Es importante señalar que las oportunidades económicas entre hombres y mujeres son drásticamente diferentes en este país, específicamente el acceso a empleos. El hombre en Guatemala tiene mejores oportunidades de conseguir un empleo remunerado, por lo que existen grandes inequidades en relación a empleo entre hombres y mujeres. También hay desigualdad entre la remuneración que reciben los hombres versus la que reciben las mujeres por realizar el mismo trabajo. En su mayoría, los hombres visualizan el emprendimiento como una manera de diversificar sus fuentes de ingreso, mientras que para las mujeres, este se ha convertido en un método indispensable que subsana necesidades y asegura su supervivencia.
Este pasado miércoles, el CIEN con el apoyo del proyecto de la mujer de la ONU presentaron el estudio “Emprendimiento de Mujeres: Re-Conociendo a la mujer guatemalteca” en el cual se ilustró a la mujer emprendedora. Según este estudio, 20 de cada 100 mujeres participan en alguna actividad de emprendimiento, y el 23% de emprendedores en el país son mujeres. Sin embargo, este número no ha experimentado más crecimiento, ya que el estudio también resalta que una mujer asalariada gana más que una emprendedora. Dicha investigación señala que un 60% de los negocios de mujeres emprendedoras reportan ganancias entre 750 y 1,600 quetzales, mientras que una mujer asalariada gana entre 1,600 y 2,000 quetzales.
En la mayoría de casos, el negocio de una emprendedora genera recursos económicos que ayudan a cubrir las necesidades del hogar, pero en la mayoría de casos estos negocios no generan ganancias significativas. Debido a las condiciones económicas, sociales y políticas del país, el emprendimiento no es una opción de movilidad social para las mujeres como sí lo es para los hombres en varios casos. Por ejemplo, una ventura emprendedora para un hombre puede significar nuevas oportunidades e ingresos, mientras que el negocio de una emprendedora en la mayoría de los casos solo logra cubrir las necesidades básicas del hogar.
La investigación mencionada realizó un análisis estadístico sobre una muestra de 350 mujeres emprendedoras, a través de encuestas e entrevistas. Por lo que se logró, no solamente resaltar ciertas características que comparten las mujeres emprendedoras, sino que también un perfil de las mismas. Según el estudio, más del 50% de mujeres emprendedoras son jóvenes que se encuentran entre los 19 y 34 años, el 65% de mujeres emprendedoras tienen pareja. Lo que nos indica que dicha actividad económica es una fuente de ingresos que contribuye al hogar y su desarrollo. El perfil de dichas mujeres nos resalta que el 50% tienen tres hijos como mínimo y aparte de sus responsabilidades laborales, estas mujeres deben realizar su labor como esposa y madre. Lo cual hace que el crecimiento del negocio sea lento o inexistente, ya que en la mayoría de los casos, las mujeres deben balancear todas las actividades y de alguna manera combinarlas. Por lo que es lógico que el 60% de las emprendedoras realicen las actividades de sus negocios en su hogar, y al tener que desplegarse para vender los productos siempre las acompañan sus hijos. El emprendimiento es una labor extenuante para dichas mujeres, ya que se calcula que le dedican entre 7 y 8 horas al negocio y después deben realizar las responsabilidades del hogar, lo cual en mi opinión es un obstáculo para explotar el potencial de sus negocios. Un aspecto bastante lamentable es que la mayoría de mujeres emprendedoras no tuvieron acceso a una educación formal, lo cual también limita el potencial de ampliar sus negocios.
Está claro que el clima económico en nuestro país es bastante gris, sin embargo, para las mujeres es casi negro, no solo por la falta de acceso a empleo, sino que también por la falta de recursos para potencializar su capacidad de negocio. El estudio realizado por la ONU y el CIEN resalta que los negocios de mujeres emprendedoras empiezan con una mínima inversión personal, ya que el acceso a financiamiento alterno es limitado. Por lo tanto, las emprendedoras son sometidas a un ambiente económico y social que les permite generar fuentes para supervivencia, pero no les permite potencializar sus negocios. Creo que es importante la creación de políticas públicas que minimicen estas brechas y de esta manera mejorar la competitvidad de las mujeres en el mercado. Las mujeres que escogen tener una familia deberían de tener acceso a recursos como guarderías para no tener que renunciar a sus metas profesionales y enconómicas. Por todo esto, es importante estimular un ambiente económico más justo y equitativo para el desarrollo del sector femenino.
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