Dionisio Gutiérrez? Pues mucho. Porque, salvo que uno sea facho o militante estalinista, extremos en los que se busca eliminar a los contrarios, la única opción es esa: buscar el consenso. La pregunta en realidad no es por qué existe tal cosa como un Frente Ciudadano contra la Corrupción, sino por qué no había surgido antes. Respuesta fácil: porque la madurez ciudadana parece que ha tardado en consolidarse en Guatemala. Pero ojalá este frente se haga partido (de lo contrario, será un acto simbólico más) que pueda ayudar a profundizar, preservar e institucionalizar los cambios que la experiencia Cicig ha tenido en Guatemala.
Intolerantes ortodoxos sobran. Ellos ya tuvieron su momento. Se llamó conflicto armado.
Moderados que quieran sumar faltan. Y que tengan valor para asumirlo aunque, para efectos prácticos, los moderados terminen siendo siempre católicos para los protestantes y protestantes para los católicos.
Pero de ellos es la historia.
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