A los detractores de la Cicig les ha asistido una cuota de razón cuando sus resultados quedan debajo de las expectativas. Pero no por ello se invalida la profunda necesidad de ese tipo de apoyos internacionales: en repetidas ocasiones se ha dicho que entre cerrar la Cicig y hacer que funcione bien, por supuesto lo mejor es ponerla a trabajar y que haga lo que los guatemaltecos necesitamos.
Por ello he propuesto que la investigación de las mafias que controlan las aduanas es un trabajo idóneo para la Cicig. Como también lo es la investigación del financiamiento de los partidos políticos y las campañas electorales, y todos los problemas cuya solución es un desafío que excede las capacidades reales de las instituciones guatemaltecas. Se trata de sumar y multiplicar, no restar y dividir capacidades en nuestro esfuerzo nacional por la justicia y erradicar la impunidad.
Así, cuando el Comisionado Velásquez anuncia su intención de investigar las aduanas y a los financistas de los partidos políticos y las campañas electorales, ¿por qué oponerse? De los detractores y críticos, pues lo que se esperaría es el cuestionamiento de cómo se piensa hacer, hasta dónde llegar y ejercer auditoría social de los resultados, pero no oponerse a contribuir a solucionar dos de nuestros problemas más desafiantes. Si la Cicig lo logra hacer bien, ganamos tanto quienes la apoyamos o como quienes la critican.
Por ello es que el presidente Pérez Molina cometió un error craso al reaccionar como niño malcriado y mentiroso, temeroso porque la Cicig pueda descubrir sus diabluras, alegando que no daba tiempo para investigar… De verdad, de un político maduro y consciente de su rol como gobernante e interesado por lo que demandan sus electores, lo que se hubiese esperado es aceptar el ofrecimiento y ponerse a la orden para colaborar en las investigaciones que el Comisionado Velásquez ha propuesto.
Torpezas como esta reacción del Presidente son muy graves. Porque cuando se oyen rumores que en las aduanas fronterizas con El Salvador hay días especiales en que se da paso libre a los “furgones de la Presidencia”, evadiendo impuestos y violando un montón de leyes, pues uno normalmente lo toma como eso, rumores. O que el Partido Patriota financió su campaña con dinero proveniente del narcotráfico, el contrabando, la corrupción y malversación de fondos y otros ilícitos, pues sin pruebas no son más que rumores, y no merecen crédito a menos que se pruebe lo contrario.
Pero cuando el Presidente se pone totoreco y miedoso al oír que la Cicig puede investigar las aduanas y los partidos políticos, la cosa cambia. ¿Por qué, en vez de poner las aduanas y a su propio Partido Patriota a disposición de la investigación, el presidente Pérez Molina intentó boicotearla, incluso antes que arranque? Con esta reacción ya no es tan fácil desestimar los rumores. De hecho, con esta actitud del Presidente los rumores se convierten en indicios preocupantes.
Presidente Pérez Molina: el que nada debe, nada teme, dice un sabio refrán popular. ¿Y qué tal si la Cicig tiene éxito y la investigación en aduanas contribuye a desarticular las mafias aduaneras y reduce el contrabando y la defraudación aduanera? ¿Y qué tal si la Cicig contribuye a erradicar el financiamiento electoral espurio, recuperando la legitimidad de los partidos políticos, y con ello atraer a la ciudadanía a participar en política y fortalecer nuestra democracia?
Presidente Pérez Molina, ¿cuál es su temor porque la Cicig investigue y haga el trabajo que esperamos?
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