Si hace que todo salte por los aires, ah...
Hacía semanas que Lider y el Partido Patriota negociaban la estrategia para salvar al Presidente del antejuicio. El jueves, por primera vez en más de un mes, la bancada de Manuel Baldizón reapareció entre los vivos (1ª acepción: que tiene vida; 4ª: listo, que aprovecha las circunstancias y sabe actuar en beneficio propio): acudió al Congreso, ese mercado burstátil guatemalteco en el que todo el mundo grita y la mayoría vende algo, bastantes su propia alma. Villate encendió un fósforo y muchos de sus compañeros del Hemiciclo sintieron un calor reconfortante. Pero en la calle saltaron las alarmas anti-incendios. Lider quiere agendar una vieja iniciativa de ley que, bajo el torpe disfraz soberanista, oculta su voluntad de control totalitario y rapiña impune.
Look like th’innocent flower,
But be the serpent under’t,
le decía Lady Macbeth a su esposo mientras planificaban el asesinato del rey. Procúrate el aspecto de una flor inocente, pero sé la víbora que se esconde debajo.
Quiere obligar a la jefa del Ministerio Público a que todo lo que haga, casos de investigación incluidos, esté aprobado por el Consejo del MP, que la podría destituir si lo incumple; y también quiere evitar que el Ministerio Público se apoye en la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala o en cualquier otro organismo internacional. Razones tiene de sobra, con media docena de sus principales diputados acosados por investigaciones por enriquecimiento ilícito y tráfico de influencias y su candidato a vicepresidente bajo la sospecha de haber lavado dinero aprovechando su posición como banquero central.
(“Sospecha” en el sentido de “sospechamos que el agua moja”)
En poco tiempo Lider pasó de pedir la prórroga a la Cicig a defender a la Cicig pero atacar a su jefe, y ahora a querer mutilarla entera. El partido no estará en el podio de la coherencia, pero no se le puede negar su perseverancia ni que tengan claros tanto sus objetivos como sus posibles aliados. Para lograr su cometido tendrían que convencer a un Congreso que, en una buena porción, ya se imagina celebrándolo, y después el Presidente tendría que sancionarla. No hacían falta más pruebas de que todas sus decisiones son en busca del beneficio propio como no hacen falta más pruebas de que las elecciones son fraudulentas (ni auténticas ni puras, como han dicho los abogados Álvaro Castellanos Howell y Alfonso Carrillo) porque fraudulento e impune es todo el sistema que las sostiene, desde el financiamiento.
Aún no es evidente por qué Villate anunció en el Pleno sus intenciones (al día siguiente anunciarían que la Cicig investiga a sus financistas. ¿Una amenaza, quizá?) ni si ya han atado los pactos, pero su mensaje reverberó esa misma tarde y el viernes en los medios y las redes sociales, y el sábado las manifestaciones callejeras cobraron nueva fuerza.
Antes, PP y Lider y el Pleno habían hecho lo que se esperaba de ellos; o mejor dicho, lo que se suponía. Tratar con delicadeza al Presidente. No hubo sorpresa en el resultado de la votación. Cuajó el acuerdo, quien tenía que fingir, fingió, y Otto Pérez salió terminal, pero entubado: verlo es como ver a un condenado a muerte: sonríe con cierta melancolía, arrastra los pies por el pasillo encerado, tratando de ralentizar el tiempo. En enero no será todavía un hombre simple y sin defensas. Sin duda será un diputado del Parlamento Centroamericano, pero desprovisto de su cargo actual, desaparecerá también buena parte de sus redes de protección. Ya no le importará a nadie. En ese momento sabremos, quizá, si este Ministerio Público es un espejismo. Si se esperó 30 años para ver a Efraín Ríos Montt ante un tribunal, ¿qué son cinco meses de antesala hasta que el General de la Paz (ustedes sabrán disculpar la carcajada) quede despojado de su sueño?
Otto Pérez es, hoy por hoy, un trofeo atractivo pero secundario. El parque frente al Palacio ya lo invadió la marea popular. El peligro más urgente se agazapa ahora en el Congreso, que parece inclinado a hurtar lo que la plaza logró arrebatarle al Presidente (la continuidad y la vigilancia de la Cicig), en lugar de entregarnos lo que nos pertenece: la democracia y la buena fe.
Ahí, y en las cortes de justicia, y en el Tribunal Supremo Electoral es donde hay que poner la vista.
Son pocos la paciencia y los matices que nos quedan.
Si es que nos quedan todavía.