Me referí a varios ejemplos de mujeres que ocupan posiciones de poder en la región, y que en sus diferentes mandatos y procesos de administración, emulan a sus homólogos masculinos. Lo más preocupante de dicha tendencia es la disponibilidad de romper con el orden constitucional de sus países para mantenerse en el poder. Otro dato importante que éstas comparten es su enriquecimiento exorbitante a través del uso de mecanismos corruptos, principalmente el uso del tráfico de influencias. Curiosamente, este enriquecimiento parte de un proceso previo a llegar al poder, usualmente durante las campañas electorales, y que continúa durante sus gestiones publicas con el uso de los recursos públicos.
En esta columna quiero explorar la segunda característica, la cual se enfoca en la apertura de participación de las mujeres en la política, también las dificultades que todavía enfrentan para llegar a una participación plena. A principios de los años noventa hubo un aumento en la cantidad de mujeres que participaban en puestos importantes de la administración pública Un ejemplo claro fue el incremento de la participación femenina en el área legislativa; previo a los noventa en Latinoamérica, sólo el 10% de los legisladores eran mujeres. Sin embargo, a finales de esa década, este porcentaje se incrementó a 15.8% y si vemos casos individuales, algunos países como Costa Rica, Uruguay, Argentina y Chile lograron alcanzar porcentajes de 30 a 40%. Al igual que en el área legislativa, se dio un incremento en el número de ministras, gobernadoras y alcaldesas en la región.
Existen muchos factores que contribuyeron a este incremento de participación femenina en la política, sin embargo muchos politólogos como Samuel Huntington argumentan que la razón principal fue la democratización en la región. A finales de los años ochenta y principios de los noventa, se empieza a desarrollar la tercera de ola de democratización, la cual empieza en Europa del Este y consecuentemente llega a Latinoamérica.
Varios países, específicamente en Centroamérica, regresaron a un sistema democrático después de varios años de represión o dictaduras. Los sistemas democráticos promueven una apertura en el ámbito político, lo cual resulta en un incremento de participación de todos los sectores de la sociedad incluyendo el femenino. Gracias a estos procesos políticos, en 1990 llega a la presidencia nicaragüense por elección popular Violeta Chamorro. Otros factores que han permitido este surgimiento de participación femenina en la política son las cuotas de poder promocionadas por los partidos políticos, movimientos feministas y la globalización de la tecnología, entre otros. Varios partidos políticos han promovido dentro de sus estructuras las cuotas de poder para incrementar la participación de la mujer, sin embargo éstas resultan ser exitosas cuando se basan en los méritos de las personas y cuando promueven espacios reales de poder.
Los movimientos feministas han logrado permear el ámbito público a través de la creación de políticas públicas que promueven la igualdad de oportunidades. Específicamente en Latinoamérica, las mujeres que ocupan cargos públicos han priorizado en sus agendas la promoción de la igualdad, por lo que ahora tenemos legislaciones a favor de la mujer. La globalización de la tecnología también ha contribuido ya que ha logrado no sólo romper paradigmas si no que también cambiar percepciones a través de ejemplos positivos.
A pesar de que en la actualidad existen más oportunidades de participación en la política para la mujer, todavía estamos muy lejos de alcanzar una representación equitativa. A pesar que se han promovido mecanismos a favor de la participación femenina, como los mencionados anteriormente, la mujer todavía enfrenta muchos retos. Estos retos son externos e internos, me refiero no sólo a las sociedades machistas y paternalistas en las que vivimos sino que también nuestra propia autopercepción. Muchas mujeres todavía no están dispuestas a visualizarse como iguales a sus contrapartes masculinas, por lo que se conforman con roles y espacios determinados por la misma sociedad. Es importante que las mujeres que ya ocupan puestos de decisión importante sigan apoyando iniciativas que fomenten la equidad de género. Al mismo tiempo, las mujeres debemos de cuestionar no sólo las percepciones impuestas sino que también rechazar los liderazgos negativos y apostarle aquéllos que nos representen positivamente.
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