Hoy nuevamente traigo a tu memoria ese transcurrir y hago el recuento del estado de cosas en la Guatemala que te extraña. Este es, como eufemísticamente lo llaman, un año electoral. En realidad es un año en el que se cumplirá el trámite mediante el cual ciertos individuos conseguirán la plata para figurar como aspirantes a la presidencia, encabezar listas para el Congreso o dirigir municipalidades. La gente se pasará unos meses escuchando estribillos, viendo fotos hasta en la sopa, escuchando discursos sin sustento. En fin, serán meses de concentración de lo mismo que se ha vivido en los años pasados desde la última vez que nos tocó ir a las urnas a marcar papeletas.
Este es también el último año de gobierno de un general que se dice retirado. Sin embargo, al igual que quienes gobernaban cuando te desaparecieron, ha llenado de cachuchas toda la administración pública y el territorio nacional. El año en que te capturaron ilegalmente gobernaba Fernando Romeo Lucas García, un general al que sus propios colegas señalan de profundamente corrupto, práctica que, como dato curioso, también caracteriza al actual gobierno de las cachuchas.
Cuando te secuestraron, buscar un cambio en Guatemala se pagaba con la vida, el secuestro, la tortura o el exilio. En tu encierro, con seguridad habrás visto a muchas personas de esas 45 000 que fueron capturadas y desaparecidas, un crimen que se perpetró a partir de una maquinaria de Estado convertida en burocracia de la muerte, una estructura dirigida por hombres concretos que cobraron un salario nutrido con la sangre de inocentes y que ahora cobardemente niegan su responsabilidad en esos hechos.
Ahora, querer un cambio con justicia o defender el espacio de la vida se paga con la libertad. Ese ha sido el caso de Rogelio y de Saúl en Barillas o de doña Bárbara en San Juan Sacatepéquez. La maquinaria del Estado convertida en burocracia de la impunidad sirve hoy a los mismos intereses y se ensaña contra los mismos que, como tú, solo buscan defender la vida.
Y buscan defenderla, querido Emil, porque los escasos centímetros de tierra libre de explotación irracional sobreviven gracias a la lucha de los pueblos. Gracias a las comunidades en resistencia, como en La Puya, todavía hay espacios para la vida, espacios que cuesta mucho defender porque la maquinaria de la impunidad es sumamente poderosa. Tan poderosa que controla todo el sistema de justicia, que sirve para criminalizar a quienes defienden derechos humanos y garantizar impunidad a los criminales.
En todos esos lugares has estado. En La Puya, en Nebaj, en Barillas, en cada sitio en donde se libra una batalla por los derechos. En unos casos, porque las luchas comunitarias honran tu vida. En otros, porque la Canchona, tu hermana, no se cansa de llevar tu imagen a reconocer las tierras que algún día caminaste.
Esa mujer, por cuyas venas corre la persistencia, no ha dejado de buscarte ni de reclamarte. Gracias a su empeño, tu rostro es reconocido en cada marcha y en cada espacio en donde se disputa un gramo de justicia. En este nuevo aniversario de tu captura, junto a ella pedimos que se apruebe el decreto 3590, que dará vida a una comisión nacional para la búsqueda de personas detenidas desaparecidas. Es lo menos que puede hacer un Estado que te arrebató del cariño de tu familia y la llenó de angustia al torturarla con tu ausencia.
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