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Paradoja del capitalismo revolucionario

Gobierno autoritario, clima de inseguridad jurídica y baja institucionalidad, pero acuerdo con FMI, seguridad ciudadana y bajos costos, atraen inversión extranjera
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Paradoja del capitalismo revolucionario

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El ministro Nicaragüense de Hacienda y Crédito Público, Alberto Guevara:“éste es un país donde los inversionistas extranjeros pueden venir a hacer negocios y llevarse sus ganancias sin ningún problema”, así se dirigió a un importante empresario estadounidense, mientras elogiaba su decisión de invertir en Nicaragua.

Poco después, el ministro recordaría las primeras veces que se reunió con ese hombre de negocios en su oficina para tratar problemas referentes a esa inversión (al principio de su administración, Ortega amenazó con retirar el permiso para que la empresa siguiera operando, hasta que todo se arregló), y le deseó un buen viaje, recordándole que Nicaragua era su casa, a la que podía volver cuando quisiera.

Lo que Guevara no dijo es que el grado de certeza que pueden tener los hombres de negocios para saber que su inversión está segura, pasa por ser recibidos por el mandatario, y recibir de él la promesa de que nadie tocará, expropiará o invadirá su propiedad. Con un poco de suerte, es hasta probable que se le garantice que no tendrá que enfrentar una huelga, en un país en donde el partido de gobierno controla hasta los sindicatos.

El problema, desde luego, no es que el inversionista se siente a conversar con el mandatario, sino el hecho de que esa sea la única forma de obtener seguridad jurídica, porque desde siempre, esos grados de discrecionalidad dejan abiertas las puertas a demasiadas sospechas, además que esa práctica va en menoscabo del estado de derecho y la institucionalidad.

“Hay inversionistas a los que no les importa que no haya estabilidad ni estado de derecho. Sólo calculan en cuanto tiempo va a tener su tasa interna de retorno, y ‘compra un seguro’ al arreglarse con la gente que manda en el país si ellos le aseguran el rédito de sus inversiones, así que invierte porque ya está asegurado”, explicó el politólogo José Luis Velásquez, autor de la investigación “Institucionalidad para el Desarrollo: una Visión de Nicaragua desde la Economía Política”.

Añade que “Nicaragua se caracteriza por tener un cuerpo de leyes bien escritas y una Constitución buena. El problema es la debilidad deliberada de las instituciones para que no se pueda aplicar ese marco legal, ¿y qué pasa cuando tenés buenas leyes, e instituciones que no aplican la Ley? Vos tenés que ir al trato, al privilegio, a comprarte tu seguro”, reflexionó.

¿Qué sucede con quienes no han ‘comprado’ ese seguro y deciden seguir el camino que señala el marco legal vigente en el país? Velásquez asegura que “si pensás recurrir a la Ley de Amparo… ‘no te amparés, te dice el magistrado. Hermano, platiquemos’, y te ofrecen protección a cambio de plata para el partido y para su interlocutor”.

“Eso es parte también del pacto Ortega - Alemán. Todo en este país se resuelve, no por la ley, sino por el privilegio, que quiere decir “ley privada”. Todo es casuístico, pero la Ley es general: cubre a todas las categorías que están en la ley, pero el privilegio sólo cubre al que está en el trato. Eso lo que te crea es un sistema de privilegios, y mina completamente la efectividad de las instituciones, de la Ley y del estado de derecho”, explica.

A su juicio, ese comportamiento también se observaba en previas administraciones, pero “se ha agravado en este gobierno, aunque la práctica siempre está presente”, y seguirá siendo igual “mientras no avancemos en el desarrollo institucional”.

Se trata del “cambio de modelo” promovido por Ortega, al amparo de la privatización de la multimillonaria cooperación venezolana. Un gobierno autoritario en lo político, pro-negocios privados en lo económico, y populista en lo social. Un esquema que pese a su retórica antimperialista en la práctica se aleja del socialismo y las estatización de la economía, y promueve una especie de “neosomocismo” --“hagan reales, pero no se metan en política”--  bajo el ropaje de un “capitalismo revolucionario” que cuenta con la bendición macroeconómica del Fondo Monetario Internacional. 

Los “intocables”

Cualquier manual de economía dirá que para ser exitoso en la atracción de inversión, un país debe ofrecer desarrollo tecnológico, mano de obra capacitada, infraestructura productiva, clima de negocios apropiado, paz social, seguridad personal, estabilidad política y macroeconómica, reglas del juego bien definidas y… seguridad jurídica.

Con un par de notables excepciones, Nicaragua tiene bajas calificaciones en casi todos esos acápites, y sin embargo, la inversión sigue llegando, a tal punto que los U$507.9 millones captados en 2010 supusieron un incremento de 17% con respecto a los U$434.2 millones del 2009. Los U$1,039.40 millones previstos a recibir este 2011, implican un crecimiento de 104.6% con respecto a 2010, y de 139.4% si se le compara con el 2009.

El economista y candidato a la vicepresidencia por la Alianza PLI-UNE, Edmundo Jarquín, asegura que “si descontás la inversión venezolana, los montos de IED son bastantes menores. El único atractivo que tiene la inversión extranjera para venir a Nicaragua es la mano de obra barata, como dice The Economist”, relata.

A su juicio, “cuando los salarios comiencen a subir como es deseable, hay que crear otros atractivos a la IED, que no sólo sea la mano de obra barata: seguridad jurídica, confianza política, garantizar que van a encontrar la infraestructura y la mano de obra calificada que ahora no encuentran”.

Y sin embargo, la inversión se mueve en dirección a Nicaragua, lo que a Jarquín le merece dos comentarios.

Por una parte, detalla que “la IED ha estado creciendo sobre todo en zonas francas, rubro que no tiene una inversión intensiva de capital sino de mano de obra, además de los grandes proyectos de comunicación y energía. Si descontás estos dos, te das cuenta que la IED no es tan significativa”.

Mario Arana, Director de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social, (FUNIDES), también espera una merma importante en la recepción de IED, como se evidencia en su declaración de que “en realidad, la proyección de este año es como de U$570 millones. Se habló de algo más alto, pero no creo que pueda hacerse, porque hay varios proyectos que están atrasados”.

En su segundo comentario, Jarquín opina que “el inversionista grande sigue viniendo porque puede comprar seguridad jurídica. Esa es la diferencia. El gran inversionista es relativamente intocable, porque cualquier movimiento en contra suya tiene consecuencias muy serias”.

Ortega, el garante de la justicia

No sólo Velásquez, Jarquín y Arana están al tanto de esa práctica en la que la “generosidad” y la “benevolencia” presidencial sustituyen al estado de Derecho como garante de una inversión, (sea nacional o extranjera, siempre que cumpla con el requisito de ser grande para aspirar a una audiencia con el mandatario), sino que hay quienes señalan que existe incluso un mecanismo establecido para ello.

“Si has visto, la política de ProNicaragua es muy clara al decir: nosotros hacemos negociaciones bilaterales directas con los inversionistas. Opera ese criterio, que no es el de mejorar el clima de negocios para todos, sino negociar bilateralmente las condiciones específicas para los inversionistas grandes”, señala Arturo Grigsby, Director del Instituto de Investigación Nitlapán, de la UCA.

Eduardo Fonseca, Gerente de la Cámara de Comercio de Nicaragua asevera que “queramos o no, todos los inversionistas nuevos que han venido, siempre han tenido una comunicación a través de ProNicaragua y de la Delegación Presidencial para las Inversiones, donde han logrado hablar hasta con el mandatario, y él les ha garantizado la seguridad jurídica de su inversión”.

Si un inversionista extranjero puede reunirse “con la agencia promotora de inversiones, el delegado presidencial, y en la mayoría de ocasiones, con el presidente de la República, eso hace que se sienta seguro”, añadió el también candidato a diputado por el PLC, admitiendo que esa práctica revela “una intervención discrecional del presidente”.

Javier Chamorro, Director Ejecutivo de ProNicaragua, defendió la actuación de la agencia al explicar que lo primero que hace al traer un inversionista potencial al país es “llevarlo donde otros empresarios para que hable con ellos, solos, sin mi presencia”.

Su intención es “que ellos le digan la verdad sobre lo que está pasando, y para que le hagan ver que hay una diferencia enorme entre la percepción y los mensajes que muchas veces mandan algunos medios afuera, con la realidad que enfrentamos”.

Chamorro percibe que “en el día a día, las empresas están operando de forma eficiente y rentable. ¿Que si el país es perfecto? No, no es perfecto, pero si ves el reporte del Banco Mundial, Costa Rica es mucho más burocrática que nosotros. Es mucho más problemática para las empresas que nosotros”.

Entonces, si él se va donde los demás empresarios y les dice: ‘Mirá, decime la realidad, ahorita que no está ProNicaragua’, le dirán: “Soy rentable. No me tratan mal. Cuando tengo problemas tengo con quien ir a hablar, porque voy a la agencia, me consiguen una cita con el ministro, busco con quien resolver…”.

¿Y si el problema es de tipo jurídico?

También se encuentran puertas abiertas para discutir el problema. No es que influyamos las decisiones de la Ley, pero encuentran un lugar para plantear los problemas que están enfrentando. Eso no significa que un inversionista extranjero siempre va a ganar, y que siempre tiene la razón, pero tampoco es que no encuentran espacios de diálogo.

¿Cómo usás la figura del presidente para darles tranquilidad?

Porque el presidente mismo es accesible. Porque el presidente toma tiempo de su agenda para atender a los inversionistas que nosotros traemos. Cuando le pedimos al presidente que se necesita que se siente con empresarios lo hace, y no solo con los nuevos. También se sienta con los actuales.

El hecho que ellos sepan que el presidente es alguien con quien pueden llegar a hablar, y que a la hora que tengan un problema él da instrucciones para que resuelvan los problemas… ¿Qué más tranquilidad podría querer un inversionista que esa?

Pero eso implica que hay un doble estatus de seguridad jurídica, una para los que pueden “comprar” una cita con el presidente de la República, y otro para los que no pueden

En todo país del mundo, no el 100% de la gente tiene acceso al presidente. No le alcanzaría la agenda. El punto es cuando encontrás un problema y podes acudir al más alto nivel, y se resuelve por instrucciones del más alto nivel, como un problema de importación, por ejemplo.

Si el presidente llama a la institución que haya generado el problema y les dice: ‘señores, ¿por qué están generando problemas, si lo que queremos es que haya actividad económica?’, la próxima vez la piensa el encargado de esa institución, porque nadie quiere que el presidente lo esté llamando para regañarlo. El clima se mejora y beneficia a todos, por la resolución del problema de alguno.

Las nuevas inversiones que están llegando a Nicaragua, te garantizo que antes de tomar una decisión, conversaron con otros inversionistas que ya están establecidos aquí, para informarse de cómo es Nicaragua en realidad.

*Este artículo de el Confidencia fue publicado con autorización para Plaza Pública.

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