Siempre me había sido fácil tener acceso a zonas ´calientes´ por ejemplo en Limón Costa Rica, El Progreso Honduras o en Gualán Zacapa. Todavía en Guatemala es posible que un equipo de reporteros ingrese a la ´Reformita´ en Zacapa para entrevistarse con los caciques del narco local. Tiene sentido aún poder trabajar de esta forma en América Central puesto que los grupos de narcotraficantes locales son en realidad ´movedores de producto´ antes que Carteles propiamente en el sentido estricto de la palabra. Su carácter de empresas semi-familiares sigue permitiendo que tengan algún grado de conexión con el mundo externo.
En México las cosas son ahora muy diferentes.
Recorrer la zona hotelera de Mazatlán Sinaloa puede ser un enorme placer (suponga un área de hoteles y restaurantes tres veces más grande que la zona viva en Guatemala o Escazú, pero con arena blanca a 15 minutos de distancia) ; aún se realizan allí peleas de boxeo de título mundial y los ´springbreakeros´ saturan las playas cada año. Pero de vez en cuando suceden situaciones como la siguiente (año 2011): seis muertos y 21 heridos durante balacera en el antro Antares luego que un comando armado ingresara al lugar. Muy similar a la nota que el día de ayer publicaran los diarios más importantes en Monterrey después que un comando armado ingresara al céntrico bar ´Matehuala´ matando a ocho personas. Me dicen mis amigos en la fiscalía local que hay dos hipótesis posibles: Un ajuste de cuentas por parte de los Golfos para con distribuidores ´fresas´ que operan con el grupo de la última letra o, uno de los tantos actos de violencia a raíz de la fragmentación interna que sucede entre los Zetas mismos.
Lo que antes era la norma, arribar a cualquier área de conflicto, reportarse con el jefe municipal de policía (de forma que los narcos locales supieran que entonces habría visitantes recorriendo las áreas), siempre estar identificado, recorrer las áreas con los vidrios abajo etc. hoy no es posible. Entrar a municipios como Guamuchil, Badiraguato, Guasave en Sinaloa se hace a riesgo propio: Los retenes militares en los accesos no prometen ninguna operación de rescate en caso uno sea secuestrado por los malandros. Pensar en adentrarse en la sierra de Culiacán es, simplemente, suicidio. Ni siquiera los militares lo hacen. Lo mismo sucede en la sierra de Durango. La ciudad de Gómez-Palacios se ha hecho popular por el alto número de ganaderos y abogados que aparecen muertos y los médicos en Monterrey han mudado sus consultorios debido a que no pueden seguir pagando la extorsión. En Tamaulipas los negocios que operaban 24 horas al día son historia del pasado; en la sierra michoacana, los grupos de biólogos que la recorrían para estudiar especies animales no entran más (recordemos el caso de los encuestadores de la Consultora Mitofsky que fueron secuestrados por la Familia Michoacana y la liberaron de milagro…).
Movilizarse en autobús, por ejemplo de Ciudad Juárez a Chihuahua resultan las cinco horas más largas y los 360 km más estresantes que puede recorrer. Luego del retén militar que detuvo el autobús de pasajeros, luego de suponer que era un retén falso, resulta que era un retén ´de los oficiales´ aunque el trato no es mejor con soldados paranoicos, cansados, nerviosos y además algunos (claramente por sus rasgos originarios del sur-este) con dificultad para hablar el español y hacer los interrogatorios persona por persona.
No voy a decir que todo México es un desastre, la violencia está focalizada. El Distrito Federal es por mucho, más seguro que cualquier capital en América Central. Sin embargo, los Estados que concentran la mayor cuota de violencia obligan a sus ciudadanos a normalizar la patología, lo cual es a todas luces, imposible.
Suponer que la victoria del Revolucionario Institucional haya sido motivada por la creencia en que el Priismo –vía el senador Manlio Fabio Beltrones– negociaría la tregua con los narcos resultó ser una apreciación falsa cuando ahora se nota la cercanía entre Peña Nieto y el General Oscar Naranjo. No creo que sea un simple asesor externo. Habremos de ver la creación de nuevas unidades élite de la PJF, más fragmentaciones entre los Carteles y un tablero incontrolable.
Esta guerra no acabará mientras el PriaNismo gobierne México.
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