Pelearse con el amo implica poder ser víctima de todo tipo de ataques. Le pasó a la Unión Soviética cuando se erigió como el primer Estado obrero y campesino del mundo (con 25 millones de muertos durante la Segunda Guerra Mundial). Le sucedió a Cuba cuando dejó de ser el casino y prostíbulo del Caribe estadounidense con el brutal bloqueo que aún hoy sigue sufriendo. Y le está sucediendo a Venezuela.
¿Por qué ese ataque despiadado que está sufriendo el país caribeño? Por la sencilla razón de que levantó la voz y defiende con carácter nacionalista sus reservas petrolíferas, las más grandes del planeta. Esa osadía es intolerable para Washington y se la hace pagar muy caro.
El núcleo de la cuestión no es el petróleo que hoy por hoy se comercializa (alrededor del 12 % de lo que la gran potencia compra en el extranjero proviene de Venezuela, lo cual no es especialmente mucho), sino las reservas estratégicas. La franja del río Orinoco presenta reservas estimadas en 300,000 millones de barriles, lo cual permite largas décadas de consumo. De hecho, Estados Unidos necesita imperiosamente ese hidrocarburo: 20 millones de barriles diarios consumidos. Por tanto, perder las reservas de Venezuela no entra en su lógica.
Pero, desde la llegada de Hugo Chávez y de la Revolución Bolivariana, ahora continuada por Nicolás Maduro, esa riqueza mineral es administrada por el Estado venezolano, con lo que las compañías petroleras privadas estadounidenses se pierden un fabuloso botín y el proyecto hegemónico de Washington queda supeditado a decisiones que no se toman en la Casa Blanca, sino en Caracas. De ahí esa enconada lucha para derribar el proceso bolivariano por todos los medios posibles.
Como todo lo probado por el Gobierno estadounidense no resultó hasta ahora, todo indica que ahora se puede ir hacia un desenlace muy violento. La posibilidad de una intervención armada con fuerzas estadounidenses está abierta. Sin dudas los estrategas del Pentágono lo deben de estar pensando muy bien, pues una aventura militar de ese porte podría traerles costos muy altos. Por lo pronto, Estados Unidos se quedó solo en la intentona bélica cuando el Grupo de Lima no lo acompañó. De todos modos, nada está escrito en piedra y no se descarta una acción militar abierta desplegada por fuerzas estadounidenses. Todos los aprestos militares que se han estado haciendo últimamente y el reciente retiro de su personal diplomático del suelo venezolano abren inquietantes dudas. Al momento de escribirse la presente nota, la posibilidad de acción bélica directa es probable. Es de esperarse que no se consume cuando esto esté publicado.
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Lo que se quiere denunciar aquí es la tremenda mentira mediática montada por el imperialismo, secundada por todos los medios masivos de comunicación comerciales del mundo, que repiten inescrupulosamente todas las patrañas antibolivarianas habidas y por haber. En estos días Venezuela completa sufrió un terrible apagón eléctrico que generó un caos monumental en el país. Está absolutamente probado —hasta hubo medios estadounidenses que lo informaron— que la maniobra fue un hackeo cibernético proveniente del país del norte. Con ello se busca crear un estado de desesperación total en la población venezolana: muertos por falta de atención médica, falta de agua potable, comida que se echa a perder por falta de refrigeración, falta de líneas telefónicas y de Internet. En otros términos, un pandemonio que torna la cotidianeidad en un espanto insoportable.
Lo increíble de la situación es que ningún Gobierno sale a denunciar esta infame injerencia imperialista. Y, peor aún, ¡la prensa internacional culpa a Nicolás Maduro de ser el causante de la situación!
La matriz es clara: se quiere crear un descontento tal en el pueblo que lo fuerce a salir a la calle a protestar. Se intenta así repetir lo sucedido en Irak y en Libia, donde se fabricó un clima propicio para derribar a los dictadores respectivos (Huséin y Gadafi). La desesperación producida entre la población debería despertar su ira contra Maduro. Pero, una vez más, la maniobra salió mal y el pueblo bolivariano no se dejó intimidar.
¡Dejen tranquila a Venezuela de una vez! ¡No más injerencia extranjera!
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