Hemos convertido en periodismo una línea editorial que busca la equidad social; la justicia y la transparencia; la interculturalidad y el fin de la discriminación; el respeto al medio ambiente y la cohesión de la sociedad. Hemos comenzado a saldar una deuda que tenía este oficio en Guatemala y que ofrecimos en nuestro primer editorial, considerado nuestra Constitución: más análisis, más explicación y fiscalización de los poderes sociales, y más legitimidad de la democracia.
Sin tiempo para darnos cuenta, durante el primer año obtuvimos los cables nacionales de WikiLeaks en exclusiva, publicamos los perfiles más independientes y profundos sobre los políticos más poderosos del país y empezamos a construir una identidad narrativa. Textos largos, complejos, profundos, con respuestas y más preguntas.
Hemos llegado a lugares en donde no se hacía periodismo en Guatemala. Hemos relatado las injusticias cometidas por poderes antes innombrables en el país –como el trabajo infantil en el azúcar-, la justicia transicional, las relaciones entre economía y política, los derechos humanos. También hemos producido algunos de los reportajes más balanceados sobre la polarización que generan las industrias extractivas y energéticas, perfiles, crónicas, entrevistas y escándalos de corrupción (escritos sin exclamaciones).
Contamos con un equipo periodístico que en densidad es uno de los mejores de América Latina, con periodistas que llevan a cabo este oficio con dignidad, creatividad y sin miedo. Nuestro equipo se inició el último año en el periodismo de datos y en el análisis estadístico para complementar nuestros reportajes. También empezamos a ser una mini-escuela para estudiantes universitarios.
Plaza Pública no estaría completa si no fuera por nuestra comunidad de columnistas, que han oxigenado, generosamente, el debate nacional. Es una generación fresca, sin complejos, que nos ha hecho avanzar en la circulación de ideas.
Plaza Pública es un laboratorio, una obra en construcción.
Hacer periodismo como el que intentamos, tiene que entrar al campo de las tensiones. A veces (las menos) porque no logramos contar la historia completa y a veces (las más) porque llamamos a las cosas por su nombre. Esto nos lleva a tensiones con el poder, con lectores insatisfechos y dentro de la institución, en un ejercicio de debate interno y de compromiso. Están también las tensiones producidas por las fronteras editoriales de la sección de opinión, avivadas por el cierre de un blog que las cruzó de manera reiterada.
Este punto de inflexión ha desembocado en dos avenidas. Una es que en la última semana empezamos una de las experiencias de mayor transparencia en un medio de comunicación, al debatir con lectores y columnistas, sin ninguna restricción, sobre sus experiencias durante estos dos años, la transparencia, la censura y el rol de los medios. Y la segunda, que dará pie a una reflexión profunda en el Consejo Editorial sobre los pasos a seguir con relación a las libertades, la línea editorial y la relación entre la Universidad y Plaza Pública, para consolidarla, ejercitar la autocrítica y pulirla, de manera que continúe su crecimiento sostenido.
Estamos, además, en construcción de una asociación de amigos de Plaza Pública. Es el inicio de una relación intensa con nuestra comunidad de columnistas y lectores. A los lectores, a los columnistas, al Consejo Editorial, a la Universidad y a las y los periodistas, les agradecemos por permitirnos hacer el periodismo que soñamos.
En estos dos años, además, hemos salido de nuestras fronteras. Tenemos alianzas con medios online que nos inspiran en nueve países de América Latina. Hemos sido admitidos en la Global Investigative Journalism Network. Participamos de una investigación regional con medios de México, Centroamérica, Colombia y Estados Unidos, sobre dos temas cruciales para nuestra sociedad: las mujeres esclavas y siervas del crimen organizado y los campesinos desplazados por la palma y el narcotráfico.
Uno de nuestros reportajes sobre La impunidad de los Encapuchados en Panajachel fue finalista del concurso más prestigioso de periodismo investigativo de América Latina (IPYS-TI) y fuimos invitados a la conferencia de periodismo literario Cronistas de Indias, de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano.
Esto es sólo el principio. Plaza Pública es la respuesta que la URL y este grupo de periodistas han dado a un reclamo ciudadano en Guatemala por un periodismo más riguroso, honesto, bien escrito, balanceado, profundo, dinámico.
Después de una primera etapa, Plaza Pública ha de posicionarse como uno de los referentes para comprender el país, lo cual pide empezar por una reflexión profunda que tendrá como marco la esencia de lo que ha sido estos dos años : la constatación del optimismo y de que en Guatemala un buen periodismo es posible.
Editorial del 9 de julio de 2013 sobre los cambios tras las reflexiones desde febrero de 2013.