En fin, el asunto es que las formas de ascenso al mando de ciertos organismos internacionales o regionales son marcados para los personajes en función de sus nacionalidades, muchas veces sin tomar en cuenta la capacidad y mérito que pudiesen tener para el puesto.
La reciente sucesión en el Fondo Monetario Internacional (FMI) puso en vitrina el funcionamiento de uno de estos pactos, quizás de los más antiguos dentro del orden global por haber sido dispuesto al final de la Segunda Guerra...
En fin, el asunto es que las formas de ascenso al mando de ciertos organismos internacionales o regionales son marcados para los personajes en función de sus nacionalidades, muchas veces sin tomar en cuenta la capacidad y mérito que pudiesen tener para el puesto.
La reciente sucesión en el Fondo Monetario Internacional (FMI) puso en vitrina el funcionamiento de uno de estos pactos, quizás de los más antiguos dentro del orden global por haber sido dispuesto al final de la Segunda Guerra mundial, cuando se fundan las instituciones de Bretton Woods: un europeo dirige el FMI y un estadounidense, el Banco Mundial (BM). Pero el orden real y el funcionamiento de la economía mundial han variado desde esa fecha, ya no es absolutamente bipolar y algunos piden que las economías emergentes tengan un papel dirigencial en la institución.
Lo piden tímidamente y del diente al labio, porque a la hora de elegir actuaron en función de la vieja costumbre. Amén de que en este caso la coyuntura justificaba seguir la costumbre y la diferencia entre capacidades de los candidatos no eran significativas, tan bueno uno como el otro; pero Europa no está en estos momentos para andar con distracciones en el manejo de su crisis económica y el argumento fue suficientemente claro: un europeo (europea en este caso) para mantener el control en función de los intereses europeos.
Por estos mismos días, y no por razones accidentadas sino de vencimiento o agotamiento de modelos de administración y personas, se dio la elección del director general de la FAO (el Organismo de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación). Eso nos mostró al final como, por una diferencia de cuatro votos (92 contra 88), el candidato idóneo —con una carrera de toda la vida en el tema de seguridad alimentaria, funcionario de línea de la misma institución, ministro de Estado exitoso en Brasil y diseñador del Programa Hambre Cero, con todos los méritos y requisitos cumplidos para el puesto— estuvo a punto de perder la elección contra un ex canciller español, saltado a la palestra en último momento con el apoyo de la Unión Europea y aliados en un simple ejercicio de búsqueda de jubilación dorada para un político en un campo que no es el suyo.
Y así podemos ver otros casos de pactos no suscritos, pero la mayor parte de veces cumplidos en el medio tropical, algunos que obedecen a una razón lógica y otros a costumbres no siempre explicables. El Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), parte de la Organización de los Estados Americanos (OEA), puede elegir como su director general a un nacional de cualquiera de los países miembros, pero deberá reservar la subdirección para un ciudadano de los Estados Unidos de América. Acá el tema pasa por quién es el que aporta más dinero al presupuesto. En otros casos que involucran a la región, el Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (Catie) dispuso que su sede estaría en Costa Rica, a cambio el director sería de otra nacionalidad y el subdirector sería costarricense siempre. Este acuerdo no suscrito se rompió en 2007 y para eso supongo es que no están suscritos, para romperlos cuando las partes se cansan de ser caballeros (o damas, para ser políticamente correctos en la expresión).
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